MIAMI, Estados Unidos. – Este 8 de mayo Cuba celebra por tercer año el Día del Son, instituido en la Isla en 2020 por decreto del Consejo de Ministros. La celebración busca homenajear una expresión músico-danzaria autóctona así como el legado musical de sus grandes exponentes, Miguel Matamoros y Miguelito Cuní.
Dicha declaratoria también buscaba consolidar el expediente del son para su propuesta a candidatura como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. El principal impulsor de la iniciativa fue el fallecido músico cubano Adalberto Álvarez, uno de los más famosos soneros cubanos y Premio Nacional de Música de Cuba en 2008.
El 8 de mayo es un día representativo, ya que conmemora el nacimiento de Miguelito Cuní y Miguel Matamoros. Tras la institución de la fecha, Álvarez, conocido como “El Caballero del Son”, declaró que esta era solo una parte de la tarea, pues quedaba conseguir que el son sea nombrado Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.
El son cubano es un género vocal e instrumental bailable que fusiona elementos musicales africanos con elementos musicales españoles, constituyendo una de las formas básicas dentro de la música cubana.
Se cree que nació en la región más oriental de Cuba, en lugares como Guantánamo, Baracoa, Manzanillo y Santiago de Cuba a finales del siglo XIX, aunque hay testimonios de sones cubanos más antiguos que datan del siglo XVI, como el Son de la Má Teodora, posiblemente de 1562, interpretado por dos hermanas dominicanas, Micaela y Teodora Ginés.
“A los soneros actuales, les corresponde explicar que el son que tocamos hoy, es una expresión contemporánea del son tradicional, como lo ha sido con la Vieja y la Nueva Trova, o el jazz, que evolucionó hacia sonoridades de nuestros tiempos sin perder su naturaleza”, explicó alguna vez Álvarez.
“¿Qué puede ser? ¿Que sea ‘songo’? ¿Que sea ‘timba’, cuando se hace un poco más rápido?… Pero la base de esa música es el son”, consideraba el músico, compositor, arreglista y director de orquesta.