LA HABANA, Cuba, diciembre, 173.203.82.38 -Es obvio que los cubanos residentes en la Isla deben ser menos, en comparación con las cifras de hace una década, ateniéndonos a las conclusiones del Censo de Población y Viviendas, realizado en el segundo semestre de este año.
Si bien los informes oficiales afirman que el decrecimiento se basa, única y exclusivamente, en los deprimidos índices de natalidad, es inevitable subrayar el fenómeno de la emigración como otro factor de importancia.
Según el director nacional del Censo, en declaraciones al periódico Granma, fue 1977 el último año en que las mujeres cubanas dieron a luz dos hijos como promedio.
El panorama interno es favorable a que se mantengan estos patrones. Por una razón elemental: es muy difícil que las parejas se decidan a procrear ante los desafíos de la inseguridad laboral, los bajos salarios y las dificultades para adquirir o rentar una vivienda, entre otros asuntos no menos engorrosos y enraizados en el tejido social.
Pero la omisión de las estadísticas en torno a las personas que han abandonado el país definitivamente, desde 1959 hasta la fecha, refleja la tendencia a encubrir un problema con serias repercusiones socioeconómicas y culturales.
Más de 2 millones de nacionales -casi 20% de la población actual del país- se han asentado en otras latitudes desde la instauración del socialismo real en Cuba, realidad que invita a mirar el futuro con cierto pesimismo.
¿Qué nos depara, a mediano y largo plazos, la delicada combinación de la baja natalidad, el envejecimiento, la emigración y los números rojos de la improductividad y la ineficiencia?
Si continúan postergándose las reformas de gran calado, donde no podrían faltar las de carácter político, es indiscutible la permanencia y profundización de las anomalías aquí descritas. Los cubanos continuarán evitando reproducirse, e intentando escapar de cualquier modo posible de esta isla-manicomio donde no hay cabida para un proyecto de mejor vida.
La inamovilidad o, en su defecto, la implementación de un programa de transformaciones parciales, solo dirigidas a algunos sectores de la economía y caracterizadas por el exceso de normativas, junto a otros entorpecimientos no menos absurdos, solo sirven para postergar el inicio de las soluciones a la profunda crisis estructural.
Con un retraso de más de 20 años, la apertura integral y sostenida es hoy una necesidad inaplazable.
Esa moratoria tiene sus costos. No hay que ser un experto para cerciorarse de que la deuda a pagar por la irresponsabilidad de la dirigencia durante tanto tiempo es muy alta. El desastre demográfico es solo un elemento más en el camino a la involución.
Como dato curioso, en relación con el Censo, se especifica el aumento de casi 400 mil viviendas respecto al año 2002. Primeramente, sería interesante conocer el estado de esos inmuebles. Es posible que muchos de los tugurios que proliferan en el país, sin las mínimas condiciones de habitabilidad, hayan sido contabilizados en los informes.
Con los sistemáticos incumplimientos en el sector de la construcción y los derrumbes parciales y totales de edificios que ocurren cada semana, sobre todo en la capital, es difícil creer en esa ligera mejoría habitacional. Especialmente si se tiene en cuenta la fuente de la información.
Cuba, bajo el mandato de los comunistas, es un ejemplo a no imitar; un caso digno de studio sobre como puede un país próspero involucionar. Los amargos frutos de la torpeza y los caprichos de los comunistas en Cuba, son cada vez más visibles.