MIAMI, Estados Unidos.- “No te voy a engañar. Estos son medicamentos que venden en la farmacia para los dolores porque no hay pastillas. Pero yo los compré para tomármelos como bebida alcohólica”, dice Alberto Sarmiento quien confiesa ser alcohólico.
‘Tintura de anamú’ está escrito en la etiqueta de un pomo que Sarmiento ha sacado de una cajita blanca que sujeta con su mano izquierda. “Eso no hace daño, es medicinal y me da una ‘notica’ (embriaguez) rica”, asegura Sarmiento, un reparador de fosforeras y recolector de latas de cerveza vacías que vende como materia prima.
En la farmacia pagó 21 pesos por siete pomos. “Los mezclo con agua y de ahí salen tres botellas que rinden tres o cuatro días. Ya con eso yo ‘tiro’ (resuelvo). Es más barato que una botella de walfarina que vale 500 pesos”, compara.
Dos meses atrás, Alberto en estado de embriaguez, cayó del tercer piso de su casa. “Me salvé de milagro. Me llevaron para el hospital sin conocimiento. Me cogieron siete puntos en la cabeza y tuve una fractura en el tobillo. Todavía tengo el pie hinchado y me cuesta caminar. No tengo quien me ayude. Estoy solo en la casa y vivo a mi manera, ¿Qué voy a hacer?”, dice Alberto de 53 años, que su deteriorado estado físico le hace aparentar más edad.
El aumento del precio de las bebidas alcohólicas en el mercado formal e informal provoca que los alcohólicos compren medicamentos en la farmacia para “satisfacer” su adicción.
En la calle la botella de walfarina (bebida clandestina de fabricación casera) más barata cuesta 300 pesos, mientras en las tiendas estatales los precios de las bebidas alcohólicas oscilan entre 10 y 18 dólares estadounidenses (2000 a 3600 moneda nacional al cambio en el mercado informal de divisas), valores excesivamente altos en un país donde el salario promedio es de algo más de 4000 pesos.
El precio bajo, la venta liberada y el porciento de alcohol en su fórmula hacen que la tintura de caléndula, anamú y pino macho estén entre las más demandadas.
Sin embargo, la caléndula está en falta, mientras que la ingestión de la tintura de anamú y la de pino daña la salud por ser ambas de uso externo.
El consumo de estos productos por los adictos ha provocado escasez, afectando a los enfermos que los necesitan.
“Los medicamentos escasean. Solo nos queda la medicina natural y tampoco hay porque los alcohólicos se la toman”, dice Eduardo, un señor que vino a la farmacia por tintura de anamú para darse fricciones por sus dolores musculares.
Una situación similar sufre Magaly. “Los alcohólicos siempre están a la caza de los medicamentos y se me adelantan. Tengo las uñas enfermas, he visitado varias farmacias y no hay tintura de pino macho para tratar mi mal. Deberían ponerla por receta médica”, sugiere la señora.
La tintura de caléndula es la más demandada por los alcohólicos. “Es un producto liberado, barato, se la llevaron por montones y ya se agotó”, dice una farmacéutica que se identificó como Liset.
La empleada relata el ‘modus operandi’ de los adictos. “Primero compran un pomo, y si sienten el alcohol como ellos quieren, regresan y se llevan más de diez. Van corriendo la voz y así vienen uno tras otro hasta que en un par de días se agota el medicamento. No les puedo decir que no porque son productos liberados”.
Asegura que la tintura de anamú que se vende es tóxica. “Se utiliza para dar fricciones y aliviar los dolores musculares. La etiqueta del frasco dice uso tópico (uso externo)”, detalla la experta.
Y agrega “Ahora los alcohólicos están comprando la tintura de pino macho que también es de uso externo. Es anti fúngica (destruye los hongos parásitos). Se la llevan por cantidad y al otro día compran más. Ahora no sienten nada, pero con el tiempo sentirán los daños en su salud”.
El alcoholismo, un problema que crece
En este escenario se teme que aumenten las probabilidades de un desastre, como el ocurrido en 2013 en el municipio de La Lisa, La Habana, cuando una intoxicación masiva por ingestión de licor clandestino causó la muerte de al menos siete personas y dejó decenas más hospitalizadas.
En ese entonces, la investigación arrojó que los intoxicados habían comprado una bebida que contenía alcohol metílico, un reactivo de laboratorio, que es difícil de diferenciar del alcohol etílico, el que contienen las bebidas alcohólicas.
La amplia red para la atención al paciente alcohólico en Cuba está basada en cuatro niveles: el primario, garantizado por el médico de familia, el personal de los Centros Comunitarios de Salud Mental y los especialistas en Salud Mental Comunitaria municipales. El secundario, que incluye la hospitalización parcial (hospitales de día o de noche) y los servicios psiquiátricos en hospitales generales. El terciario, representado por los dispensarios y servicios hospitalarios especializados en alcoholismo y otras adicciones y el de Urgencias, a cumplimentarse en Policlínicos de urgencia, Unidades de Intervención en crisis y Unidades de Cuidados Intensivos.
Sin embargo, en el país, “más del 45 % de la población mayor de 15 años consume bebidas alcohólicas, fundamentalmente en los rangos de edades comprendidos entre 15 y 44 años de edad; mientras la mayoría de los dependientes alcohólicos tienen edades que oscilan entre 25 y 42 años”, según los resultados de las investigaciones de la Unidad Nacional de Promoción de Salud y Prevención de Enfermedades publicados en el diario oficialista Granma en el 2016.
El informe alerta que hay clara tendencia a la iniciación en la ingestión cada vez más precoz, “sin establecerse diferencias por sexo, ya que estudios recientes sugieren que las mujeres beben hoy a la par de sus homólogos varones, tendencia que complejiza este escenario, si tenemos en cuenta que las féminas, biológica y psicológicamente, son más vulnerables”.
Precisa el estudio que los resultados de una encuesta de Indicadores Múltiples por Conglomerados mostraron que la proporción de hombres que bebe alcohol es superior a la proporción en la mujer.
El consumo de alcohol antes de los 15 años es más común en los hombres que en las mujeres (11 % frente al 3 % respectivamente).
Las estadísticas más recientes son de julio 2022 y arrojaron un aumento del alcoholismo, según los resultados de la Encuesta Nacional de Salud.
“La Encuesta Nacional de Salud arrojó que, en los 30 días previos a ser encuestados, el 73% de las personas había consumido bebidas de este tipo, contra un 67% que lo hacía en el 2010. Lamentablemente, también se aprecia que el 68% comenzó a consumir alcohol entre los 10 y 19 años”, dijo el ministro de Salud Pública, doctor José Angel Portal Miranda, cuando presentó ante el Parlamento cubano la estrategia para la prevención y el control de las enfermedades no transmisibles y sus factores de riesgo en Cuba.
Ebrios de farmacia
“Dame un peso para completar y comprar una tintura de pino macho”, pide Luis Enrique Sandino, un joven que muestra un billete de cinco pesos en su mano izquierda. Sus palabras son ininteligibles debido a su embriaguez.
Insiste una y otra vez a los clientes de una farmacia que no lo complacen pues saben que comprará el medicamento para utilizarlo como bebida alcohólica.
Finalmente alguien le da el peso y compra un pomo que guarda en una bolsa de nylon. Sale del local y procura no ser observado. Guiña un ojo y se da un trago de otro pomo. “En este ya lo tengo listo. El que acabo de comprar lo prepararé más tarde”, comenta Sandino a una persona que se le queda mirando.
Toma otro trago y hace una mueca por el sabor amargo de la bebida. Sus gestos se transforman y dibujan una sonrisa de satisfacción en su rostro. “Esto me da una borrachera rica”, dice.
Una persona le pregunta cómo se prepara la bebida. Del interior de una jaba de nylon que sujeta con su mano izquierda Luis Enrique saca el pomo recién comprado, se lo lleva a la boca y con los dientes le quita la tapa que después escupe al piso.
Comienza a re-envasar el líquido a otro recipiente. Por su estado de embriaguez no percibe que el pomo se ha llenado y se derrama el contenido. “Busca un pañito para secar eso”, dice mientras tira el pomo vacío al piso, se da un trago y le brinda a Yosvany Avalle, su compañero de borracheras quien finalmente explica que la preparación consiste en mezclar un pomo de agua con uno de tintura de pino.
Luis Enrique y Yosvany saben que la tintura de pino es dañina y se utiliza para curar los hongos de las uñas. “Pero nosotros la compramos pa’ tomar”, dicen los dos mientras se ríen y comparten un trago del mismo pomo.
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