LA HABANA, Cuba, enero, 173.203.82.38 -Isabel y Jorge son hermanos. Viven en el municipio habanero del Cerro. Ambos hicieron estudios superiores. Ella, como estomatóloga, y él, como ingeniero en explotación del transporte. Pasados sus cincuenta años, y con la ciudadanía española en sus carteras, tratan de “resolver” lo necesario para el día a día, mientras comprenden que sus mejores años pasaron y sus conocimientos no fueron aprovechados.
El tema de los profesionales, los institutos de investigación y las oportunidades de aprovechar los conocimientos adquiridos en las universidades, está pendiente entre los planteamientos de los “reformistas” de la clase política en Cuba.
Lo primordial, según ellos, es la voluntad que debe tener el gobierno para levantar las barreras que impiden aprovechar el potencial científico y académico, presente en los profesionales y sus universidades. Además, tendrán que remediar la falta de comunicación existente entre las universidades, los productores y los consumidores, por la ausencia de libertades empresariales.
Según expertos, parte de las bases de tal desconexión radica en que no siempre los resultados de esta relación fueron halagüeños para el mercado, producto de la falta de profesionalidad de los ingenieros e investigadores, y de los centros académicos, donde magnificas ideas no llevaron los estudios de factibilidad y generalización que permitieran su aplicación. En fin, por el divorcio que existe entre la ciencia y las potencialidades del mercado.
Uno de los casos más reveladores es el de la Asociación Nacional de Innovadores y Racionalizadores (ANIR), con cientos y miles de soluciones y propuestas para el mercado, que duermen el sueño de los justos en las gavetas de algún burócrata, o que, en el mejor de los casos, son aplicados, pero los inventores y los racionalizadores no sienten en el grosor de sus billeteras las ventajas del esfuerzo.
El Doctor en Ciencias, Ernesto Estévez, Director del Instituto de Ciencia y Tecnología de los Materiales, en La Universidad de La Habana, afirmó recientemente que los centros de investigación y las universidades se enfrentan a un profundo proceso de descapitalización de recursos financieros y humanos, así como al deterioro de sus instalaciones.
Y dijo, además, que se corre el riesgo de perder la capacidad de generar conocimientos, de formar profesionales de primer nivel y de que desaparezcan las escuelas de conocimientos, a la vez que se impide el surgimiento de otras, imprescindibles en la actual etapa de desarrollo de la ciencia y la tecnología.
Mientras, en la sala de su casa, Jorge e Isabel ven caer la tarde, en tanto se le desmorona el sueño de aplicar sus conocimientos.