MADRID, España, septiembre, www.cubanet.org -El gobierno de Cuba se lanzó a la búsqueda de nuevos mecenas que compensaran la dependencia de Venezuela, pero Raúl Castro no encontró amigos dispuestos a exponerse a las eternas postergaciones en pagos de multimillonarios créditos, sino negocios ventajosos para las empresas estatales o privadas.
Brasil, coloso con pretensiones mundiales, fue ampliando su presencia en Cuba de la mano del supuesto amigo desinteresado Luiz Inacio da Silva. Actualmente resulta muy evidente que los brasileños se han posicionado en Cuba con la larga visión y ambición de Lula y su sucesora Dilma Russeau. El puerto de Mariel será la ¨obra del siglo XXI¨ y el legado de Raúl Castro. Indudablemente podrá ser un aporte al desarrollo ulterior del país y fuente de trabajo para miles de cubanos ¿Pero a qué precio?
Fidel Castro, con su cacareada lucha por salir de la égida del ¨imperialismo yanki¨ y sus caprichosos macroproyectos, ocasionó la devastación del capital económico, humano y de valores de la sociedad cubana, al tiempo que comprometió la soberanía de nuestro país, ahora lanzado a los intereses del gigante latinoamericano, y en menor medida de China, Viet Nam e Irán. Tienen que llegar antes de que se compongan las relaciones con Estados Unidos, con cuyas empresas no podrían competir, pero Cuba pierde las ventajas de los avances tecnológicos y los conocimientos de su socio económico-comercial desde el siglo XIX, perdidos por los desencuentros desde 1959. También, el gobierno cubano ha preferido impedir que los cubanos residentes en el extranjero, fundamentalmente al otro lado del Estrecho de la Florida, participen con sus capitales y experiencias en la reconstrucción de la patria.
El puerto de Mariel es privilegiado por su posición geográfica y condiciones naturales, por lo que ha sido escogido para la gran inversión. Podrá almacenar y mover grandes cantidades de mercancías y serviciar los supercargueros que atravesarán el Canal de Panamá, acoger grandes cruceros turísticos y, dentro de algunos años, servir al comercio entre Cuba y Estados Unidos. Se trata de un proyecto similar al Puerto Digital de Recife, estado de Pernambuco. La empresa brasileña Odebrecht ha ejecutado la obra y una entidad china podría administrarlo. Por su parte, la Zona Especial de Desarrollo de Cuba (ZEDM), aprobada con la firma de Raúl Castro el 13 de septiembre, que funcionará a partir del 1 de noviembre, augura el empuje de la actividad productiva y de servicios complementaria al puerto. Sin embargo, no están claros sus beneficios reales para la nación.
Brasil será el nuevo sostén del gobierno totalitario, que se encuentra colocando a sus herederos, quienes para mantener el poder absoluto se proponen continuar impidiendo el desarrollo democrático. ¿Qué importa a los mandatarios brasileños la negación de los derechos y la mejoría de las condiciones de vida de los cubanos, si ellos mismos y sus empresas podrán tener control de la economía en Cuba. Sus tentáculos se van extendiendo hacia diversas industrias, como la azucarera, que dejó de hacerle competencia a la propia desde hace muchos años, diversas ramas de la agricultura y otros rubros. Las recientes declaraciones del brasileño ministro de Desarrollo, Industria y Comercio , Fernando Pimentel, en una interpelación del congreso sobre las oportunidades de las empresas de su país, lo confirman.
En lo inmediato, Brasil lanza un salvavidas al gobierno cubano con las ganancias por la contratación de miles de médicos, lo que permitirá ampliará los mayores ingresos de divisas obtenidos en forma de exportación de servicios a diversos países, aunque fundamentalmente a Venezuela, que podían verse afectados seriamente por los avatares internos en ésta. Los galenos y posiblemente personal paramédico tendrán que afrontar las inclemencias de la Selva Amazónica y otros lugares inhóspitos, a cambio de que las autoridades de Cuba se queden con la mayor parte de sus salarios, gracias a que es su única opción para mejorar las condiciones de vida personales y familiares.