MIAMI, Florida, agosto, www.cubanet.org -El pasado sábado concluyó la conferencia anual de la Asociación para el Estudio de la Economía Cubana (ASCE por sus siglas en inglés), que sesionó en Miami por espacio de tres días. Pude participar en el importante evento gracias a la generosidad de esa organización no gubernamental, y lo hice aún bajo la gratísima impresión que recibí en el aeropuerto.
Después quedé impresionado por la tremenda imagen de modernidad y pujanza que exhibe esa que, por el número de cubanos que vive en ella, es nuestra segunda ciudad, superada sólo por La Habana. Se sabe que hace medio siglo, al conjuro del apellido Castro, se instauró en el Archipiélago el régimen comunista. ¡Pensar que en esa época Miami representaba apenas una pequeña fracción de la capital isleña!
Sin embargo, gracias a su cercanía a esta última y a su clima —tan parecido al de Cuba— fue el lugar de asentamiento preferido por los miles de inconformes con el castrismo que de inmediato comenzaron a escapar de la Isla. ¡Fueron mis compatriotas quienes mayor aporte hicieron al crecimiento poblacional de Miami y a su impetuoso desarrollo económico. Fue ese sitio tan cubano el escogido por la ASCE para celebrar su conferencia.
Desde hace años tenía referencias de la formidable labor que realiza la Asociación para el Estudio de la Economía Cubana. En más de una ocasión tuve la oportunidad de examinar las gruesas memorias que cada año publica con los trabajos presentados a la correspondiente conferencia. Fue por esa vía que pude constatar el elevado nivel científico que prima en las monografías.
Pero leer una serie de artículos es muy diferente de escuchar su exposición en vivo, seguida del intercambio académico de ideas suscitado por cada uno de ellos. Fue con mi participación directa en la Conferencia de este año que pude aquilatar en toda su magnitud la seriedad con que economistas y otros especialistas cubanos (unidos a algunos de otro origen) abordan el estudio de toda esa problemática en los marcos de la ASCE.
Por sólo mencionar las dos conferencias con las que se inició el evento, aludiré a las brillantes intervenciones del profesor Carmelo Mesa-Lago (“Panorámica de las reformas de Cuba y sus efectos”) y de Rolando H. Castañeda (“Análisis de las reformas socioeconómicas raulistas, 2007-2013”). En trabajos como ésos y varios más se hace una disección tremendamente seria y profunda de los diversos problemas económicos, políticos y sociales que aquejan a la Cuba de hoy.
El actual presidente de la Asociación, el doctor Ted Henken, puso de manifiesto en una graciosa presentación que mientras en Cuba son abandonados el “trabajo voluntario” y otras concepciones publicitadas en su momento por el médico Ernesto Guevara, los miembros de la ASCE no sólo se abstienen de percibir ingresos por la labor que realizan en el seno de la organización, sino que contribuyen con generosidad al sostenimiento de ella.
La seriedad de esa actividad, que pude constatar de manera personal, me permite afirmar que cuando en nuestra Patria se acometan por fin los cambios profundos que se requieren para sacar al país del marasmo en el que está sumido, los trabajos científicos elaborados en los marcos de la ASCE, así como los sólidos conocimientos de quienes la integran, contribuirán de manera destacadísima en ese empeño.