LA HABANA, Cuba, agosto, www.cubanet.org -Dayron Robles, Campeón Olímpico en los Juegos de Beijing 2008, y plusmarquista en muchos otros torneos internacionales, recibe insultos de la prensa oficialista, sorprendida porque “desertó”, calificativo que gustan endilgar a los deportistas que deciden ser libres, sumándose a algún equipo extranjero.
En un artículo rebosante de improperios contra Dayron, firmado por Víctor Joaquín Ortega, y aparecido en el semanario oficialista Tribuna de La Habana el pasado 4 de agosto, Alberto Juantorena, presidente de la Federación Cubana de Atletismo, expone: “Recibimos una petición de la Federación Francesa de Atletismo para que se aprobara la membrecía del cubano en el club AS Mónaco, en la sección de Atletismo. Y respondimos negativamente, como ha sucedido siempre en casos anteriores. Ratifico que Cuba no autoriza que sus atletas nacionales compitan por otros países”.
El gacetillero Ortega intenta descalificar la buena imagen de Dayron aplicándole los peores epítetos. No faltan los de traidor, mercenario, y hasta el ofensivo término “¡qué deyección!”. Incluso, se arriesga con especulaciones irresponsables, por las que muy bien podría ser demandado ante la ley: “El vallista corto se ligó al engaño desde mucho antes y en su maldad fingió lesiones; después de pedir la baja del equipo nacional volvió a entrenar y adujo que lo hacía para desentrenarse”.
¿Por qué creer que Dayron mintió? Aunque sería razonable. Ícono nacional y mundial, habría tenido que enmascarar recónditas intenciones, como cualquier otra figura del deporte, condenado a ser esclavo del régimen. Incluso, la distensión migratoria del 14 de enero excluye la salida libre de deportistas y varias categorías de profesionales. Necesitan un permiso especial del gobierno, siempre por presumir posibles “deserciones”.
¿Qué delito cometió para ser tratado con tanta dureza sino el de aspirar a administrar su talento? Librarse de las ataduras de un gobierno que ni siquiera aceptó su petición de importar un automóvil y poseer una casa confortable en su ciudad natal. Poco pedía tan excelso astro del deporte.
El articulista de Tribuna… se enreda en confusas jerigonzas: “El deporte, ningún sector queda fuera, necesita de transformaciones acorde al momento, aunque no nos guste: el mundo es como es, no como quisiéramos que sea”. Y de paso, reconoce lo que es secreto a voces: “Tampoco debemos soslayar que urge superar el trato espiritual y material a los deportistas y la existencia de injusticias sufridas por ellos”.
Tampoco dejaría de echar en cara la formación académica del deportista, que el periodista asume como una dádiva del gobierno, cuando en realidad fue costeada por la ciudadanía, una vez que el Estado politizó y prohibió la enseñanza privada. Sin contar que los profesionales cubanos pagan bien cara su mediocre enseñanza “gratuita” trabajando de por vida para el estado con sueldos de un dólar por día.
¿Por qué negar la gloria al campeón Dayron Robles, por qué demonizarlo por no aceptar ser un pelele?