Venezuela entró el lunes en un limbo político. La contestada victoria del candidato chavista Nicolás Maduro sobre el candidato opositor, Henrique Capriles, por menos de 300.000 votos, según los datos oficiales del controvertido Consejo Nacional Electoral (CNE), consagra la división de los venezolanos en dos mitades y pone fin al proyecto hegemónico de la Revolución Bolivariana.
La crisis política se agudizó por la tarde cuando el CNE proclamó presidente electo por los próximos seis años a Maduro, el gran derrotado moral de estas elecciones, sin esperar al recuento de los votos que exige la oposición. En algunos barrios de Caracas estalló entonces una ensordecedora cacerolada con los ciudadanos haciendo ruido con todo lo que tenían a mano. También hubo grupos de opositores que bloquearon el tráfico en la autopista que cruza la capital de este a oeste.
La proclamación es considerada precipitada e ilegal por la oposición. Capriles había anunciado horas antes que había enviado una solicitud al CNE para que impidiera que se llevase a cabo. Anunció que de producirse la “cobarde” proclamación de Maduro, este se convertirá en “un presidente ilegitimo y espurio”. El líder opositor insistió en que no cejará hasta que se cuenten todos y cada uno de los votos. Maduro “seguirá encargado de la presidencia, pero los venezolanos tienen derecho a conocer la verdad”, añadió.
El CNE informó de los últimos datos de las elecciones con el 99,17% de los votos escrutados. La ventaja de Maduro sube al 1,7%, con 7.559.349 votos a su favor (55,756%) frente a 7.296.876 (48,98%) de Capriles. Una mínima diferencia que aún podría reducirse cuando se cuenten los votos de los 100.000 venezolanos que viven en el extranjero. Vicente Díaz, el único miembro no chavista de los cinco rectores del CNE, pidió una auditoría de las actas electorales sobre la que aún falta una decisión del tribunal electoral. La ley permite que se revisen el 54% de los votos, medida a la que Maduro no se opuso en la noche electoral.
La oposición denuncia 3 mil irregularidades
El secretario general de la OEA, José Miguel Insulza, manifestó el lunes su apoyo al “recuento completo” de los votos y ofreció la ayuda del organismo para llevarlo a cabo. En el mismo sentido se pronunció el Gobierno de EE UU. La presidenta del CNE, Tibisay Lucena, calificó esas iniciativas de “injerencias en la soberanía nacional”.
La reclamación opositora, basada en más de 3.000 irregularidades acreditadas, siembra de dudas el futuro inmediato del país. Estaba previsto que el nuevo presidente jurase su cargo ante la Asamblea Nacional el próximo día 19. “El recuento de los votos puede llevar semanas y más que dar un vuelco al resultado reducirá más la diferencia entre los dos candidatos. Lo probable es que acabe en una impugnación ante el Tribunal Supremo”, opina el analista Manuel Felipe Sierra. El último candidato que no reconoció un resultado fue Rómulo Betancourt, uno de los padres de la democracia venezolana, en 1958 cuando la caída de la dictadura del general Marcos Pérez Jiménez.
También genera incertidumbre la capacidad de Maduro para gobernar en estas condiciones un país que atraviesa una complicadísima situación económica. “No podrá gobernar como si no hubiera pasado nada contra la mitad del país. Tiene que entablar un diálogo urgente con la oposición y abrirse a la inversión privada. Es un presidente muy débil y debe dar un cambio radical. Aferrarse al radicalismo sería un desastre”, afirma Armando Durán, exembajador en España.
La sensación de derrota entre los chavistas es indisimulable y ya han empezado a producirse movimientos internos que cuestionan el liderazgo de Maduro. Diosdado Cabello, presidente de la Asamblea Nacional y vicepresidente del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), ha dicho que los resultados obligan a una profunda “autocrítica” y ha señalado en su cuenta de Twitter uno de los éxitos de Capriles al lamentar que algunos chavistas se dejaran seducir “por la derecha perversa”. Buena parte de los casi 700.000 sufragios más logrados ahora por Capriles respecto de las elecciones del pasado 7 de octubre se deben al trasvase de votos de sectores pobres a su candidatura.
“El proyecto hegemónico bolivariano ha muerto”, afirma César Miguel Rondón, conductor del programa de radio de mayor audiencia del país. “Los chavistas apostaron todo en la campaña a la deificación de Chávez y fallaron. Maduro actuó como el médium de una sesión de espiritismo nacional que fracasó”, añade Manuel Felipe Sierra.
Pese al abuso inmisericorde de los recursos del Estado a su favor y de los medios públicos, Maduro perdió más de 600.000 votos en comparación con los obtenidos por un Chávez ya gravemente enfermo en los comicios de octubre.
Cuba felicita a Maduro por su “decisiva victoria”
“Esta decisiva victoria y tu lealtad al pueblo asegurará la continuidad de la Revolución bolivariana y de la genuina integración de Nuestra América”, agregó Castro, que ratificó al líder venezolano toda la “solidaridad” y el “compromiso” de Cuba.
Maduro ganó este domingo las elecciones por un estrecho margen de poco más de un punto porcentual frente al opositor Henrique Capriles, según los datosoficiales.
El candidato del chavismo obtuvo el 50,66% de los votos frente al 49,07% de Capriles, con una diferencia de apenas unos 200.000 votos. El líder opositor desconoció el resultado por presuntas “irregularidades” y pidió un recuento de votos.
Maduro, designado por el fallecido Hugo Chávez como su sucesor, sostuvo que obtuvo una victoria “justa, legal y constitucional” en su primer mensaje tras el anuncio oficial.
Las elecciones para elegir al sucesor de Chávez, muerto hace unas seis semanas tras una larga lucha contra el cáncer, fueron seguidas con especial interés en Cuba. Caracas es desde finales de los 90 un socio económico clave del Gobierno de La Habana.
Venezuela ayudó a Cuba cuando la isla estaba al borde del colapso económico por la caída de la Unión Soviética y el bloque socialista en los 90. El país sudamericano vende hasta ahora unos 100.000 barriles de crudo diarios en condiciones preferentes a Cuba.
Cuba, por su parte, tiene a más de 40.000 médicos prestando servicios en Venezuela, además de numerosos técnicos en las misiones sociales que impulsa Caracas.
Ambos países conforman también el núcleo de la ALBA, el bloque de izquierdas impulsado por Chávez como contrapeso a la influencia de Estados Unidos en el continente.
La oposición venezolana rechaza los vínculos con Cuba, donde Chávez recibió casi todo su tratamiento el cáncer y pasó sus últimos meses de vida. Capriles acusó a Maduro durante la campaña de recibir “órdenes” del gobierno de Raúl Castro.
Siete personas murieron y más de 60 resultaron heridas entre la noche del domingo y este martes en las protestas post-electorales
- El País y el Universal de Caracas
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