MIAMI, Estados Unidos. – El pasado martes falleció la destacada pianista y educadora musical cubana Pura Ortiz Arteaga, nacida en La Habana el 3 de marzo de 1935. Con su talento, la artista marcó tanto la escena local como internacional.
Su talento y dedicación la llevaron a unirse a la Orquesta Sinfónica Nacional en 1962. Tres años después, en 1965, se presentó como solista por primera vez. De esa forma, Ortiz Arteaga brilló especialmente en la interpretación de obras de los destacados compositores cubanos Manuel Saumell, Ignacio Cervantes, Amadeo Roldán y Alejandro García Caturla.
Pero no solo se dedicó a las melodías cubanas, sino que también logró conquistar la música española de la mano de grandes compositores como Joaquín Turina, Manuel de Falla, Isaac Albéniz y Enrique Granados.
Hasta el final de su vida, Ortiz Arteaga prestó sus servicios como pianista en el Teatro Lírico Nacional, la Orquesta Sinfónica Nacional y también en las clases de canto impartidas por la profesora Lucy Provedo en la Facultad de Música del Instituto Superior de Arte (ISA).
A lo largo de su carrera, también se destacó como miembro del Trío de La Habana (1964-1979) y del Conjunto Instrumental Nuestro Tiempo (1971-1990). Además, colaboró con la Orquesta Sinfónica de Córdoba, España, donde trabajó en montajes de óperas famosas como La Bóheme, Tosca, El Trovador, Don Pasquale y la zarzuela Cecilia Valdés, entre 1992 y 1995.
Como pianista acompañante, trabajó con una variedad de solistas vocales e instrumentistas tanto cubanos como extranjeros. También dejó un valioso legado como educadora en el Conservatorio “Amadeo Roldán”, la Escuela Nacional de Música y el ISA.
En reconocimiento a su destacada carrera, Ortiz Arteaga recibió la Distinción por la Cultura Nacional y la Medalla “Alejo Carpentier”. Con una discografía que incluye Contradanzas de Manuel Saumell (1975), la pianista y educadora fue una de las figuras más celebradas de la música cubana hasta su muerte.