LA HABANA, Cuba, mayo (173.203.82.38) – El vecindario próximo al vertedero de Tarará, en el municipio Habana del Este, anda que echa humo, desesperado por la humareda que invade sus viviendas y el peligro de incendio. Dicen los vecinos que la situación es terrible, que ya no saben qué hacer ni a quién dirigirse. Nadie les hace caso.
Ningún funcionario ni organismo del Estado, responsable de la situación que se mantiene desde hace diez años ha resuelto el problema.
Ramona Muñiz, residente en la zona, dijo a este reportero: “Contacté con Apolonio, un jefe provincial a cargo de los vertederos de la ciudad. Prometió tomar medidas para acabar con el fuego y el humo. Cuando a los pocos días llamé a su oficina me contestaron que Apolonio ya no trabajaba allí, y ellos no tenían que ver nada que ver con el humo. Aunque está prohibida la quema de basura, hace unos días aquello cogió candela de nuevo. El fuego casi llegó al borde de las viviendas más próximas, entre ellas la mía”.
Otra vecina contó que cuando se destinó para vertedero la cantera confiscada a la familia Domínguez, fue sólo para recoger escombros, pero no basura doméstica ni mercancías vencidas de los establecimientos y frigoríficos.
“Hace años se echa todo tipo de basuras. Llegan camiones repletos de nailon y cartones para quemar. Esos desechos aportarían millones de dólares si se reciclaran. También muchos alimentos vencidos”.
A Domingo se le ve varios días a la semana, merodeando por el basurero. Conversa con custodios, y se sabe de qué hablan. Guardan la “mercancía” a Domingo, que la recoge el día y hora convenidos, por lo general de noche porque “siempre hay un ojo que te ve”.
Entre sorbos de ron el custodio escarba y saca los productos dañados o vencidos: barras de chocolate, pollo, carne, pescado, conservas en lata, juguetes, jugos, cajas de cigarrillos, zapatos, todo un bazar de desechos, aparentemente aptos para el consumo, pero peligrosos, especialmente los comestibles, que Domingo y otros compinches comercian por los alrededores, y más allá.
El daño al medio ambiente y la salud es enorme. El humo y los gases que emanan de la descomposición de la basura, el mal olor, afecta a la población, especialmente a personas asmáticas; también otros se enferman, incluidos los niños.
Ramona Muñiz informó también que la pasada semana una loma cercana, que estaba cubierta de vegetación, se quemó al propagarse el fuego proveniente del vertedero, dejándola prácticamente sin árboles, afectación ambiental grave.
“El daño provocado por el vertedero de Tarará se conoció de inmediato; hasta la prensa escrita y televisiva dieron cuenta del asunto. No se sabe cuántas cartas hemos enviado a todas las instancias del gobierno, pero nadie da solución a nuestro problema, que es también el del país. Prácticamente vivimos en un infierno” -concluyó Muñiz.