LA HABANA, Cuba.- Una familia cubana, con Rosa González Hernández, de 60 años, a la cabeza, y su hija Mayuli Cartazal González, de 33, y sus tres nietos, de 16, 17 y 6 años, viven en críticas condiciones, en una casa semiderruida que parece estar a punto de caerles encima.
La casa de la familia, ubicada en Calzada de Managua número 24 entre Ánimas y Amargura, en El Calvario, Arroyo Naranjo, se la entregaron a Rosa González luego de pasar 16 años trabajando en una microbrigada. A pesar de que tenía un expediente de albergada desde 1980, no consiguió que le diesen un apartamento en alguno de los edificios que construyó en el reparto Víbora Park. Lo que le dieron fue esa casa en El Calvario, vieja, deteriorada, que estaba declarada “en estado inhabitable pero reparable”. Le dijeron que era una solución provisional, le prometieron ayuda para repararla, pero pasaron los años y esa ayuda no se concretó.
Los ciclones han ido destruyendo la casa de esta familia cubana. Sobre todo, el techo de madera. Me cuentan que el huracán Lily fue el que más les afectó, que la cocina se derrumbó en 1996 y luego cayó el techo del baño.
Rosa y Mayuli, sin recursos económicos, siempre en la espera de la ayuda que no llegaba, fueron remendando la casa –o lo que queda de ella– como pudieron, con tablas, cartones y planchas de zinc, que la mayoría de las veces han sacado de la basura.
El techo, lleno de goteras, cada vez está peor. Cuando llueve, todo se les moja. Se han quedado sin colchones y sin los pocos muebles que tenían. La humedad ha afectado la salud de los nietos de Rosa, que son alérgicos y asmáticos.
El baño tuvieron que taparlo con tablas y nylon. Como la fosa sanitaria está tupida, las aguas albañales corren por el patio.
Rosa recibe una mísera jubilación, y Mayuli, por ser madre soltera (el padre de sus hijos falleció) y tener problema de vivienda, es considerada como un caso social, pero asegura que de los trabajadores sociales solo ha recibido una cocina y un juego de sábanas.
Rosa y Mayuli han acudido a varias instancias del gobierno para solicitar un subsidio que les permita adquirir materiales de construcción para reparar la casa, pero sus gestiones han sido infructuosas.
A una carta que envió Mayuli a la Asamblea Nacional a través del Poder Popular Municipal, le respondió la Dirección Municipal de Vivienda, en una carta firmada por la directora, Rosa Figueroa O´Farrill y fechada el pasado 14 de mayo, que Rosa, su mamá, como propietaria, tiene la posibilidad de solicitar un dictamen del estado del inmueble. Le explicaba que los técnicos que se encargan de estos dictámenes atienden los miércoles en la Oficina de trámites de la Dirección Municipal de Vivienda.
Continuaba: “Una vez que ustedes obtengan el dictamen se podrá conocer qué es lo que procede al respecto; pero de estar la vivienda inhabitable reparable o irreparable podrán solicitar el subsidio cuando nos corresponda la convocatoria en el territorio y debe solicitarlo la propietaria, y se procederá posteriormente a realizar el procedimiento que establece la ley para estos casos…De lo contrario, pueden confeccionar expediente y solicitar una capacidad de albergue, porque la solución de una vivienda no la tenemos…”
Mayuli se declaró inconforme con la explicación dada. Está convencida que a nadie le importa su situación y que no quieren ayudarla.
Rosa González, que piensa que en la Dirección de Vivienda lo que quieren es que les pague un soborno para solucionarles su situación, acudió a quejarse la Dirección de Atención a la Población de la Contraloría General de la República. En respuesta, recibió una carta del pasado 22 de julio, firmada por el contralor Darlam Dalmau Palomino, donde le informan que “…se ha considerado trasladar al Consejo de la Administración Provincial de La Habana las imputaciones que realiza y a tales efectos, recibirá de ese organismo la debida atención y respuesta”.
Como Rosa y Mayuli tienen pocas esperanzas, están desesperadas y enojadas porque consideran que se han burlado de ellas, acudieron a la prensa independiente, a ver si así alguien en el gobierno, aunque sea para que se calle, se digna a hacerles caso.
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