Tras visitar La Habana en 1965, cuando aún trabajaba en la Embajada de Cuba en Bruselas, el escritor cubano Guillermo Cabrera Infante se sentó en su escritorio y comenzó a expulsar a través de su palabra escrita cada uno de los detalles de aquel viaje amargo y decepcionante a su país de origen, cuyo rumbo político estaba lejos de lo que él había esperado.
Ahora, la editorial GalaxiaGutenberg-Círculo de Lectores recupera esos escritos inéditos, un puñado de páginas en las que el autor de ‘Tres tristes tigres’ conservó aquellos recuerdos para no olvidar nunca la humillación que sintió en aquel viaje que realizó con motivo del fallecimiento de su madre, tras el cual se exilió y renunció a la diplomacia.
Según ha relatado este miércoles su viuda, Miriam Cabrera Infante, en declaraciones a Europa Press, Cabrera “era un hombre muy cubano”, pero decidió no regresar allí jamás, un exilio definitivo que no lo alejó de su tierra natal, sino de “un horror, una monstruosidad, algo que no era Cuba”.
Lo que se lee en este volumen, titulado ‘Mapa dibujado por un espía’, es “memoria pura” y “poca literatura”. Su fidelidad a lo que allí vivió fue tan intensa que el dolor que sintió al escribirlo impidió que más tarde se acercara a aquellos escritos. “Los envolvió, me los dio y me dijo que los podría leer cuando hubiese publicado el libro en el que los iba a incluir”, señala.
Pero nunca lo hizo y, tras su fallecimiento, en 2005, Miriam Cabrera se enfrentó a aquellas “dolorosas” palabras. “Lo importante era que la obra de Guillermo quedase completa”, ha manifestado su viuda.
Pero Miriam tuvo que afrontar otra desagradable revelación de su marido en estos escritos: sus infidelidades. El primero en leer estos escritos fue Antoni Munné, el editor, quien ya le avisó de que le “iban a doler mucho”. “Siempre que Guillermo tenía problemas se agarraba a un palo vestido de mujer”, ha explicado Miriam Cabrera.
A pesar de esta confesión, Miriam Cabrera pensó que aquello “no tenía importancia” y decidió seguir adelante con la publicación de este libro. “Podía hacer lo que quisiera, publicarlo o no, pero pensé que por encima de este hecho había que saber lo que le había ocurrido en Cuba”, cuenta.
El principal dolor para el escritor fue decidir que “ya no podía ser cómplice del horror del pueblo cubano”, algo difícil para Cabrera Infante porque él era consciente de que “se tiraba al vacío”. Y así fue, ya que al poco tiempo los “políticos famosos agarrados al régimen castrista lo insultaron y escupieron, le hicieron la vida imposible”.
Cabrera “lloró” mucho por su país, un lugar que ahora “no tiene derecho a nada”, según critica Mirian Cabrera. “El régimen cubano tiene el aplauso de mucha gente fuera, son algo parecido a la familia de Gadafi, todos tienen un puesto”, lamenta la viuda del escritor, aunque se siente esperanzada porque considera que “la literatura triunfa y los políticos se borran”.
Pero, a pesar de esa pena que Cabrera Infante sentía por Cuba, nunca fue una persona triste. “Guillermo y yo decidimos que la vida era una comedia y no una tragedia”. Por ello, excepto este volumen inédito que se publica ahora, todas sus obras respiran “comedia”. “Él no tenía nostalgia. Para él, era como una puta: cuando la necesitaba, la llamaba y venía”, añade.
- Agencias