GUANTÁNAMO, Cuba. ─ Recuerdo el impacto que tuvo el suceso en muchos cubanos. No era que la crueldad de la dictadura fuera entonces algo desconocido, pero costaba admitir tanta vileza y que tratara de justificarse. Posteriormente, fue divulgada la grabación del audio donde uno de los pilotos se regocijaba al ver la explosión de las avionetas. Cuesta admitir tanta maldad, pero existe.
El crimen ocurrió justo cuando la administración del presidente Bill Clinton estaba dando pasos concretos para limar asperezas con la dictadura de Fidel Castro. Los representantes del régimen cubano aseguraron que las avionetas habían violado su espacio aéreo, pero su naturaleza mendaz me impide aceptarlo.
Suponiendo que eso fuera cierto, la dictadura pudo haber cumplido el protocolo internacional establecido para esos casos y luego presentar una protesta ante el Gobierno estadounidense, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y la Organización de la Aviación Civil Internacional (OACI). Pero en vez de responder racionalmente optó nuevamente por asesinar.
La investigación de la OACI
Realizada por cuatro expertos, la investigación de la OACI afirmó que tres avionetas Cessna de “Hermanos al Rescate” violaron las áreas de peligro designadas por Cuba y dos fueron derribadas aproximadamente a 10 millas náuticas fuera del espacio aéreo territorial cubano. También afirmó que Cuba no intentó utilizar otros medios a su alcance, como las comunicaciones por radio, para persuadir a los pilotos para que se alejaran de su territorio.
La OACI también consideró que las autoridades de la Isla no hicieron ningún intento para dirigir a los aviones derribados más allá de los límites del espacio aéreo nacional, o alejarlos de áreas prohibidas, restringidas o peligrosas. Tampoco los pilotos de “Hermanos al Rescate” recibieron instrucciones para que aterrizaran en un aeródromo designado y concluyó que Cuba no cumplió con los procedimientos estándar de la OACI para maniobras y para señales de intercepciones militares.
Al referirse a los antecedentes del suceso, el equipo investigador reconoció que las autoridades cubanas habían notificado a EE. UU. que su espacio aéreo fue violado en siete ocasiones entre el 15 de mayo de 1994 y el 4 de abril de 1995 y que el 14 de julio de 1995 habían declarado públicamente que tomarían las medidas necesarias para evitar acciones provocativas, advirtiendo que cualquier avión que se violara el espacio aéreo cubano podría ser derribado.
El 13 de enero de 1996 José Basulto, presidente de “Hermanos al Rescate”, voló a baja altura sobre La Habana y el Gobierno estadounidense inició acciones legales en su contra.
En el execrable suceso del 24 de febrero de 1996 murieron cuatro personas: Armando Alejandre, de 45 años; Carlos Costa (29), Mario M. de la Peña (24) y Pablo Morales (29), tres de ellas ciudadanos estadounidenses.
Gran repulsa internacional
Este nuevo crimen de la dictadura cubana provocó una inmediata repulsa internacional. En uno de sus peculiares arranques demagógicos ante la televisión nacional, Fidel Castro ─tan acostumbrado a manipular los hechos a su conveniencia y convencido de que siempre podría contar con el apoyo de numerosos países tradicionalmente cómplices de sus acciones abusivas─ instó a la OACI a que investigara lo ocurrido, que aceptaría y publicaría sus resultados.
Cuando la OACI entregó su informe se negó a aceptarlo y acusó de parcialidad a los investigadores. Tampoco lo publicó.
Pero esta vez Fidel Castro se equivocó en sus vaticinios y sufrió una contundente derrota diplomática en uno de los días más significativos para él y su cuadrilla. Con 13 votos a favor, ninguno en contra y solo dos abstenciones ─las de la Federación Rusa y de la República Popular China─ el Consejo de Seguridad de la ONU aprobó la Resolución 1067 del 26 julio de 1996, mediante la cual condenó la acción ejecutada por la dictadura cubana, la cual calificó como “un acto ilegal” y afirmó que la Fuerza Aérea de Cuba violó el principio de que los Estados deben abstenerse de utilizar armas contra aeronaves civiles en vuelo, una norma establecida en el Convenio de Chicago de 1944 sobre Aviación Civil Internacional por una consideración elemental de humanidad.
Dicho convenio también establece que en caso de interceptación de un vuelo civil no se debe poner en peligro la vida de las personas a bordo y la seguridad de la aeronave.
En el momento en que ocurrieron los hechos ni Cuba ni EE. UU. habían ratificado el protocolo, aunque sí eran partes de la Convención.
En su afán por desacreditar a “Hermanos al Rescate”, la dictadura cubana inició una campaña desinformativa calificándola como una organización terrorista cuando lo cierto es que muchos cubanos deben su vida a la solidaridad de esa organización, encargada de sobrevolar las aguas del estrecho de la Florida con el objetivo de localizar a balseros, suministrarle ayuda en alimentos y medicinas e informar inmediatamente al servicio de guardacostas estadounidense para que pueda ponerlos a salvo.
En la sesión del Consejo de Seguridad de la ONU el representante de la dictadura habló por una hora y media tratando de desvirtuar los hechos. Pero recibió una contundente respuesta por parte de la señora Madeleine Albright, representante de los EE. UU., quien, antes de que se adoptara la resolución, afirmó: “Francamente, la posición de Cuba ha sido insensible y despreciable. Derriban aviones civiles y luego culpan a las víctimas. Piden una investigación y luego culpan a los investigadores. Son los agresores en este caso, y sin embargo afirman que están siendo perseguidos”.
Un cuarto de siglo después de este horrendo crimen, los defensores del castrismo no sienten una pizca de vergüenza al continuar afirmando que Fidel Castro fue un defensor de la vida y la libertad de los cubanos mientras los familiares de las víctimas continúan esperando justicia, como también la esperan los familiares de las personas que viajaban en el transbordador “13 de marzo” y los de los jóvenes fusilados en 2003 luego de intentar llevarse una embarcación para los EE. UU.
El autor agradece a Patricia Martínez y a Tomás Cardoso, del servicio informativo de Radio Televisión Martí por la información aportada
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