LA HABANA, Cuba, junio (173.203.82.38) – El hecho de que subsisten en Cuba prejuicios raciales y desventajas de oportunidad para sectores poblacionales negros y mestizos, es un secreto a voces en el país.
La realización del seminario Cuba y los afro descendientes de América, celebrado durante cinco días en el Instituto Juan Marinello de la capital, fue otro ejercicio académico sin ecos en la población. El tema continúa siendo tabú, o al menos no se debate a nivel nacional, como la lucha contra la homofobia, o a favor de los derechos de la mujer.
En estos eventos de carácter oficial no se admiten criterios que no converjan con los provenientes del poder. Todos señalan avances en el tema racial, aunque los negros sigan sumergidos en las zonas menos confortables de la sociedad.
Sin embargo, la diversidad de propuestas sobre el tema gana seguidores a través de medios y espacios alternativos a la esfera gubernamental. En ellos se busca el equilibrio entre resultados y métodos de gestión.
Un ejemplo son los talleres que realizan los integrantes del comité Ciudadanos por la Integración Racial (CIR), en su sede de 23, entre C y D, en el Vedado. En ellos se profundiza desde diversos ángulos en esa y otras problemáticas sociales.
Durante la presentación esta semana de la multimedia de la revista Islas (1-16), publicación trimestral dedicada a temas afrocubanos, se conocieron algunas de las principales iniciativas del CIR, pese al acoso permanente de la policía política.
A la revista, embajadora en medios académicos a nivel internacional del pensamiento y la realidad de los negros cubanos, hay que agregarle la muestra fotográfica del Salón de Negros y Negras Ilustres de Cuba, al alcance de la población los martes y jueves en la sede del CIR.
Ambos proyectos, junto al Premio Tolerancia Plus, El libro abierto del CIR y la Cátedra Gustavo Urrutia (que extienden su misión desde Cuba hacia el Caribe y otros territorios con presencia negra, marcan un punto de giro en el acercamiento a la temática racial mediante la cultura.
No es fácil para las personas de diversos estratos sociales que integran el CIR, realizar sus actividades por la integración racial, bajo amenazas o en medio de redadas y detenciones policiales.
Son incontables las veces que Seguridad del Estado ha impedido el acceso a la sede de la organización, o conducido a los gestores del proyecto y sus seguidores a la estación de policía más cercana.
Pero las acciones represivas no los detienen. Insisten en su derecho a reunirse, expresarse y debatir sus criterios sin necesidad de pedir permiso a nadie, ni acceder a la cuota de participantes que les quiere imponer el gobierno.
Según el patronato del CIR, más que un problema de raza, se trata de conceptos. En un país donde las autoridades dictaminan que las calles y las universidades son para los revolucionarios, más allá del color o el sexo existe otra discriminación.