LA HABANA, Cuba, agosto (173.203.82.38) – Los golpes que propinaron varios policías a algunos veraneantes, les aguaron el paseo. Los agentes que el Estado sitúa en las playas de la capital para mantener el orden y atrapar a los maleantes, no saben distinguir una cosa de otra. Sin miramiento alguno, a cualquiera que se cruce en su camino y les parezca que tiene cara de delincuente, lo montan en un carro patrullero, lo llevan a una unidad policial y lo multan o encarcelan. ¿Será que la ley anti inmigrante de Arizona se aplica en Cuba, pero contra los cubanos?
Los hechos sucedieron la semana pasada a Ramón y su familia, quienes se fueron a la playa a apaciguar el calor. Pero como casi todo en Cuba se convierte en sufrimiento y arbitrariedad, acabaron siendo víctimas de la arbitrariedad policial.
El hermano de Ramón, Pepe, fue con un primo a buscar refrescos para las mujeres y niños. En eso estaba cuando los policías les pidieron que se identificaran, y sin ton ni son, sólo porque son negros y tenían aliento etílico, fueron empujados hacia el carro patrullero. Alguien avisó al resto del grupo, y se armó la de San Quintín entre policías y bañistas. Hasta los más pequeños defendían a los suyos. La trifulca se grabó, y ya circula el video en La Habana, para demostrar hasta dónde llega la policía.
Con los hombres fue más difícil la bronca. Hubo que pedir refuerzos, porque los que miraban apoyaban a la familia golpeada. Al final venció la fuerza. Los agentes se llevaron a todo el que participó en la bronca, y a los que gritaron en su contra.
Los involucrados en la pelea, acusados de desacato, esperan el juicio, y pueden ser condenados a varios años.
¿Y los policías que iniciaron la pelea? Bien, gracias, en las playas de La Habana, buscando más problemas.
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