LA HABANA, Cuba, julio (173.203.82.38) – A pesar de que la Oficina Nacional de Estadísticas -ONE- informó que la publicación de libros en la isla cayó un 82% en los últimos cinco años, la de libros de texto sigue siendo priorizada. Al gobierno le interesa que así sea, y no es por gusto.
Por ejemplo, los libros de texto utilizados para enseñar Historia de Cuba, redactados por autores anónimos a diferencia de los utilizados antes de 1959, dicen claramente al inicio de sus páginas que los conocimientos que con ellos se adquieran, serán “en beneficio de la Revolución”.
Ningún gobierno anterior al castrismo se atrevió, ni siquiera intentó, escribir la historia del país a su conveniencia, para que los niños y jóvenes se inclinaran a favor de su política.
Un grupo de especialistas, compuesto por investigadores, profesores universitarios y periodistas oficiales, que se reunió a principios de julio en el Centro Cultural Fresa y Chocolate, en el Vedado, llegó a la conclusión de que a nuestra juventud no le interesa la política tradicional.
Uno de los especialistas alegó, entre otras causas, que esto se debe a que los jóvenes carecen de participación social; mientras otro especuló que el hecho era debido “al consumismo y la precariedad económica”.
El criterio del periodista Luis Sexto fue que la apatía política entre los jóvenes de debe a que hay una “excesiva politización”. ¿Será por la cantidad de años de incesante propaganda política divulgada todo el tiempo y por todos los medios posibles, o quizás por los interminables y aburridísimos discursos, siempre diciendo lo mismo, a que nos sometió durante tantas décadas el Comandante en Jefe? ¿O quizás Sexto se refiere a los libros de texto escolares; verdaderos mamotretos de adoctrinamiento repletos de las loas a la dictadura?
Como de los gustos de los jóvenes se trata, se me ocurrió que lo más lógico era hablar con algún joven sobre el tema. Y hablé con Josué, un muchacho de 27 años que vive en Mariel.
Josué me cuenta que estudió hasta el décimo grado y siempre sacó excelentes notas, excepto en Historia. No asimilaba, vaya usted a saber por qué, la nueva historia de Cuba, donde los personajes del Movimiento 26 de Julio que lideraba Fidel Castro se estudian hasta el cansancio, sin que jamás se mencione que, en realidad, eran una organización terrorista.
Josué dice que nada de aquellos estudios se le quedaba en la cabeza, porque no le interesaba y que, lo poco que aprendía sobre aquella gente, se le olvidaba cuando metía mano en los bolsillos y veía que no tenía ni una peseta para la guagua, por culpa de aquellos “héroes” de los libros.
A pesar de las clases de Historia y el adoctrinamiento continuo a que lo sometieron desde pequeño, Josué se ha lanzado al mar ocho veces con un grupo de amigos, algunos de ellos hasta de su misma aula, tratando de llegar a Miami.
No ha tenido suerte; ocho veces los guarda fronteras lo han agarrado y enviado a los calabozos de Seguridad del Estado, a pesar de que a él no le interesa la política. Solamente quiere irse.
-¿Y por qué no te interesa la política? –le pregunto.
Cierra los ojos, levanta la cabeza, suspira y responde:
-Señora, porque desde que tengo memoria no han dejado de hablarme de política. Que si “pioneros por el socialismo”, que si “seremos como el Che”, que “Comandante en Jefe, ordene”, que “abajo el imperialismo yanqui”, que “devuélvannos a Elían”, que “libertad para los cinco”…Año tras año estuve estudiando Historia y repitiendo consignas políticas. Al final me pregunté, ¿para qué tanta descarga, si esto se va a pique como un papalote sin rabo?. Y no lo digo yo solo, ya lo ha dicho hasta Raúl.
-¿Volverías a lanzarte al mar?
-Seguro que sí, porque como una vez dijo Fidel, “mientras los débiles desisten, los fuertes persisten”. ¿Ve usted?, ¡Me acuerdo de algo! De algo me sirvieron las clases, eso fue lo que aprendí en los libros de Historia de Cuba.