MADRID, España. — Dice el periódico oficialista Granma que “crece el interés de empresas extranjeras por invertir en el comercio interior de Cuba”, y más adelante reconoce que “tan solo 16 entidades extranjeras han sido atendidas por el Grupo Comercializador de Productos Industriales y de Servicios, tras la flexibilización de varias normas, medidas y regulaciones con relación a la inversión extranjera en el sector del comercio”.
Dicho de otro modo, la política del régimen para crear e incentivar mercados mayoristas y minoristas, no solo de línea económica con destino a la población, sino de bienes intermedios que permitan la reactivación de la economía, ha sido un fracaso, atendiendo a las cifras alcanzadas. Estas 16 entidades foráneas ni siquiera justifican la apertura del expediente administrativo. Es evidente que la inversión extranjera no se ha dejado atrapar por los cantos de sirenas del régimen, y los problemas de desabastecimiento en el comercio interior seguirán siendo causa de malestar y protestas en la población.
Los comunistas cubanos creen que autorizar la comercialización minorista bajo la modalidad de empresas mixtas con capital extranjero, y la creación de empresas mixtas con capital 100% extranjero en el caso del sector mayorista, van a resolver los graves problemas del comercio en Cuba. No tienen ni idea.
El caos y la ineficiencia en la distribución comercial creados tras las confiscaciones del sector intermediario al poco de comenzar la Revolución, han dado lugar a un sistema improductivo e incapaz de atender las demandas sociales. No es esta la forma de crear e incentivar mercados mayoristas y minoristas, no solo de línea económica con destino a la población; sino de bienes intermedios que permitan la reactivación de la economía.
Para que los mercados de distribución funcionen, tengan sentido, lo que se tiene que conseguir primero es que haya bienes y productos comercializables. Hay que construir la casa por los cimientos, no empezando por el tejado.
Destaca Granma que los inversores interesados proceden de países tan disímiles como Vietnam, Emiratos Árabes Unidos, Canadá, Rusia, España, Italia, la India, Argentina y Uruguay. Esta realidad confirma dos cosas: la primera, que Cuba no está embargada ni bloqueada, pero cuando se conoce la realidad del país los inversionistas huyen, pues al comparar la situación de la Isla con la de sus países de origen, no encuentran ni un solo rasgo común; la segunda, que no se ha tenido éxito en la búsqueda de mercados de distribución mayorista y minorista de bienes de línea económica, y no hablemos de las operaciones logísticas de alimentos secos y refrigerados, que son más complejas.
El régimen muestra su satisfacción por la aprobación de algunos proyectos inmediatos, pero la precipitación nunca es buena en estos casos, más aún cuando se parte de niveles muy bajos en los productos alimenticios a comercializar que no están en el país, exigiendo un nivel de importación que, con la actual escasez de divisas, es impracticable. Luego están los proyectos faraónicos que acaban siendo un fracaso, como el denominado “Gran Ferretero” para la comercialización mayorista, que dicen permitirá a las mipymes adquirir recursos y productos para desarrollar sus emprendimientos. ¿Por qué solo a las mipymes? La concepción de esta política comercial es errónea, pues sin suficiente producción nacional, todo lo demás sobra.
En realidad, el interés del régimen para atrapar este tipo de proyectos de inversión extranjera no tiene como objetivo promover la industria nacional y satisfacer las necesidades de la población, sino que es un instrumento más para recaudar y controlar divisas destinadas a las arcas del Estado. Los empresarios extranjeros quieren incorporar producciones nacionales a sus proyectos para reducir los costos en el transporte de mercancías, pero se encuentran con las limitaciones de la oferta productiva.
Es decir, el deseado “encadenamiento de los diferentes actores de la economía con empresas extranjeras” no se logra de este modo, por las trabas y obstáculos que el régimen impone a la producción nacional. Sin eliminar dichas trabas, la economía cubana no podrá reactivarse y generar oferta suficiente para que la distribución comercial mayorista y minorista pueda operar con rentabilidad. Los parches no funcionan.
ARTÍCULO DE OPINIÓN
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