LA HABANA, Cuba, junio (173.203.82.38) – Con su estilo característico, el diario Granma, a través de uno de sus colaboradores, arremete contra un funcionario español. En este caso el Secretario de Estado de Asuntes Exteriores e Iberoamericanos, Juan Antonio Yañez-Barnuevo, por expresar públicamente que la situación de irrespeto de los derechos humanos en Cuba “sigue siendo preocupante”.
En esa tendencia a elevar la vulgaridad y el enojo, al orden de solución de los problemas internos y las relaciones internacionales, se inscribe un artículo publicado el jueves 16 de junio, en el diario Granma, en el que el periodista Oscar Sánchez Serra no se detiene a analizar las causas del planteamiento de Yánez-Barnuevo, o a desmentir por impropias sus palabras. Algo muy difícil de hacer para los fanáticos de la dinastía. Solo embiste, por aquello de que “no hay mejor defensa que el ataque”.
Se puede tener, como dice Sánchez, un 20 % de desempleo, o 1.3 millones de hogares donde no hay siquiera un solo miembro de la familia que tenga trabajo, o que uno de cada cuatro niños españoles enfrente el riesgo de la pobreza. Pero lo más importante –que Sánchez omite- es que existe en España una prensa libre que puede denunciarlo, una sociedad que puede movilizarse para hacer sus demandas públicas, una jurisprudencia que puede hacer justicia con equidad y sin intromisión del gobierno y un gobierno, que para bien de los españoles, pone su cargo a disposición del ciudadano, en periodos cortos y preestablecidos. Esto es realmente lo más importante.
En la Cuba del diario Granma no existen problemas; porque la prensa está amordazada y los periodistas son empleados del gobierno, encargados de escribir panfletos propagandísticos. Los periodistas independientes son perseguidos y arrestados por cumplir con su trabajo de informar e investigar. La sociedad no se puede movilizar so pena de de ser arreada por las brigadas de respuesta rápida, las tropas del Ministerio del Interior y la policía política, aunque se trate de cuarenta mujeres vestidas de blanco, que van a la iglesia con gladiolos en sus manos.
No hay en Cuba independencia del sistema judicial. Sometido al partido único y a la dinastía que gobierna, no se atreve a enjuiciar a los culpables y aclarar la muerte de Juan Wilfredo Soto García o la de Orlando Zapata Tamayo. Ni se atreve a absolver a los jóvenes condenados a años de prisión por regar octavillas donde se pide democracia.
En Cuba gobierna una familia, estructurada en partido desde hace cincuenta y dos años, y no permite que se exprese el soberano, el pueblo. Es por eso que tantos cubanos están en la diáspora o la prisión.
Las anteriores razones, y muchas más, me llevan a afirmar que la inquietud de Juan Antonio Yañez-Barnuevo, es fundada, y que en Cuba el irrespeto a los derechos humanos, sigue siendo preocupante.