LA HABANA, Cuba. – Miles de litros de agua a diario se escapan por los salideros del Cerro. Por gravedad, el vital líquido se desparrama más de un kilómetro atravesando las barriadas, hasta caer por algún alcantarillado. Una parte queda empozada en los incontables baches que colman las calles del municipio.
A ellos se unen los múltiples basureros que prosperan en las esquinas, desbordando los pocos contenedores plásticos y camas Ampliroll que existen en los barrios para la recogida de desechos y escombros. En muchos puntos ni siquiera hay depósitos, por lo que las pilas de basura aumentan sobre las aceras y se expanden a las calles, en una zona densamente poblada.
Un problema añejo, sin soluciones a la vista
Los salideros se remontan unos 30 años atrás. Nativos del lugar aseveran que, desde entonces, entregaron un sinfín de quejas en las oficinas del Gobierno local y en la empresa Aguas de La Habana (AH), pero los trabajos de mantenimiento que se han realizado no solucionan el problema.
“Algunos salideros llegaron con Cristóbal Colón, y siguen en el mismo lugar, molestando a la misma gente. Lo que hacen no sirve, porque si no es por ahí mismo, revienta por otro punto”, comentó Aimara Alcántara Rodríguez, vecina del Consejo Popular Latinoamericano. Ella estima que, lejos de disminuir, los salideros se incrementan.
A principios de abril, Maroly Guillart Ferrer, subdirectora de Mantenimiento de Acueductos en AH, explicó a la prensa oficial que en enero y febrero la capital promedió entre 3.700 y 3.800 salideros diarios.
Coincidiendo con la apreciación de Alcántara Rodríguez, la funcionaria de AH confirmó que la empresa solo puede acometer de 120 a 130 acciones por jornada, las cuales, además de contemplar la reparación de salideros, incluyen el mantenimiento a válvulas y cambios de ramales.
Juan Manuel Palacios Fría, trabajador de Acueducto en el Cerro, argumentó en diálogo con CubaNet que la situación es más compleja en los consejos populares Palatino y El Canal, donde los escapes restan potencia a las redes conductoras y, en consecuencia, el abastecimiento de agua a las viviendas sufre afectaciones sistemáticas.
Según Palacios, los ramales que conducen el agua al área contienen al menos 20 tramos ―unos dos kilómetros de tuberías― dañados por salideros y obstrucciones que, a la postre, provocan nuevos salideros.
La mejor solución sería sustituir los tramos afectados, “lo demás es seguir remendando”, refiere Palacios. Pero, “¿cómo hacerlo si no recibimos los medios que se necesitan?”, pregunta, desmarcándose de cualquier responsabilidad en la situación. Al fin y al cabo ―sostiene―, en AH es “un empleado más”.
Las características del terreno ―añade― disminuyen la posibilidad de cambiar tuberías, pues la red conductora atraviesa la mayoría de los repartos y un alto porcentaje de los ramales se expande bajo los domicilios.
“Vivienda y Planificación Física tienen culpa en todo esto, por permitir construcciones que, aunque después fueron legalizadas, se conectaron a la red de abastecimiento violando todas las normas que existen”, puntualizó.
Hacia la barriada El Canal, el agua fluye 12 horas en días alternos. Sin embargo, la mayoría de las veces el líquido solo llega un par de horas antes que concluya el horario establecido, con un chorro “muerto” (sin presión) que nada más permite acopiar desde pilas bajas usando envases pequeños.
Los días que corresponde agua, frente a casa de José Luis Mederos Pérez corre un riachuelo que entorpece el acceso a la vivienda. En cambio, hace meses que no cae una gota en los tanques que tiene en alto.
“A base de cubos recogemos agua para tomar y cocinar, más un tanque de 55 galones que se llena para el baño. Mi esposa va y lava la ropa en casa de su hermana, en Centro Habana, y la casa se limpia cada 10 días. Entonces, el agua también llega sucia y hay que hervirla para tomarla, a cada rato alguien se enferma del estómago”, lamentó Mederos.
Sobre la calidad del agua, Zobeida Ferrán Castellanos amplió que, cada cierto tiempo, tiene que destupir los filtros de los grifos de su casa, debido a la acumulación de “un residuo verdoso”que se asemeja al moho o a partículas vegetales.
“Hasta sabe mal y apenas se le siente el cloro, es como si no la trataran. Uno nunca se adapta, siempre hay que tener mucho cuidado”, alertó la mujer, quien teme que los no menos cuantiosos vertimientos de aguas albañales puedan penetrar por los salideros y contaminar el agua de consumo humano.
Basureros, la otra pata de la mesa
Al igual que los salideros, hace tiempo que los basureros dan guerra a los residentes del Cerro. En el municipio se vierten unos 6.000 metros cúbicos de basura a diario, según el reporte de un empleado de la Empresa Aurora, encargada de la recogida de desechos, que aceptó conversar con CubaNet bajo condiciones de anonimato.
De acuerdo con la fuente citada, la proliferación de los basureros tiene como factores comunes la escasez de recursos destinados por el Gobierno al sector y la tendencia enraizada a cometer indisciplinas sociales .
“Muchos recortes… Desbarataron las empresas de comunales y ahora pasa lo mismo con las Aurora. Hay que meterle dinero para que esto mejore, pero sueltan muy poco y encima la gente no cuida nada. En enero sacamos un lote de contenedores plásticos y en menos de una semana ya les habían robado las ruedas y casi todos estaban partidos”, dijo la fuente.
Para las labores de saneamiento la empresa cuenta con solo dos equipos funcionando: un tractor con carreta y uno de los camiones donados por Japón, por lo que la eliminación de los basureros ocurre en ciclos de siete y hasta diez días.
“Con esto del combustible estamos muy limitados, el tractor casi no puede salir y el camión malamente cubre las principales calles y avenidas. Estamos en crisis”, puntualizó el entrevistado, que también denuncia la falta de guantes, botas y delantales que necesitan los empleados para cuidarse de contraer alguna enfermedad por el contacto con los desechos.
Por esa última causa, fundamentalmente, argumenta que desaparecieron los tradicionales barrenderos que durante la madrugada garantizaban la higiene de la ciudad. “Casi nadie quiere hacer ese trabajo”, acotó.
Mientras tanto, miles de personas conviven con la basura y los vectores como vecinos indeseados. Amarilis Acevedo Curvelo, residente en el Consejo Popular Las Cañas, narra que las cucarachas y los ratones ya se pasean por la calle como si fuera su hábitat natural
“Párate unos minutos y vigila la basura, para que veas como salen y corren los ratones de un lado para otro. Se te meten en la casa y tienes que esconder lo poco que se consigue de comida, para que no lo manoseen”, comentó Acevedo.
En El Canal, de manera general a casi todos preocupa la mezcla de la basura con las aguas que vierten los salideros, situación que produce arrastre de desechos hasta la puerta de las viviendas que ocupan zonas bajas.
“Alguien tiene que dar la cara y solucionar esto; nos están exponiendo a una enfermedad. No es posible que una para entrar o salir de la casa tenga que obligatoriamente mojarse los zapatos en esa pudrición”, sentenció Mariela Ríos Puentes.