Foto-galería sobre Pablo Escobar
LA HABANA, Cuba – Gracias a los seriales colombianos de narcotraficantes, que son, junto a los culebrones mexicanos de Univisión, los más solicitados por la clientela de los paquetes audiovisuales offline que circulan -a falta de Internet y televisión satelital-, Pablo Escobar se ha convertido en el héroe de algunos cubanos, principalmente jóvenes.
He escuchado a varios chicos decir que Pablo Escobar era “un bárbaro, un salvaje, que se las sabía todas”. Lo escuché hace poco a un trío de jovenzuelos de mi barrio, de aspecto patibulario, que bebían alcohol en el borde de su portal y atronaban el aire con los narcocorridos, una música que han descubierto recientemente y con la que parece piensan sustituir al reguetón, que ya les empieza a aburrir.
Resultaría increíble, propia de aberrados, la fascinación por un sanguinario delincuente que además de asesinar a sus rivales y a todo el que le molestaba, no vacilaba en hacer estallar coches-bombas o un aparato de Avianca en pleno vuelo, con 107 pasajeros a bordo, niños incluidos.
Pero tengamos en cuenta que los fascinados por Pablo Escobar son jóvenes criados en una sociedad fallida, donde se trastocaron los valores, se perdieron los escrúpulos y la ética fue derrotada por el dinero, no importa el modo en que se gane y a costa de qué.
Algunos de estos muchachos, generalmente bastante violentos, lo mismo roban, trafican con lo que sea, sirven de proxenetas de sus novias, que se prostituyen ellos mismos con extranjeros de cualquier sexo y edad, siempre que haya dinero de por medio o la posibilidad de que los saquen de Cuba.
Si no sirvieron por aburridos y falsos los referentes del adoctrinamiento oficial, ¿asombra entonces que sueñen con ser capos de la droga?
Algunos, en ciertos barrios, ya hacen realidad, según sus posibilidades, sus sueños: solos o en pandillas, venden pastillas, polvo y piedra. Y los más duros se hicieron de un “timbre” (pistola) y andan “ensillados” (armados). Como sus héroes colombianos de la pantalla, que no son precisamente Juanes o Shakira. Y mucho menos Piedad Córdoba o el reelecto presidente Juan Manuel Santos, que negocia la paz con los charlatanes terroristas de las FARC y niega tener algo que ver con aquel asunto de los falsos positivos, “solo de Uribe”, por muy ministro de Defensa suyo que él fuera.
Aunque más por motivos ideológicos y de control social que por otra cosa, no andan muy mal encaminados los comisarios de la cultura oficial que se preocupan por la proliferación de los paquetes audiovisuales. Buena parte de los materiales que contienen los paquetes han traído consecuencias sociales mucho más graves que el fomento de la banalidad y el mal gusto entre la población.
En lo del mal gusto, la TV cubana no se queda a la zaga, sino que más bien compite con entusiasmo, consiguiendo que entre los bostezos de un programa que valga la pena y el próximo, mucho teque político de por medio, la gente prefiera los paquetes audiovisuales y desdeñe películas y documentales realmente valiosos, instructivos y de valor artístico. A propósito, de éstos hay más en la TV cubana -donde abundan los documentales del Discovery y los seriales y películas norteamericanas con méritos artísticos y no mera violencia y efectos especiales- que en la TV en español de Miami.
Pero, quién le pone el cascabel al gato. O la Mesa Redonda a un cubano. La gente sigue con los paquetes en los discos y las memorias USB, y prefieren Sábado Gigante antes que De la gran escena. Y cómo no, los seriales colombianos de narcotraficantes.
A propósito, ya que al parecer no fueron muy efectivos los materiales sobre el tema que pasaron recientemente en Telesur, sería conveniente que los hacedores de la TV Cubana, para contrarrestar la repugnante fascinación por Pablo Escobar y los capos de la droga, pusieran en Pasaje a lo desconocido algún material del History Channnel o cualquier otra fuente, sobre el narcoterrorismo en Colombia.
Conviene, porque últimamente, y todo por culpa de los dichosos seriales colombianos de los paquetes, escucho demasiados disparates sobre Pablo Escobar, incluso a personas que creía inteligentes.
He escuchado a algunos discutir si a Escobar lo mataron agentes del Mossad israelí o una megabomba norteamericana que hizo un megacráter en suelo colombiano como el del meteorito de Tunguska. A los que discutían no logré convencerlos de que el capo murió , el 2 de diciembre de 1993, en Medellín, acribillado a balazos por policías colombianos y agentes de la DEA norteamericana, gracias a que ayudaron a cazarlo los Pepes, una pandilla que finalmente resultó tan asesina y dañina al estado colombiano por su acción corruptora, como el propio Escobar.
Pero peor son las sandeces que he escuchado en el sentido de que Pablo Escobar está vivo, y no enterrado en Monte Sacro; que el que mataron fue un doble, que el verdadero se cambió el rostro con una cirugía plástica y huyó de Colombia y anda por el mundo, disfrutando de los millones de dólares que ganó vendiendo cocaína y heroína. Va y hasta a alguno de estos imbéciles les da por asegurar que se ha dado una vueltecita por Cuba, a visitar a algún amigote…
luicino2012@gmail.com