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El expedicionario del Granma que dijo “vas mal” a Fidel Castro

El escritor Oscar Vela (i) junto al exguerrillero César Gómez durante la presentación del libro “Náufragos en tierra” (@oscarvelad)

BOGOTÁ, Colombia.- Para Fidel Castro, César Gómez ya era “El Viejo” cuando se embarcaron juntos en el yate “Granma” camino a derrocar la dictadura de Fulgencio Batista, pero cuando el guerrillero cubano vio cómo su líder llevaba la Revolución hacia otra tiranía optó por el exilio.

Casi centenario, Gómez, instalado hace más de cinco décadas en Colombia, donde recibe a Efe, es un liberal de los de antaño, de los que habla con pasión y sin tapujos de la necesidad de luchar por la libertad y la independencia de su isla.

Cuenta con pasión cómo formó parte de la Revolución Cubana y se niega a considerarse anticastrista hoy ―”lo anti está pasado de moda”―, principalmente por una lealtad que se filtra en cada palabra que pronuncia y por respeto a los que cayeron en combate.

Sin embargo no duda al condenar la deriva dictatorial del castrismo: “Nosotros no teníamos caudillo, teníamos líderes y él se convirtió en un caudillo. Ahí es donde el egocentrismo y la ambición personal me separan, no de la Revolución, sino de Fidel porque yo sigo pensando en la Revolución y sigo sintiendo la independencia y la libertad de Cuba”.

Gómez se salió de la rueda de Camilo Cienfuegos y su “vas bien, Fidel” que sigue grabado en la Plaza de la Revolución y que repiten los castristas hasta en las canciones de Carlos Puebla.

“Murieron muchos compañeros y ahora si fracasa la Revolución han sido muertos inútiles, hay que venerar y hay que respetar a los que cayeron y murieron luchando por esta revolución, hay que salvar la Revolución”, dice Gómez, de cabello escaso y canoso y ojos claros.

Su vida y su lucha la plasmó Óscar Vela en el libro “Náufragos en tierra” (Alfaguara) en la que el relato de Gómez se lee tan lúcido como se le escucha de su propia voz, una voz dura, grave y que no se quiebra cuando recuerda los momentos en que estuvo cerca de ser asesinado por la dictadura de Batista.

A sus 99 años (y medio) Gómez lee a diario la prensa y responde con claridad, aunque en ocasiones la capacidad de síntesis de una vida tan larga no sea fácil.

Por eso antes de contar cómo se embarcó en el “Granma” en 1956 resume su activismo durante los 40 y 50 y concluye que se subió al yate “no solamente por mi merecimiento revolucionario, sino porque estaba asilado en México”.

Se había ganado por mérito propio formar parte de la expedición de 82 hombres por su activismo, su lucha y su “relación antigua” con Fidel Castro.

Poco pudo hacer al llegar ya que tras el primer conato de combate fue encarcelado y sólo le liberaron cuando el Movimiento 26 de julio llegó al poder.

Junto a él se embarcaron figuras que han quedado para la historia y que parece que cobran vida y le visitan en la sala de su casa cuando les recuerda.

Son personajes históricos como el “Che” Guevara: “Un tipo estoico, con un asma terrible que en la montañas, con un frío terrible y por la noche, tenía la obligación de caminar y de enseñar al grupo” a hacer largas marchas nocturnas.

Sin embargo, advierte que es mejor “no escarbar” en la figura de un héroe plasmado en miles de camisetas y que “en su juventud luchó para apoyar las ideas y el Gobierno de (Juan Domingo) Perón”.

Gómez calla y no entra en más detalles, tal vez recuerde algún episodio que enturbie el mito de su compañero de armas, pero prefiere no verbalizarlo. Es la lealtad del combatiente.

Más elocuente es al recordar a su líder: “Fidel era carismático, un hombre joven, alto, buen mozo, con buena expresión”.

Parece que tiene una mezcla de sentimientos con el dictador de la isla, el líder revolucionario devenido en tirano que les guio a la victoria y luego le forzó al exilio.

Otra imagen tiene de Raúl Castro que “sólo era hermano de Fidel, para muchos solamente ‘Raulito’ (…) un hombre que tenía una historia como estudiante pero que nunca se graduó”.

“Pero del mundo totalmente comunista”, critica Gómez mientras recuerda que la Revolución no buscaba cambiar al águila estadounidense por el oso soviético.

A Raúl Castro le culpa en buena medida de la deriva de la Revolución que terminó convirtiendo la isla caribeña en un símbolo del comunismo latinoamericano.

Llegados al poder, considera que los revolucionarios debieron “pensar más en Cuba”, ser “menos orgullosos” y “menos ambiciosos de gloria”.

Sin embargo, bien entrado en el siglo XXI con Raúl Castro a punto de ceder el poder pide no seguir pensando en “tumbar” a los hermanos, sino en el futuro de una isla en la que la industria y el desarrollo no han arraigado.

“Los revolucionarios cubanos éramos heroicos, líricos, la Cuba maravillosa de música, valientes, pero cuando hizo falta gobernar a Cuba, ¿qué pasó?”, dice Gómez.

Con la melancolía de aquel al que derrota le llegó inesperada tras la victoria, se despide con esa pregunta y la certeza de que el camino que le queda a su Cuba natal es todavía espinoso.

(Gonzalo Domínguez Loeda/EFE)




Muere el comandante Venancio Arsenio García, fundador de la policía castrista

Unidad policial de Zanja y Lealtad (Archivo)

MIAMI, Estados Unidos.- El comandante Venancio Arsenio García Dávila, uno de los fundadores de la policía del régimen cubano, falleció en la tarde del martes 1 de agosto a la edad de 86 años luego de sufrir una bronconeumonía hipostática, publica el diario oficial Granma.

Combatiente en las luchas clandestinas, García fue ascendido a comandante tras enero de 1959. En 1955 había viajado a México con documentos y dinero para los futuros expedicionarios dirigidos por Fidel Castro, a los que se incorporó.

El 2 de diciembre de 1956 arribó junto a los expedicionarios del yate Granma. Según Granma, entre 1959 y 1962 Arsenio García ocupó “altas responsabilidades en la Policía Nacional Revolucionaria (PNR)”.

En 1963 y 1964 combatió contra los grupos que se alzaron contra el Gobierno, en lo que el régimen cubano denomina Lucha contra Bandidos.

Posteriormente estudió en la Escuela Superior de Guerra y en 1965 fue nombrado su director. Cumplió “misiones de trabajo” en Checoslovaquia, Bulgaria, la antigua Unión Soviética y México.

García ostentaba la condición de Fundador del Partido Comunista de Cuba y recibió múltiples condecoraciones.

De acuerdo a la nota oficial, su cadáver será expuesto en la biblioteca municipal de Güines, el próximo 8 de agosto. El entierro será después de las 9:00 a.m. de ese mismo día.




Hay que incinerar el yate Granma

El yate Granma en un desfile (Foto: Cubadebate)
El yate Granma en un desfile (Foto: Cubadebate)

LA HABANA, Cuba.- Tengo en mis manos, después de medio siglo, los artículos del joven abogado Fidel Castro publicados en la prensa de los años cincuenta, agrupados en el libro Fidel Periodista y compilado por la vieja colega Ana Núñez Machín. Su primera edición se hizo en 2008, pero como muchos de los caprichos que ocurren bajo nuestro sol tropical, luego de anunciarse en los medios masivos de comunicación, desapareció.

Son los mismos artículos que guardábamos mi padre y yo y que no hace mucho me vi forzada a echar a la basura, porque de tan podridos que estaban, apenas se podían leer.

Ahora podemos disponer de ellos en buen papel y al precio de 15 pesos cubanos. Un libro que será de gran interés para la prensa independiente que, desde su surgimiento en 1994, jamás ha podido tener acceso a la Biblioteca Nacional, donde todos los periódicos, restaurados, sólo están a disposición de quienes presentan una carta de solicitud de algún importante organismo estatal.

Lo primero que leí fueron las denuncias enviadas por Fidel al Tribunal de Cuentas y al periódico Alerta, de gran circulación en el país, gravísimas denuncias que jamás se pudieron probar: Construcción de apartamentos en Nueva York, fomento de repartos residenciales en Guatemala, 34 fincas en una misma provincia, 15 de ellas en el breve término de un año, etcétera.  Acusó a Carlos Prío de “comandar la peor tribu de geófagos malversadores para practicar en gran escala el robo y el pillaje, el negocio turbio y el saqueo y de llevar al país a la ruina…”

Fue, según él, para quien se iniciaba en la política, el peor gobierno de la República, porque “las pistolas con que se mata, las paga Prío. Las máquinas en que se mata, la paga Prío. Los hombres que matan, los sostiene Prío. Yo lo acuso ante ese tribunal y lo hago responsable de nuestra tragedia ante la historia de Cuba”.

Todas estas denuncias fueron publicadas entre el 1ro de enero de 1952 y el 4 de marzo del mismo año, unos días antes del golpe de estado de Batista, ocurrido el 10 de marzo.

¿Sirvieron acaso estas denuncias fulminantes y aplastantes contra Prío, para que Batista se decidiera a dar el golpe?

¿Tuvo alguna responsabilidad el abogado de Birán con sus denuncias, hechas precisamente mientras Batista pensaba en sus planes, sabido por muchos en aquellos momentos, sobre todo por la familia Díaz-Balart?

Pero si el intrépido abogado periodista creyó realmente en lo que exponía en sus denuncias públicas, ¿por qué poco tiempo después atravesó a nado el río Bravo, en la frontera de México con Estados Unidos, para reunirse con el presidente malhechor y pedirle dinero para su labor política?

Tanto que ha hablado y escrito y Fidel Castro nunca ha dicho por lo claro cuánto dinero le entregó Prío en aquella histórica oportunidad, si fueron 50 mil dólares o cien mil para la compra del yate Granma y las armas de la invasión por Oriente.

El periodista Ciro Bianchi Ross, oficialista y asiduo de las páginas castristas del periódico Juventud Rebelde, nos aclara todo, con un artículo titulado “Cómo murió Carlos Prío Socarras”, publicado el 22 de abril de 2012.

Dice Bianchi que cuando Prío murió, el 5 de abril de 1977, en el exilio de Miami, no tenía un centavo: “Necesitaba para gastos personales y compromisos unos diez mil dólares mensuales y no tenía esos ingresos. Ni siquiera podía abonar el pago al seguro de vida que había hecho a favor de dos hijos que tuvo fuera del matrimonio con Mary Tarrero, reconocidos por él legalmente”.

Conclusión, el gran enriquecimiento ilícito de Prío, según Fidel, hoy carece de credibilidad.

Aún así: por respeto a la historia, habrá que incinerar al yate Granma, encerrado durante más de medio siglo en una inmensa urna de cristal, como algo muy sagrado, pero comprado con dinero mal habido, como consta en el libro que acaba de distribuirse en las librerías de la isla.




Cacareo revolucionario

LA HABANA, Cuba, enero (173.203.82.38) – Desde la última semana de diciembre los medios informativos de Cuba activaron el cronograma propagandístico sobre el aniversario 52 de la revolución, de la cual quedan sus protagonistas envilecidos en el poder, y el hastío de la población, sumergida en el silencio y la rutina de medio siglo de consignas y promesas.

Hubo una revolución, pero a estas alturas nadie recuerda cuando perdió el rumbo. Tal vez de 1961 a 1968, al eliminar la propiedad privada, imponer el monopolio estatal sobre los medios de producción y adoptar la versión tropical del modelo soviético. Quizás a mediados de los setenta, al institucionalizar el proceso socialista, enviar tropas a las guerras de África y seguir las ordenanzas de Moscú, cuyo régimen se vino abajo en 1991.

Pero no hay que resaltar el asunto, pues el primero de enero no es más que una fecha asociada al imaginario revolucionario del castro-comunismo, en cuyo calendario legitimador otras efemérides repasan acciones bélicas, como el 26 de julio de 1953, evocador del fracasado asalto a los cuarteles Moncada y Céspedes, ocurrido en Santiago de Cuba y Bayamo; y el 2 de diciembre de 1956, que recuerda el desembarco del yate Granma en la costa sur de Oriente, considerado después como el Día de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, fundadas por decreto en octubre de 1959.

Desde hace medio siglo se sobredimensionan las huellas de tales hechos, de indudable influencia en el destino del país, atenazado por  los asaltantes que prepararon la funesta expedición del Granma, cuyos sobrevivientes iniciaron el foco guerrillero que realizó las escaramuzas rurales del denominado Ejército Rebelde, una de las fuerzas que lucharon contra la tiranía del general Batista, quien huyó de La Habana la madrugada del 1 de enero de 1959.

Estos hechos, relatados hasta el cansancio por la historiografía y los medios de comunicación gubernamentales, tienen como denominador común la violencia y la necesidad de imponer el liderazgo del manipulador Fidel Castro.

Para asaltar dos cuarteles en la zona oriental del país, los participantes compraron armas, practicaron tiro en varios lugares de La Habana y atravesaron la isla, además de arriesgar la vida de las personas que disfrutaban del carnaval en Santiago de Cuba, matar a decenas de soldados y exponer a sus hombres. El fracaso complementó la aventura, pero vale preguntar ¿qué hubiera sucedido si lo hubiesen tomado? Si el propósito era subir a las montanas, ¿por qué no lo hicieron directamente?

Si partimos de los problemas creados por los asaltantes, las sanciones del juicio fueron benignas. Los Castro y sus seguidores solo cumplieron un año y medio de encierro. Al salir se marcharon a México a preparar la expedición del yate Granma, en vez de subir a las montanas sin gastar en viajes, yates, petróleo ni violar las leyes de un estado vecino.

Detrás de la expedición del yate Granma (comprado al norteamericano Robert B. Erikson en Tuxpan, con el dinero del ex presidente Carlos Prío Socarrás, derrocado por Batista en1952), se esconde el propósito de Castro de inscribir su nombre en la historia, al imitar las expediciones de los independentistas del siglo XIX, quienes se pertrechaban en los Estados Unidos y desembarcaban en distintos puntos de la isla.

El mapa de la travesía revela la irresponsabilidad y el voluntarismo. Si hubieran salido del extremo de Yucatán, en sólo unas horas hubiesen arribado a las montañas de Pinar del Río, cercanas a La Habana, sin recorrer casi todo el golfo de México, y un tramo del Mar Caribe, al sur de la isla, hasta la zona oriental, escenario de enfrentamientos, al igual que las lomas del Escambray, sede de las guerrillas del Directorio Estudiantil, que desafiaron a la tiranía en la capital y otras poblaciones de occidente.

El cacareo legitimador llega al colmo con la propaganda en torno a la victoria del lejano primero de enero de 1959, efeméride que, paradójicamente, se asocia al establecimiento de la dictadura más larga de nuestra historia y de América Latina. De aquellos asaltantes, expedicionarios y guerrilleros que tomaron el poder en nombre de la justicia y la libertad, solo queda el ropaje revolucionario y el despotismo de sus decisiones.