LA HABANA, Cuba, marzo, 173.203.82.38 -Dice Fidel Castro que se siente vigilado. Y no es para menos; lamenta que ahora todo se sabe y que ahora se meten en todo; dice que ya no se puede ni tomar el sol en cueros en las azoteas, porque los americanos y los europeos lo retratan e interceptan todo; que nadie en el mundo se puede librar de esta vigilancia.
Como cambian los tiempos. Castro se lamenta de que la gente sea vigilada; ¿qué diremos los millones de cubanos que no podíamos ni respirar en paz, vigilados siempre por orden suya?.
Lo que preocupa hoy al ex dictador no es un Comité de Defensa de la Revolución -uno de aquellos cientos de miles que inventó él para que vigilaran a todos los vecinos en cada cuadra. Aquellos comités, poco a poco están pasando a la historia. Ahora es el Echelon norteamericano, un sistema de espionaje satelital que desde lo altísimo del cielo puede descubrir hasta el color de los calzoncillos de la gentodos te. ¡Qué bueno!
Nunca antes había sido más real aquel viejo proverbio que reza “no hay nada oculto entre la tierra y el cielo” Ahora con los sofisticados satélites que desde arriba registran todo lo que ocurre en el Planeta y con las nuevas tecnologías de comunicación, el proverbio se ha convertido en una tremenda pesadilla para dictadores y presidentes vitalicios.
Hoy, si Fidel Castro volviera a comprarse un rottweiller en cinco mil dólares, como hizo en 1999 mientras el pueblo pasaba hambre, quizás se enteraría medio mundo. O si le diera por regalarle helados especiales a otro amigo, como hacía con Ho Chi Min, que recibía helados cubanos cada semana enviados por Castro desde Cuba en aviones especiales, también la gente se enteraría.
Ahora, con esos satélites que tanto le preocupan, su psicosis de que lo quieren asesinar debe haber aumentado; aunque a nadie le interese ya agredirlo. Por el contrario, muchos quieren que siga vivo para que vea como se caen a pedazos los edificios de La Habana, como Cuba tiene que importar café, azúcar, frijoles, arroz, y dentro de poco hasta tabaco y ron y así pueda ver el subdesarrollo que padecemos por su culpa. No, que no se muera todavía.
Quizás Castro imagine que en la memoria del Echelon están todos sus movimientos registrados para la historia. En fin, que su intimidad y sus secretas travesuras son descubiertas a cada momento por esta especie de CDR de última generación que se fundó en el cielo sin su permiso. Pobre, él que en una época llegó a pensar que hasta el cielo le pertenecía.