CDMX, México. – Alejandro Cuervo llegó prácticamente a la actuación por azar. Estaba finalizando la enseñanza secundaria cuando le comentaron sobre la Escuela Nacional de Arte (ENA) y la posibilidad de estudiar en La Habana. Él tenía excelentes notas y su familia lo imaginaba como médico, ingeniero, quizá abogado. Pero a Alejandro, natural de San Luis, un municipio de Pinar del Río, nada de eso lo motivó tanto como la posibilidad de irse a la capital a sus 15 años. Fue hasta la Casa de Cultura municipal y le expresó a un instructor su deseo de prepararse para la prueba de aptitud de Actuación.
El resto de la historia ya la sabemos. En su último año de la ENA lo eligieron para la telenovela La cara oculta de la Luna, donde interpretó al personaje de Léster, el novio de Amandita. Ese sería el primero de decenas de dramatizados donde ha trabajado hasta hoy.
Ahora, a sus 37 años, Alejandro Cuervo, uno de los rostros más populares de la Televisión Cubana, conversa con CubaNet.
―¿Cómo fueron tus inicios en La Habana, sin familia cercana, sin casa propia? ¿Fue difícil? ¿Alguna vez pensaste en rendirte?
―Mis inicios fueron bien difíciles. Soy natural de Pinar del Río y estuve aproximadamente siete u ocho años alquilado o viviendo en casas de novias. Con el salario que tenía de la Televisión era complicado pagar renta, comprar cigarros (que en aquel momento fumaba), pagar el taxi de 10 pesos… A medida que la gente empieza a conocerte, cuando te ven en una guagua te miran raro, como juzgando. Para evitar esa sensación trataba de ahorrar mi dinerito y por lo menos pagar los almendrones. Ahí tampoco escapaba de los juicios pues me decían los choferes: “¿Tú no tienes carro? ¿En la Televisión no les dan carro?”.
Fue una etapa dura, pero me hizo fuerte y me dio un motivo para esforzarme. Además, tengo la dicha de que mi familia siempre me apoyó. En esa época la comida me la mandaban de Pinar del Río para que yo tuviese un gasto menos.
En algún momento asumí que si a los 30 años no tenía una casa, debía emigrar. Llegué a pensar que nunca ahorraría lo suficiente para mejorar mi vida. Pero, gracias a Dios, con mucho trabajo, planificándome, invirtiendo mi tiempo con utilidad y haciendo las cosas bien, lo pude lograr.
―También se te reconoce por tu trabajo de conducción; animas eventos nocturnos, fiestas de 15, tienes tu propio negocio. ¿Cómo logras equilibrar tu vida en familia con tanto trabajo?
―Llevo una vida superagitada, pero no es nada diferente a como se vive en el mundo. Lo que pasa es que a veces los cubanos nos acostumbramos al trabajo que tenemos y nos conformamos. En mi caso, para lograr lo que me había propuesto, y gracias a Dios que me ha dado salud y a muchas personas que me han ayudado, me enfoqué en hacer un poco más y buscar más oportunidades.
Después de mi segunda telenovela, me ofrecieron presentar espectáculos y comencé a trabajar en Macumba por el año 2010 o 2009. Con el trabajo de presentador pude mejorar un poquito la economía y así pagué la construcción de mi casa.
Recuerdo que cuando me veían llegar a la filmación de las novelas, después de estar animando eventos hasta la madrugada, algunos me decían preocupados que estaba loco, que el tiempo me iba a pasar la cuenta. Por suerte no hice caso y seguí esforzándome para mejorar.
Paralelo a esos trabajos, me invitaron a presentar una fiesta de 15 años, luego una boda, y no he parado. Llevo más de 10 años acompañando a estas personas que me contratan en uno de los momentos más importantes de sus vidas, y yo disfruto hacerlo y agradezco la confianza en mi trabajo.
Trabajar en tantas cosas a la vez es agotador. Hoy mismo fue un día de esos. Tuve una reunión sobre la cuarta charcutería que estamos abriendo. Fui a una prueba de vestuario y de ahí al ensayo. Después en la tarde-noche tengo otra reunión de una película que quiero producir. Soy el tipo de persona que siempre está soñando y tratando de superarse. No me gusta quedarme de brazos cruzados.
Diría que hago muchas cosas gracias a mi planificación y al apoyo de mi familia.
―Cuéntame sobre tu faceta de emprendedor y el negocio que tienes. ¿Cómo se te ocurrió la idea, siendo algo tan ajeno a la actuación. ¿El Alejandro emprendedor a quién se parece?
―Fue algo que se me ocurrió en la pandemia. Se lo propuse a un amigo que tenía un restaurante, y así fue como nos asociamos y abrimos la charcutería (carnicería especializada en la comercialización de productos y subproductos de carne de cerdo). Actualmente tenemos tres sucursales y estamos preparando la cuarta.
Intentamos dar el mejor precio posible y buena calidad. Yo no hago el jamón; compro el producto y lo comercializo con un pequeño margen de ganancias. Al negocio le ha ido bien y hay cola para comprar, que es buena señal.
Lo de emprendedor viene de mi papá. Él siempre ha sido muy negociante. Mi papá es campesino pero después de cosechar el arroz que sembraba, lo secaba, molía e íbamos desde San Luis, donde vivíamos, hasta el extremo occidental de Cuba a cambiar arroz por frijoles. Después acompañaba a mi papá a La Habana donde vendía ambos granos.
De niño yo estuve más cerca de ser “bisnero”, como dicen en la calle, que de las artes.
―En las redes sociales eres uno de los actores más seguidos de Cuba. ¿Cómo manejas estos espacios?
―Empecé a usar el Instagram en 2019 y de inmediato recibí mucho cariño de las personas. Diariamente leo muchos mensajes, y a cada uno contesto aunque sea con un emoticón. Hay personas que creen que alguien las actualiza por mí, pero no, solo tengo acceso yo y saco el tiempo para corresponder el cariño que me da la gente.
La fórmula para tener tantos seguidores creo que está en ser yo mismo. Las personas conocen los personajes que interpreto, pero en mis redes ven a Alejandro. Por supuesto, como todos, muestro mis partes más positivas. Eso no significa que sea perfecto, para nada es así.
En mi perfil pueden verme de maneras muy distintas. A veces elegante y de traje para una presentación, otras haciendo mezcla y con el pantalón roto. Lo mismo estoy bien vestido que sin zapatos tumbando mangos y jugando con los muchachos del barrio.
También hay aspectos que prefiero mantener privados. Sin embargo, muestro un poco de mi día a día y las cosas que disfruto: mi hijo, ir cada mes al pueblo donde vive mi familia, mi esposa, practicar y ver deportes, los animales y en especial los niños.
Hace algún tiempo apadrino varias casas de niños sin amparo familiar. Lo estuve haciendo primero sin difundirlo, solo por el deseo de ayudar de corazón. Sin embargo, varios me insistieron en que lo publicara en mis redes para animar a otros negocios y que se sumaran. Afortunadamente, funcionó y otros emprendedores se unieron a las entregas de ayuda para estos niños.
―No siempre las reacciones son positivas. También hay críticas a promociones o publicidad que has hecho sobre viajes a Isla Margarita, por ejemplo, o negocios de envíos a Cuba. ¿Qué respondes a estas críticas?
―Realmente nunca he respondido a estas críticas, entre otras cosas porque no las hacen de la manera más cordial. Sobre el polémico viaje a Isla Margarita lo que sucedió fue que a varios nos propusieron hacer un comercial unos años atrás. Nos dijeron que nos iban a llevar gratis para que tuviéramos la experiencia, pero vino la pandemia, y eso quedó ahí. A mí hasta se me había olvidado. Recientemente me contactaron para retomar ese viaje pendiente y acepté. Pude comprar cosas que necesitábamos en mi familia y compartí con mis seguidores la experiencia, los costos, lo que podían comprar, las condiciones de los hoteles.
El trato era ese: a los actores nos llevaban gratis y nosotros promocionábamos la experiencia, contando lo que vivimos allí.
No le vi nada de malo porque es una nueva vía de inversión, de comprar para luego vender en la Isla. Es lo mismo que muchos cubanos han hecho antes en Panamá, México, Guyana, Ecuador, Haití. Lo promocioné porque es una nueva brecha para los que seguimos acá, luchando, buscando el dinero. Hay mucha gente en Cuba que no lo puede pagar, lo sé, pero otros sí pueden hacerlo e incluso viajar con su familia.
Después que esa noticia salió, varios influencers especularon y dieron por ciertas cosas que no lo eran. Esta es la pura y exacta realidad.
De mi parte, me esfuerzo por hacer las cosas bien y ayudo a mi pueblo a mi manera, no a la manera que a veces las personas quieren que uno lo haga.
Es muy fácil cuando estás en otro lugar o cuando vives otras circunstancias pedir a los que estamos acá que hagamos esto o que digamos aquello.
Nos piden que actuemos como creen que debemos hacerlo, pero la mayoría de ellos no hizo nada de eso que exige, mientras estaba aquí. Te piden que salgas con un cartel, que cojas la calle; saben que eso afectaría a la persona y su familia, y no les importa.
¿Cómo vas a pedir a otro algo que tú no hiciste aquí? Yo puedo irme a Estados Unidos o a cualquier otro país; pero nunca le voy a pedir nada a ningún artista o a ningún cubano desde afuera. Nunca le voy a pedir que haga algo aquí que yo no tuve el coraje para hacer. Sabemos las consecuencias que algo así tiene para tu profesión y vida familiar.
―Quien sigue tus redes está al tanto de cómo va creciendo tu hijo, Bastian, un niño que, por lo que han contado tú y tu esposa, fue muy deseado y esperado…
―La maternidad/paternidad fue el proceso más esperado de la vida de Arleti, mi esposa, y mío. Si Dios quiere cumpliremos pronto 10 años de relación, pero realmente queríamos ser padres cuando tuviésemos las condiciones.
Lamentablemente hace más de dos años ella salió embarazada y se perdió. Después, por recomendación médica, tuvimos que esperar un año para intentarlo. Sin embargo, mi esposa no salía embarazada. Ahí nos hicieron pruebas a ambos a ver qué estaba mal. Como resultado a ella le diagnosticaron trombofilia, que es un síndrome de las “plaquetas pegajosas”, también tenía problemas de tiroides.
Para tener a Bastian ella tuvo que pasar por un tratamiento, indicado en el Hospital “Ramón González Coro”, de casi 300 inyecciones en total, que ella misma se iba poniendo cada día. Era un medicamento muy caro pero nos lo garantizaron en el hospital y eso es algo que agradezco porque había falta de medicinas en el país.
Después de todo esto, conocimos a Bastian, que es nuestra bendición. Él ha superado todas las expectativas de amor y de cariño que pensé que sentiría. El público también está muy pendiente de él. He llegado a lugares y ya no me preguntan por la novela o por mí, sino por mi bebé. Incluso hace poco una muchacha me dijo que quería una foto con “el papá de Bastian”.
He hecho telenovelas por casi 20 años, pero él con 11 meses acapara toda la atención. Me da alegría que tan chiquito tenga tantas personas pendientes de él. Aunque también he conversado con Arleti que debemos cuidar los excesos. No queremos que nuestro hijo lo tenga todo tan fácil. Debe aprender a esforzarse. Es importante para nosotros darle la mejor crianza.
―¿Cuál dirías que es hoy el principal problema de la Televisión Cubana?
―Los problemas económicos del país afectan la calidad y cantidad de las producciones que pueden hacerse. Según tengo entendido hay una ley que está aprobada sobre otras vías de patrocinio. Así funcionan las televisiones en el mundo entero y creo que Cuba ya la tiene aprobada, pero no sé por qué no la llevan a la práctica.
Ojalá se implemente pronto. Eso puede darle un vuelco a la Televisión. Con cambios, podríamos tener mejor programación. Pero se necesita estar en sintonía con el universo.
―Hoy cuando miras atrás y ves todo lo que has logrado, ¿cuáles dirías que han sido tus principales éxitos?
―Creo que definitivamente mi mayor éxito ha sido lograr mantener a mi familia cerca y con armonía. Ver a mis padres cada mes, sostener mi carrera como actor. Otro éxito es haber ganado el afecto de tanta gente, que me vean los muchachos en la calle y me digan que quieren ser como yo, inspirarlos.
―Personaje que más difícil te resultó…
―El médico de Latidos compartidos. Era un doctor que tenía un conflicto familiar bien fuerte. Este personaje tenía un vocabulario un poco lejano a mí. Había escenas donde tenía que decir muchas palabras científicas que me costaban. Además era un personaje muy tranquilo, diferente a mí; y sentí que la Dirección [de la telenovela] no me dio el apoyo necesario. Me pidieron cosas que, después, cuando vi en pantalla, noté que no eran las adecuadas.
―Personaje que te hubiese gustado interpretar…
―Yarini, en la película Los dioses rotos, que lo hizo magistralmente Carlos Ever.
―Si tuvieses que elegir a un actor o actriz con el que te sientes mejor trabajando, ¿quién sería?
―Mi compadre Damián Alonso. Nos conocimos en una novela en 2010 y desde entonces somos muy cercanos. Es el actor con quien más amistad y confianza tengo.
―El dramatizado que con más cariño recuerdas…
―Hay dos. El primero es La cara oculta de la Luna con el personaje de Léster. Esta fue mi primera novela. El segundo es Más allá del límite. El papel en ese audiovisual me dio varios premios de actuación. También fue una novela que disfruté al máximo. Prefiero los personajes negativos porque son exquisitos y más ricos. Además, soy una persona extrovertida y creo que esos papeles los ejecuto mejor.
―Además de la actuación qué otras pasiones tienes…
―Me encanta el deporte, tanto practicarlo como verlo. Me gusta ir a ver una buena película, una obra de teatro, viajar con mi familia. Otra pasión es sin dudas el mundo del emprendimiento, del negocio.
―El momento más difícil de tu carrera…
―Después de La cara oculta de la luna me llamaron para otra telenovela y por el Servicio Militar no pude hacerla. Iniciando mi carrera y con oportunidades de crecer me pusieron una barrera. Pensé que el tiempo que estaría fuera me haría perder mi carrera y no me llamarían más.
―El momento más feliz en tu profesión…
―Cuando me dijeron que sí para el personaje de Léster, con apenas 18 años.
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