LA HABANA, Cuba, enero, 173.203.82.38 -Es una ofensa a la memoria de todos aquellos que lucharon por los derechos y reivindicaciones de los negros cubanos, el hecho de que luego de transcurridos 53 años de gobierno revolucionario, la realidad demuestre que sus esfuerzos fueron en vano.
Muchos pensaron que se había puesto fin a la injusticia, pero los hechos denuncian todo lo contrario: ésta ha cobrado fuerza y vigencia en tiempos de revolución.
Actualmente Cuba transita hacia una sociedad en la que el papel protagónico lo asume el blanco, que es el que reúne los componentes antropológicos, sociológicos y somáticos de la raza a imitar, la que tiene la oportunidad de acceder a los trabajos mejor remunerados.
Es verdaderamente vergonzoso que a 30 años de constituida la Asamblea Nacional del Poder Popular, y a más de 20 años del Período Especial, los diputados cubanos sometan a discusión el tema de la discriminación racial, algo que no pocos en el exterior consideraban que era un problema resuelto por la revolución en Cuba.
Y ahora resulta que para rehuir las verdaderas causas del fracaso, Ricardo Alarcón, presidente de la Asamblea Nacional del Poder Popular, con el respaldo de Miguel Barnet, presidente de la Unión Nacional de Escritores y Artistas, y de Abel Prieto, Ministro de Cultura, de Suleika Romay, presidenta del Instituto Cubano del Libro, y de Mariela Castro Espín, aseguran que la discriminación y exclusión que sufren hoy los negros cubanos son consecuencia de “problemas culturales”.
A no ser que incluyan dentro de este tipo de problemas la falta de oportunidades de que han sido víctimas, también dentro del proceso revolucionario.
Sería interesante que estos dirigentes se acerquen a los negros y a sus familiares, pero de verdad, no demagógicamente, para preguntarles cuáles son hoy las razones concretas de esos “fenómenos culturales” que tanto les afectan.
Tal vez descubrirían entonces lo que ya sabe todo el mundo: que en Cuba son muy pocos los negros que trabajan en el turismo, en las Tiendas de Recuperación de Divisas, en las firmas extranjeras, en las misiones diplomáticas o empresas aéreas. Y que además apenas hay negros miembros del Consejo del Estado y de Ministros o altos dirigentes del Partido Comunista.
Que nadie se llame a engaño: el origen de la discriminación del negro en Cuba no está en la distorsión y desconocimiento de los temas contenidos en los manuales de historia, o en el manejo de las ciencias antropológicas y sociológicas a favor de los blancos. La verdadera causa de esta desgracia está en la falta de oportunidades.
En los primeros años de la revolución los negros cubanos se ilusionaron y creyeron que por fin tendrían las mismas oportunidades y derechos que los blancos. Y no fue corto el tiempo que esperaron pacientemente. Pero pasados 53 años, ya no parece quedarles esperanzas ni dudas. Sólo desilusión.