MIAMI, Estados Unidos. – En una reciente entrevista con YucaByte, la artista visual cubana Camila Lobón habló sobre su experiencia como creadora y disidente en Cuba. Nacida en 1995 en Camagüey, la joven, actualmente exiliada en Nueva Jersey, Estados Unidos, se destacó rápidamente en el panorama artístico cubano, tanto por la fuerza de sus dibujos y libros ilustrados como por su inquebrantable postura cívica.
Graduada de la Universidad de las Artes, ISA, en 2018, Lobón no se conformó con el camino trazado y se mantuvo firme en su compromiso con la libertad de expresión y pensamiento.
En la entrevista, la joven artista visual ofreció un panorama sin filtros de su experiencia y opinión sobre la realidad cubana. “Tenía conciencia de vivir en una dictadura desde los 15 años”, reveló Lobón, quien asumió una actitud pública de disidencia política en 2018, participando como coordinadora de INSTAR (Instituto Internacional de Artivismo “Hannah Arendt”).
Cuando se le preguntó acerca del Decreto 349, que intentó regular la expresión artística en la Isla, expresó que lo vio como “el chance de inaugurar una nueva resistencia”. Continuó afirmando que fue “un nuevo —y bastante bien velado— intento de perimetración política por parte del Estado que los artistas e intelectuales supieron leer […] como oportunidad para atrincherarse y definirse de cara a la política cultural represiva del régimen”.
Lobón no solo abordó temas políticos. También compartió una mirada crítica y desilusionada sobre su educación artística en Cuba. “Las dos instituciones en las que estudié los dos niveles de enseñanza artística estaban carcomidas por la corrupción económica y humana”, dijo, antes de enumerar una serie de problemas, incluyendo el racismo y la homofobia. Su experiencia en la academia le enseñó, sobre todo, lo que no quería ser, dijo.
Uno de los aspectos más impactantes de la entrevista es la discusión sobre el miedo, un factor comúnmente citado como clave en el mantenimiento del Partido Comunista en el poder. “Nunca tuve miedo por mí”, afirmó. “A lo único que siempre tuve y sigo teniendo miedo es a no probar los límites físicos de mi convicción”, agregó.
Desde EE.UU., la joven sigue comprometida con la causa cubana, colaborando en el envío de dinero y suministros a los presos políticos y personas en condiciones de vulnerabilidad económica. “Todo lo que se pueda hacer por visibilizar y aliviar la situación de la gente más vulnerada en el país es necesario y admirable”, dijo.