LA HABANA, Cuba, agosto (173.203.82.38) – ”El GPS es un espía que los choferes llevamos pegados. Es difícil burlar al gran chismoso. A veces le tapamos los ojos y orejas: lo desconectamos, pero nos trae problemas”, dijo a este reportero Eduardo Roberto Rivas, chofer de la ruta P-1 de la capital.
El GPS (Global Positioning System, en inglés) ha sido ya instalado en los ómnibus articulados de las rutas P-1, P-2 y P-7 con base en Alberro, municipio capitalino Cotorro. La intención es mejorar el servicio del transporte público.
El experimento se quiere extender al resto de las terminales de la capital, pero choca contra el muro de las llamadas indisciplinas sociales por choferes y usuarios, rayanas en el delito.
Según expresó Silvestre Alfonso, director de la terminal Alberro, “con la moderna técnica satelital de control a distancia se pretende asegurar con calidad el servicio y disminuir en lo posible las indisciplinas, algo que hoy, a pesar de contar con ómnibus nuevos y el incremento del número de pasajeros, todavía nos falta mejorar”.
De agosto de 2009, hasta abril de 2010, se han aplicado cerca de 600 medidas disciplinarias a choferes que detienen el metrobús para conversar, tomar café, esperar a alguna persona, paradas indebidas, adelantos o atrasos del recorrido, violación de los límites de velocidad; infracciones que implican peligrosidad y aumentan el consumo de combustible. No todos los choferes están en desacuerdo.
Julio Pérez, con 18 años de experiencia, expresó: “El GPS, en caso de accidente, ayuda a esclarecer causas; al principio me costó trabajo, pero tiene muchas cosas favorables”.
Otros conductores echan la culpa a los pasajeros que no abonan el pasaje o entran por la puerta de salida para no pagar; pero no falta el chofer que se echa el dinero en su bolsillo, no en la alcancía.
Las indisciplinas sociales están en todas partes, y la caja negra espía. Es fácil imaginar entonces el relajo entronizado en los ómnibus sin GPS.