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No podemos validar el Referendo Constitucional del 2019

LA HABANA, Cuba.- Uno de los argumentos más empleados por los defensores del régimen cubano, lo mismo nativos que extranjeros, es el resultado del Referendo Constitucional de 2019, que arrojó un 86.85% de los votos emitidos a favor de aprobar la Constitución de la República que hoy se halla vigente en la isla, y que entre otras cosas certifica el sistema político imperante en Cuba.

De esa manera se ha conducido la escritora argentina Kari Krenn en un mensaje enviado al dramaturgo cubano Yunior García Aguilera, con motivo de la organización por este último de la Marcha Cívica por el Cambio convocada para el próximo 15 de noviembre.

La señora Krenn, gran simpatizante del castrismo, arremete contra el dramaturgo cubano al calificarlo como “fantoche y traidor” si insiste en su acción de protesta contra el gobierno, y para ello se basa en que “se arremete contra la decisión de la mayoría cuando más del 80% de tus coterráneos eligió este tipo de vida político-social”.

La escritora argentina olvida -¿será casual o intencionalmente?- un detalle que le otorga autenticidad a cualquier consulta popular, sea una elección, un plebiscito o un referendo. Y es el hecho de que esos acontecimientos no se circunscriben al momento en que los votantes colocan sus boletas en las urnas, sino que comienzan antes, cuando los distintos candidatos o tendencias que compiten son expuestos en los medios masivos de difusión para que puedan ser aquilatados por la población.

La señora Krenn tiene que saberlo muy bien, pues en su propio país los candidatos presidenciales Mauricio Macri y Alberto Fernández fueron a la televisión con el fin de explicarles a los votantes argentinos sus respectivos programas de gobierno. Y está plenamente confirmado que esas apariciones públicas influyen sobremanera en las preferencias de los votantes.

Por eso en ningún lugar donde se presuma de un mínimo de democracia se admite que solo los candidatos o tendencias gubernamentales sean los difundidos a través de los medios. Miren lo que acaba de pasar en Nicaragua, donde los candidatos opositores, en vez de ir a la televisión como parte de la campaña electoral, fueron enviados a la cárcel por el tétrico dúo Ortega-Murillo. ¿El resultado?, pues que nadie, excepto sus tres o cuatro aliados más incondicionales -por supuesto, Díaz-Canel entre ellos- ha creído en semejante elección.

Aquí en Cuba las autoridades debieron permitir que los grupos opositores concurrieran a los medios de difusión para explicarles a los votantes la necesidad de votar por el NO en el Referendo Constitucional del 2019. Sin embargo, sucedió todo lo contrario.

La prensa escrita, la radio, la televisión y cuanto medio alcance a imaginar se puso en función de arengar a los cubanos para que votasen por el SÍ, y con ello se aprobase una Constitución que reconocía al Partido Comunista como rector de la sociedad, y además se incluía en ese texto legal el carácter irrevocable del sistema marxista-leninista que hoy oprime a los cubanos.

Era tal la histeria oficialista por aquellos días previos al referendo, que la más mínima insinuación a un voto negativo se consideraba como “un intento de boicotear el Referendo”. Así se expresó, por ejemplo, la señora Mariela Castro Espín.

Es muy conveniente que los cubanos de a pie tengan presente siempre todas estas consideraciones para que no se dejen pasar gato por liebre, y puedan desmontar los espurios argumentos de los farsantes que se obstinan en defender a un régimen condenado por la historia.

ARTÍCULO DE OPINIÓN
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¿Después del referendo qué?

Votaciones en Cuba
Votaciones en Cuba (Foto Reuters)

LA HABANA, Cuba. -Una semana después del referendo constitucional del 24 de febrero, se pueden analizar con mayor tranquilidad y fundamento los resultados de un proceso que, en mi opinión, dejo varios aspectos dignos de resaltar.

Como ya ha señalado la prensa independiente, las tramposas ventajas del “Sí” se pusieron de manifiesto en la propaganda desaforada que, violando sus propias leyes, mantuvo el régimen en medios masivos, vallas, ómnibus y todo tipo de lugares públicos. También en los centros de votación se exhibían carteles de apoyo a la opción afirmativa y se persiguió, de diversos modos, a los activistas prodemocráticos que concurrieron a monitorear el conteo de las boletas.

Una amena crónica de Yoani Sánchez nos narra lo que ella denomina “una inolvidable experiencia como ciudadana, electora y periodista”. En el “acto de repudio” sufrido por la talentosa colega hubo de todo, como en botica. ¡Hasta un huevo “quizás tirado desde un balcón”! Por supuesto, sólo un miserable es capaz de perpetrar, por razones políticas, una bajeza como ésa (máxime tratándose de una dama), pero debo reconocer que no sé si a ese canalla debo calificarlo como “abnegado” o como “abyecto”: Hay que tener una u otra cualidad (¡y en grado superlativo!) para desprenderse de esa postura de ave en estos tiempos en que la carestía y la penuria se agudizan gracias al socialismo indigente e insostenible.

Las denuncias de fraude no se han hecho esperar. El compatriota Pedro Campos invoca datos tomados de unos doscientos colegios electorales de casi todas las provincias para fundamentar los alegatos que hace en ese sentido. Según la tabla que dio a conocer, los votos por el “Sí” en ese muestreo apenas habrían alcanzado el 36% del total emitido.

Hay que decir que las denuncias del “pucherazo” no pueden tener otro culpable que el mismo gobierno castrista. Las comisiones electorales integradas en masa por incondicionales del régimen, la campaña desaforada por el “Sí”, la persecución a quienes propugnaban no votar o votar “No” y el voto realizado a lápiz justifican la negativa a aceptar la pulcritud del proceso.

A lo anterior se unen la falta de acceso de observadores internacionales o independientes a los escondrijos en los que se sumaban los votos de los diferentes colegios, así como la desmedida demora en el anuncio de los resultados, esto último pese a no tratarse de cómputos complejos, como los que había que hacer en los comicios de la Cuba democrática y cordial de antaño, sino de un conteo sencillo entre sólo cuatro opciones: “Sí”, “No”, boleta en blanco o voto nulo.

Para colmo, al anunciar con injustificada tardanza esos supuestos resultados, el Consejo Electoral Nacional, por primera vez en más de cuatro decenios, se abstuvo de dar los datos correspondientes a las distintas provincias del país. Por supuesto que esto no es fruto de la casualidad. Varios de esos territorios se caracterizan por el mayor activismo pro democrático de sus habitantes: aquí podemos mencionar a La Habana; la antigua provincia de Oriente, en donde operan José Daniel Ferrer y la UNPACU; Las Villas, sede del FANTU y del combativo licenciado Guillermo “Coco” Fariñas; y Matanzas, campo de acción del Partido por la Democracia Pedro Luis Boitel.

Mientras no me demuestren lo contrario, pensaré que, al omitir las cifras del número de votos alcanzado por las diferentes opciones en cada una de las provincias, los castristas buscan evitar que se detecte cualquier adulteración.

Volviendo al monitoreo realizado por Yoani y los amigos del señor Campos —y también por Cuba Decide—, debo señalar que esto pone de manifiesto el poco respeto que las autoridades castristas sienten por sus propios códigos. El artículo 169 de la vigente Ley Electoral establece, para los referendos, la siguiente regla: “Terminada la votación, la Comisión Electoral de Circunscripción procede a realizar el escrutinio”. O sea: que en procesos como el del pasado domingo no se aplica la norma establecida para las elecciones en el artículo 112 de ese mismo cuerpo legal, el cual dispone celebrar el conteo de las boletas en el propio colegio, con la presencia —entre otros— de todos los “ciudadanos que lo deseen”.

¿A qué atribuir esa evidente infracción del vigente código? ¿Al simple desconocimiento de lo establecido? ¡O es que la Comisión Electoral Nacional dictó instrucciones ordenando que, en este proceso, se actúe conforme a reglas que no son las que prevé la mencionada Ley Electoral en su Título IX (“Del Referendo”)!

Por encima de ilegalidades y dudas fundadas sobre la pureza del sufragio, resalta un hecho incontestable: según las cifras oficiales, más de dos millones y medio de ciudadanos no cumplieron las órdenes del régimen. Esto incluye a quienes no acudieron a las urnas, los que votaron “No”, así como quienes anularon la boleta o la dejaron en blanco.

Felizmente, en esta oportunidad todos esos votos se apoyaban unos a otros, ya que el artículo 137 de la carta magna aún vigente dispone que, para aprobar una reforma constitucional mediante referendo, es necesaria “la ratificación por el voto favorable de la mayoría de los ciudadanos con derecho electoral”.

Reitero: las cifras amañadas que se han publicado reconocen que más de la cuarta parte de los cubanos no siguió los dictados del régimen. Cualquier persona sensata pensaría que a un porcentaje de la población tan significativo como ése se le brindarán posibilidades para organizarse y actuar libremente en política. Quien así piense, estará demostrando un monumental despiste: conforme al Artículo 5 de la flamante Constitución “raulista”, el Partido Comunista de Cuba seguirá siendo el “único” con existencia legal en nuestra desdichada Patria.




En Cuba la culpa de todo la paga el “totí”

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(América Tevé)

LA  HABANA, Cuba. – Todo está resuelto, el discurso oficial ya hizo notar el lugar del que salieron los “traidores”, la cuerda se rompió por el lado “más débil”, el que cargará la culpa de que el Sí no pudiera presentarse con toda la rotundez que estuvieron alardeando. Fue un periodista enclenque, un alfeñique de la televisión, quien anunció lo que únicamente podría ser una suposición, solo que el discurso oficial cubano no es muy dado a las hipótesis. Aquí las figuraciones cuestan muy caro.

Lázaro Manuel Alonso, periodista del “sistema informativo” de la televisión cubana resultó ser el escogido, aunque se empeñara en hacernos creer que su discurso no salía de un dictado previo, que todo cuanto saltaba de su boca había pasado con antelación por su cabeza ¿reflexiva? “Lazarito”, que así le llaman sus colegas de la pantalla chica, culpó entonces a los homosexuales de los votos que se opusieron a eso que antes fue solo un proyecto y ahora ya una constitución “aprobada por la mayoría”.

Hoy la “mesa redonda”, con Homero Acosta a la cabeza, dejaba muy claro lo que debió ser solo un supuesto. ¿Cómo es posible “culpar” a los homosexuales del No? ¿Acaso se descubría la sexualidad de los votantes analizando las huellas dactilares “abandonadas” en las boletas? ¿Será que algunas cámaras escondidas espiaron los “ademanes” de los votantes? ¿Acaso ya existen métodos para definir sexualidades a partir del trazo de una X? Realmente todo resulta sospechoso, ridículo.

Solo la especulación los podría llevar al reconocimiento de que los homosexuales fueron los artífices del NO, pero este periodista, quien no tiene la voz rotunda del clásico macho cubano, lo asegura. Con su “defectuoso “aparato fonatorio” puso Lázaro Manuel en el tintero a los gais y las lesbianas de esta isla. Alonso puso la culpa sobre esos hombros y los dejó desamparados, en un país donde uno de los más exhibidos atuendos es la homofobia, pero lo más terrible resulta que con esa visibilidad se pretendió esconder a una real y creciente oposición.

Lázaro Manuel Alonso y Homero Acosta ponen en la picota a los “traidores”, y ya sabemos lo poco benévola que ha sido la “revolución” con esos que aman a sus semejantes. Tanta certeza hará reproducir los mismos discursos segregacionistas que llevaron a tantos a las UMAP, y aquellas calificaciones tan usadas por Fidel Castro volverán a la palestra. Otra vez aparecerá el “fenomenito”, los “seres extravagantes”, los “traidores” no solo de su sexo, también de la “patria”, de la “revolución”, de la “constitución”.

Lázaro Manuel Alonso usó todos sus órganos de fonación y articulación para acusar a la comunidad homosexual de Cuba, contra ella puso sus labios y su paladar, su laringe y sus cuerdas vocales, quizá sin notar que su discurso ofrecía razones para dar el voto contrario, para recordar acosos y desprecios, cárceles y exilios. Esas aseveraciones propician el recuerdo de todo lo preterida que fue esa comunidad hasta el día de hoy, y que en lo adelante será horrible, porque no hay nada peor que la traición a eso que Lázaro Manuel llama “revolución”.

Mejor habría sido que Lázaro siguiera ocupado en culpar a los choferes de ómnibus y “almendrones”, a los vendedores ambulantes y a quienes se desempeñan en los “agromercados”. Él, que nunca señaló a los verdaderos culpables, que solo miró a las víctimas del comunismo y de sus constituciones, hace ahora un giro, sugerido por sus altos jefes. Este visible “periodista” tomó el camino equivocado, aun sabiendo el precio que pueden pagar “esos” a quienes supone enemigos de la revolución, con la certeza de que “esos” no tienen otro camino que la disensión porque el acatamiento no les ofreció provechos.

Este Alonso tiene acceso a los grandes escaños de la prensa cubana, y es mucha su visibilidad en los espacios informativos, y supongo que también disfrute de su condición de testigo presencial de “grandes acontecimientos”, aunque no sea capaz de poner el ojo en la “verdad más verdadera”. Un buen periodista debe llegar, por cualquier camino, a esa verdad, procurándose las mejores fuentes, no atendiendo a esas otras que recomienda quien le paga.

¿Cómo pudo especular tanto este delgado muchacho? ¿Cómo olvidar su compromiso con la verdad? ¿De dónde salió esa realidad solo suya? ¿Qué fuentes consultó en este país donde la prensa solo opera con las “confiables”? ¿Quedaron felices sus jefes con el trabajo? Lázaro Manuel se prestó para “demonizar”, aún más, a los homosexuales, convirtiéndonos en traidores, y lo peor es que nunca nos hizo saber su opinión sobre el asunto. ¿Acaso la desaprobación del matrimonio no era suficiente para negar el Sí?

Este “periodista” es astuto, pero incapaz de mostrar la verdad, la otra cara de la moneda. Y quizá sea cierto eso que advierte. Es posible que los homosexuales votaran en contra de la constitución, pero sería justo advertir que lo hicieron, entre otras cosas, porque esa constitución no los protege, porque algunos quizá no tengan mucho tiempo para esperar al “Código de familia”.

Este “periodista” pretende desdibujar la realidad, advierte una “verdad” que es incapaz de probar. Alonso solo escribe a partir de los dictados que recibe, señala únicamente a quienes creyeron en la posibilidad de matrimoniarse y hasta en el voto secreto. Un amigo gay me confesó hoy su miedo, las razones que le hacen suponer infinitas represiones, que lo consideren un traidor a la patria y termine entre rejas. Este hombre ya supone de vuelta los encierros, las acusaciones de traición a la patria, que lo culpen, como ya hizo con otros Fidel Castro, de organizar shows feminoides por la libre, es decir, sin su consentimiento.

Después de toda esta farsa, esa que intuí desde el principio, me alegra haber dicho No, y tengo la certeza de que ninguna otra respuesta era mejor. Alguna vez dejé claro que este “cuento” de votos y constitución me parecía más “representación” que “voluntad”, y hoy tengo la certeza de que tuve toda la razón.




Régimen cubano provoca a Trump: le recuerda que ganó con menos votos que Clinton

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Bruno Rodríguez, Canciller cubano (Archivo)

LA HABANA,  Cuba. – El canciller de Cuba, Bruno Rodríguez, reprochó este martes a los EEUU que su presidente, Donald Trump, accedió al poder con “3 millones menos” de votos que Hillary Clinton, como respuesta a las acusaciones de Washington sobre el carácter antidemocrático del reciente referendo constitucional cubano.

“El pueblo cubano, libre y soberano, ratificó la Constitución con un 87 % de los votos. El Presidente Donald Trump obtuvo el 46 % de los votos y 3 millones menos que Hillary Clinton”, escribió Rodríguez vía Twitter.

La acusación se refiere al hecho de que Clinton obtuviera unos 2,8 millones de votos más que Trump en las elecciones presidenciales de 2016, ganando así el “voto popular”, si bien Trump fue el vencedor debido a las reglas de distribución electoral por estados.

En las últimas horas, el gobernante cubano Miguel Díaz-Canel también escribió “basta de calumnias del imperio, perdedor en #Venezuela, incapaz de ejercer un ejercicio de participación popular como nuestra Reforma Constitucional”, en su cuenta de Twitter.

“A #Cuba y a su pueblo hay que respetarlos porque no admitimos Imposiciones y decidimos por nosotros mismos”, afirmó el mandatario cubano en el tuit acompañado con las etiquetas #SomosCuba y #VotamosSí.

La réplica cubana llegó horas después de que el secretario de Estado de EE.UU., Mike Pompeo, arremetiera en un comunicado contra el referendo celebrado en Cuba por considerarlo un “teatro político” que solo sirve de “pretexto” para perpetuar una “dictadura de partido único”.

El ministro de Exteriores de La Habana acusó a Pompeo de “calumniar” a Cuba para “desviar la atención de su fracaso en Venezuela”, donde aún conserva el poder Nicolás Maduro, principal socio y valedor del régimen cubano presidido por Miguel-Díaz-Canel.

En un segundo tuit, el canciller cubano echó en cara a Pompeo que “su país jamás ha hecho un referendo pero interviene en todos los del planeta” y “también en las elecciones de otros”.

“El Presidente Donald Trump podría someter a referendo la prohibición de viajar a #Cuba que impone a sus ciudadanos”, sugirió, aportando un inusual toque sarcástico a la publicación en la red social.

Los cubanos aprobaron el domingo con el 86,85 % de votos a favor su nueva Constitución, que reconoce la propiedad privada y considera necesaria la inversión extranjera, aunque en el plano político mantiene al Partido Comunista de Cuba (PCC, único legal) como “fuerza dirigente superior” y ratifica el comunismo como aspiración.

Debido a esto último, Pompeo argumentó que el plebiscito del domingo solo ha servido para “perpetuar el pretexto para la dictadura de partido único del régimen” y no garantiza las “libertades fundamentales” del pueblo cubano.

El cruce de acusaciones llega en un momento de especial tensión en las relaciones entre EE.UU. y el régimen cubano, agudizada entre otros factores por la crisis en Venezuela, ya que La Habana apoya incondicionalmente a Maduro mientras Washington respalda al presidente, Juan Guaidó.

Desde que llegó a la Casa Blanca en enero de 2017, Trump ha endurecido la política hacia el régimen cubano con mayores restricciones para los viajes a la isla, reducciones del personal diplomático y sanciones a los hoteles de la isla, agravando los efectos del embargo económico y comercial que aplica Washington desde casi seis décadas.

(Con información de EFE)




El “experimento” político más tenebroso realizado en Cuba

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(EFE)

LA HABANA, Cuba. – ¿Fue un Referendo lo realizado este 24 de febrero en Cuba o detrás de la maniobra de votación el régimen ha ocultado algo más que la aprobación de una carta magna que lo consolida en el poder?

Fijándonos bien en los acontecimientos previos a la votación (implementación del internet por datos móviles, creación de plataformas y aplicaciones digitales en todos los ámbitos para la compilación de información de los usuarios) pudiéramos suponer que nada ha sido casual, sobre todo para un gobierno temeroso de perder el control ideológico y que, por tanto,  no suele tomarse tales cuestiones a la ligera, a pesar de que algunos sucesos de última hora casi logran dar al traste con lo que, al parecer, ha sido el “experimento” político más tenebroso realizado en Cuba por el Partido Comunista en las últimas tres décadas.

En apenas cinco años, el gobierno cubano ha avanzado en la recopilación masiva de datos sobre los ciudadanos, residentes en la isla y en el exterior, mediante la implementación de diversos sistemas de control, absolutamente dirigidos desde el Ministerio del Interior, donde estarían enlazados desde las bases de datos de las oficinas del carnet de identidad y puntos de control migratorio en frontera, el tráfico y contenido de la información personal que maneja un monopolio estatal de las comunicaciones como ETECSA, la actividad en internet y en las redes sociales con la identificación de dispositivos, usuarios y ubicación de estos, más el monitoreo constante de determinados “sujetos de interés”. Es decir, toda una montaña de datos que se complementaría con esa otra información que casi de inmediato comenzará a compilarse mediante la masificación de los llamados “comercios” y “gobiernos” electrónicos, dos herramientas que, unidas a las anteriores, arrojarán, para beneficio del régimen, una fotografía más exacta sobre quién es quién dentro de lo que, hace apenas una década atrás, fuera una masa insondable, difícil de predecir.

Según afirma una fuente estrechamente vinculada al gobierno cubano, para tales propósitos fue creado, a principios del 2016, un “grupo de trabajo” o “Sistema Único de Información”, encargado tanto de crear, hacer confluir y proteger las bases de datos así como del análisis de la información, mediante un esquema diseñado por el eventual Departamento de Seguridad Nacional y donde se articularon las labores de especialistas de la Universidad de Ciencias Informáticas, el Ministerio de la Informática y las Telecomunicaciones, la Oficina Nacional de Estadísticas e Información, en un proyecto ambicioso, al cual tributan absolutamente todos los organismos e instituciones estatales, incluida la Comisión Nacional Electoral.

“Serán los ojos del gobierno, así que quienes lo conocemos (el proyecto) lo llamamos el Observatorio, y será un verdadero centro de monitoreo constante, en tiempo real”, informa el funcionario bajo condición de anonimato, quien además explica cómo se relacionaría con el reciente proceso de votación.

“Debajo en la boleta se recogen datos que localizan a la persona que vota (…), no al sujeto, pero sí el lugar donde vive, (así) el gobierno en unos días podrá saber dónde pudiera existir un posible estallido, una protesta, y reforzará la vigilancia en esos lugares (…), la boleta precisa municipio, circunscripción y colegio, es decir, si veinte personas votan no en un colegio de quinientas personas, pudiera no saltar una alerta, pero si entre quinientas hay cien o doscientas que lo hacen, entonces en ese lugar no podrá volar una mosca sin que el gobierno lo sepa, se monitorearán los teléfonos, las cuentas, se establecerán relaciones entre sujetos, se activarán grupos de vigilancia, así que al antiguo proceso de identificación de aquellos sujetos señalados como problemáticos para el sistema, ahora se une esto otro, más el control de tus cuentas en el banco, tus llamadas, tu tráfico en internet. Ahora viene un proceso para identificar dónde hubo más votos negativos, quiénes pudieran ser esos sujetos, así quiénes no votaron y por qué, algo que es fácilmente verificable porque los datos de entrada y salida del país también tributan de modo automático al Sistema Único de Información”, afirma el funcionario.

El escenario descrito pudiera parecer demasiado irreal o “conspiratorio” para quienes no están al tanto de la realidad cubana, sin embargo, la articulación e integración de semejante sistema de vigilancia no es para nada ajeno a quienes lo han vivido a diario y de diversas formas, mucho antes de que las actuales tecnologías digitales permitieran desarrollar lo que habría de convertirse en la herramienta de control más importante para un régimen fracturado, sin líderes de importancia y que aceleradamente pierde popularidad.

“Sin el internet por datos móviles (…) y en las zonas wifi, sin la monopolización de todas las comunicaciones, sin la capacidad de monitorear e influir las opiniones en las redes sociales, sin estar creada una plataforma donde verter toda esa información y analizarla no podía hacerse la consulta, definitivamente no. Tuvieron que esperar”, afirma un ex alto funcionario del gobierno, quien asistió a los primeros pasos de la creación del llamado “Sistema Único de Información”.

“Ya a finales de los 80 se pensaba en algo parecido y surgió una oficina de información, muy elemental, pero en Cuba en cuanto a computación e internet estábamos en pañales, de eso se empezó a hablar en serio a finales de los 90 y ya me imagino que sea un monstruo o que esté a punto de serlo (…), la falta de popularidad, el descontento, las instituciones no funcionan, las condiciones han cambiado y la gente piensa diferente, entonces ya no basta con el informante o el policía, y aquí lo han entendido (…), ¿qué faltaba?, saber con certeza dónde ubicar los peligros de una rebelión, de una conspiración, pues mira, ya lo tienen (…), la constitución la hubieran modificado y ya, podían hacerlo sin ningún problema, al menos de importancia, pero una votación era necesaria (…). Ahí se midió no el grado de popularidad, sabemos que es bajo, que hay miedo, ahí se trazó un mapa de trabajo”, opina el ex alto funcionario.

Especulación o certeza, lo cierto es que si en algo ha sido efectivo el régimen cubano es en su capacidad de reprimir las manifestaciones contrarias a la ideología oficial y en la creación de mecanismos para el control de la información y la manipulación de los ciudadanos, una práctica constante a lo largo de 60 años, a la que no piensa renunciar por ahora y en la que empleará todos los medios y artimañas posibles.




Referendo constitucional en Cuba: una jugada cantada

cuba referendo

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Conteo de boletas en Cuba. Foto Granma

LA HABANA, Cuba. – La ley electoral cubana prohíbe hacer campañas políticas (artículo 171 y 172). Para Fidel Castro la “politiquería” estaba prohibida. No obstante, la campaña gubernamental de cara al referendo alcanzó dimensiones nunca vistas. Las redes digitales, el transporte público, los centros de trabajo y estudio, cada espacio disponible fue ocupado con carteles “Yo Voto Sí”. La radio y la televisión interrumpían la programación con spots, cortos animados, videoclips, etc. Hasta el propio presidente elegido a dedo hizo campaña por todo el país. Un momento especialmente macabro del desenfreno propagandístico era la frecuente retransmisión de un fragmento de un discurso de Fidel Castro en el cual hablaba del 24 de febrero como si se refiriera a este domingo.

Adultos y niños fueron utilizados por igual. Daba pena ver a artistas admirados y talentosos que en un país democrático tendrían garantizada una carrera sólida. Aunque quizás algunos, ya en el interior de la urna, votaran dignamente, en público no se atreven a negarse porque saben que, bajo el totalitarismo cubano, el que venza su miedo y por principios se niegue al chantaje de la dictadura o alce su voz contra ella, es condenado al ostracismo o reprimido violentamente. Recordemos a los grandes Dulce María Loynaz, Virgilio Piñera, Pedro Luis Ferrer, Ana Luisa Rubio, Wendy Guerra, y muchos otros.

La envergadura de la campaña por el sí evidenció un gran temor al resultado contrario. En las redes sociales, a pesar de los diligentes empleados del régimen, predominó el “No”. Similar opinión se observaba también en las calles, a pesar de que quien lo manifestara públicamente podía ser reprimido o encarcelado. Los partidarios del “No” (como José Daniel Ferrer, líder de la UNPACU) eran llamados delincuentes, traidores, fuertemente reprimidos y no tuvieron acceso a los medios masivos ni a recursos legales para explicar la importancia de elegir esta opción.

El descontento se agravó tras el tornado del 27 de enero en La Habana. Y aunque se notó la premura del gobierno por revertirlo, ni siquiera por eso manejaron la situación correctamente. En lugar de proporcionar la ayuda con la urgencia requerida, se dedicaron a bloquear la asistencia individual para acaparar todo el crédito y a hacer propaganda con los pocos a los que ayudaron.

Como siempre que hay un desastre, representantes del gobierno aparecieron en tropel en las zonas afectadas, pero no para ayudar a los damnificados, sino para intimidarlos con su despliegue de militares y funcionarios. Regla, por ejemplo –donde Díaz-Canel y su comitiva fueron abucheados–, en pocas horas se llenó de militares y actores del policíaco Tras la Huella, supuestamente para “reconstruir” y “dar ánimo”.

Otra característica de la propaganda fue que hacía creer que el texto ya estaba aprobado. Funcionarios y medios oficialistas se referían al proyecto como “la nueva Constitución”. Esto provocó que muchos decidieran no presentarse a las urnas por considerar este referendo “una jugada cantada”. Desgraciadamente, en este caso la abstención favorece al régimen, pues lo que se toma como el 100 % no es la totalidad de los votantes de la isla, sino el total de votos válidos.

Los gobernantes y sus instrumentos podrán cacarear que su Constitución fue hecha “para todos”. Sin embargo, cualquiera con un mínimo de cultura política al leerla notará por qué esto no es cierto. Amén de ensalzar al dictador Fidel Castro, excluye a cualquier partido que no sea el comunista (artículo 5). Establece la pena de muerte para la traición a la patria, pero sin aclarar qué acciones constituyen el delito (artículo 4). En el artículo 55, otorga libertad de prensa en la primera oración para quitarla en la segunda y rematarla en el segundo párrafo.

En este referendo tampoco fue considerada la voluntad de todos: de los miles de cubanos que viven en el exterior, solo votaron los supuestamente leales al régimen. No es difícil deducir que, si un cubano ha abandonado definitivamente la isla, probablemente no está de acuerdo con el texto, y por lo tanto votaría “No”. Asimismo, el documento ignora temas imprescindibles en una Constitución “de su tiempo”, como los derechos animales, el matrimonio igualitario, la elección directa del presidente, o la abolición del servicio militar obligatorio.

“Siempre hay inescrupulosos que aprovechan este tipo de situaciones”. Así me decía este domingo un vecino: “Fíjate, las personas decentes están tranquilitas en sus casas. ¿Quiénes están dando la nota? El ladrón y la escandalosa de la cuadra, con música altísima desde tempranito, fogata con caldosa en la acera, profanando la bandera cubana colgada en el portal, y para ‘taparse’, un cartelito de ‘Sí por Cuba’ en el muro del edificio”.

“Yo me siento satisfecho”, me dice otro. “Podrán haber cantado el sí, como todo lo que hacen es un descaro. Pero me queda la satisfacción de que no fui cómplice, porque yo voté NO sin miedo”.




Rosa María denuncia: “el padrón electoral creció de 8,6 a 9,2 millones”

Rosa María Payá. Foto Twitter

MIAMI, Estados Unidos.- Rosa María Payá, la opositora cubana y líder de Cuba Decide, criticó la legitimidad del referéndum de este domingo en Cuba, y cuestionó además que el Gobierno cubano inflara el registro casi 20 horas después del cierre de las urnas.

“No bastando con todas las violaciones al debido proceso ejecutadas ayer, ahora, como por arte de magia, la Comisión Electoral de la dictadura anunció que de ayer a hoy el padrón electoral creció de 8,6 a 9,2 millones de cubanos”, escribió Payá en Twitter.

En la jornada electoral del pasado 24 de febrero, el régimen de la Isla dio por bueno el censo de electores, que cifró por encima de los 8,6 millones de electores.

Foto Twitter

Alina Balseiro, presidenta de la Comisión Electoral Nacional, anunció entonces este lunes que al cierre de los colegios electorales se habían reportado “634.034 inclusiones”, la cifra altera el padrón oficial y lo sube a 9,2 millones de electores, según recoge el oficialista Cubadebate.

Foto Granma

Balseiro atinó a explicar que estas inclusiones pueden deberse a que muchos cubanos votaron en otro sitio distinto al que tenían asignado y por tanto estarían duplicados en el censo electoral.




Lo que se esconde tras la supuesta masividad en el referendo

LA HABANA, Cuba. – El gobierno cubano ha anunciado que no será hasta las tres de la tarde de este lunes que se harán públicos los resultados del referendo constitucional celebrado ayer, 24 de febrero. Las cifras preliminares reveladas por el oficialismo anuncian una participación de aproximadamente siete millones y medio de ciudadanos; mientras observadores independientes coinciden en que han ocurrido varias irregularidades durante el proceso, algunas verdaderamente graves.

Si había o no pioneros custodiando las urnas poco importa, pues se trata de una mera formalidad “revolucionaria”. En uno de los colegios electorales localizados en el municipio Habana Vieja, los estudiantes de secundaria que debían estar de pie junto al buzón de la discordia, estaban sentados en un quicio revisando sus cuentas de Facebook, y distraídamente exclamaban ¡“votó”! cuando veían salir a cualquier persona del lugar del sufragio, incluso a los que acudieron solamente a repartir la merienda.

No estaban felices los pioneros y estudiantes de dedicar su domingo a una actividad tan lúgubre, en la cual no se apreció entusiasmo, compromiso, ni masividad. Quizás en el municipio Playa, donde votaron Raúl Castro y Miguel Díaz-Canel frente a las cámaras de la televisión oficialista, sí habían colas breves de cubanos “ansiosos por ejercer su derecho cívico”; pero en los colegios electorales de otros municipios como Centro Habana, Habana Vieja, San Miguel del Padrón y Diez de Octubre, es de presumir que las personas acudieron a cuentagotas, porque estaban casi permanentemente vacíos y silenciosos.

Ante un panorama tan desolado, es lógico preguntarse de dónde ha salido la tremebunda cifra de 7 524 318 cubanos, que representa el 81,35 % del listado electoral actualizado. Tal vez el extraño hábito de utilizar lápiz para que los votantes firmen en las nóminas donde son registrados sus datos, haya tenido algo que ver.

Cuando esta autora se presentó en el colegio electoral que le corresponde, en el barrio de Lawton (Diez de Octubre), al entregar su carné se percató de que el escaque donde debía ir su firma ya había sido llenado con un garabato cualquiera. La persona a cargo de aquella extraña burocracia justificó el error con los desvaríos de “alguna persona mayor” que no vio bien dónde tenía que firmar.

Tuve que pedir que borraran esa otra rúbrica para yo estampar la mía; pues con sorpresa percibí que aquella mujer me entregó la boleta sin siquiera rectificar, pretendiendo que yo pasara directamente a la votación a pesar de que mi firma no era la que aparecía en el listado de electores.

Al salir del colegio quedé pasmada pensando en lo fácil que sería para esas mujeres -y todo el personal encargado del referendo- cubrir con un garabato cualquiera todas las casillas de los cubanos que optaron por la abstención. No había observadores en aquel colegio y prácticamente en ningún otro; pues si la gente no se molesta en ir a votar, mucho menos va a dedicar toda una jornada a vigilar las manipulaciones que con toda seguridad acontecen en los colegios electorales.

Siete millones y medio es la cifra oficial hasta el momento, y ya el alto mando cubano considera que fue un éxito el día de ayer. Tiene razón; pero la aplastante victoria no fue del “aguerrido pueblo”, sino del grafito tan sencillo de borrar, lo mismo del registro de electores que en la boleta de quienes no tomaron la precaución de llevar consigo un bolígrafo para marcar con tinta en la casilla elegida.

Es difícil conciliar la participación masiva que declaran los medios, con la indiferencia reinante. ¿Habrán votado los muertos? ¿Acaso los ciudadanos cubanos que residen en el extranjero acudieron al sufragio en sus respectivas embajadas mientras alguien aquí ratificaba “doblemente”, con un garabato cualquiera, su compromiso con la Revolución?

Imposible afirmar o negar tal cosa, pues los cubanos no tienen manera de controlar un referendo sin ser cuestionados, reprimidos y hasta acusados de ser “agentes del imperio”. Esa es la justificación que esgrimen los “honestos” guardianes de las urnas, amparados por la fuerza policial y la Seguridad del Estado, para que no se malogre la oportunidad de condenar a este pueblo a otras seis décadas de corrupción político-administrativa, depauperación social y discriminación por motivos ideológicos.

Referendo Cuba
Voltean boletas en Punto de votación en Cuba (foto Agencia Cubana de Noticias)




Triste es el país que hace política con sus niños

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Centro de votación en Cuba (escambray.cu)

LA HABANA, Cuba. – Este domingo, como desde hace días, intentaron que me sintiera arrepentido, que me creyera indigno. Muchos fueron los cubanos que opinaron frente a las cámaras de televisión sobre deber y decoro en el instante de votar. Nada resultaba más meritorio que dar apoyo a la “nueva constitución”. Este domingo se habló de dignidad, de decencia, de vergüenza. Durante toda la jornada, como desde hace meses, se hicieron múltiples los reclamos al Sí.

Y llegada la hora hice el camino hasta el colegio electoral que me correspondió, y que se levanta sobre la Calzada del Cerro, entre las calles Prensa y Colón. Caminé hasta la mesa electoral y firmé el registro electoral, y ya con la boleta en la mano, ante la mirada del pionero que me alcanzó el lápiz, me incliné sobre un cajón brevemente levantado del suelo. Así, sin el resguardo de cortinas, dejé en claro mi decisión por un No que terminé depositando en la urna cuidada por otros dos niños con uniforme y pañoleta.

No recuerdo que otras veces me mortificara tanto la presencia de los niños en farsas como esta. Me afligió mirarlos de pie y erguidos junto a una urna de cartón, levantando la mano para advertir entonces que yo, y cada uno de los que depositaba su boleta, había votado. Me resultó desconsiderado que esos muchachitos malgastaran toda una mañana de domingo en una tontería que nada tiene que ver con la ingenuidad de sus infancias. Lo mejor para un niño que ha pasado la semana en la escuela es levantarse tarde ese día y enredarse luego en sus juegos preferidos.

Injusto es el país que reclama el sacrificio de sus infantes en un día de descanso. Nunca me asistió la duda; muy bien reconocí el sitio en el que trazaría la cruz, pero mi negativa se hizo más fuerte cuando miré a esos chiquillos custodiando la urna, sirviendo a sus mayores cuando lo más justo es que sucediera lo contrario. Ese gobierno que los empleó como guardianes debió ocupar su tiempo en procurarles los mejores esparcimientos, juguetes, y una alimentación decorosa.

No merece reconocimiento el gobierno que hace política con sus niños y que es capaz de robarles sus sueños, que impide sus juegos. ¿Qué tiene que hacer un infante en una urna, un domingo? ¿Por qué un chiquillo tiene que pensar en parecerse al Che? Triste es el país que los enrola en sus delirios en lugar de procurarles un rotundo bienestar. Si no me bastaran todas esas razones que me llevaron a decidirme por el No, y que dejé bien claras en cubaNet en los días previos a la votación, esta desconsideración habría resultado más que suficiente.

Y este lunes se harán saber los “resultados”, y como cada vez llegará esa relatoría de sucesos, de historias de compromisos y agradecimientos, y yo volveré a recordar la imagen “dominguera” del “futuro de la patria”. Una y otra vez pensaré en los deseos frustrados de tantos infantes cubanos que sueñan con una tableta electrónica, con un peluche gigantesco o quizá tan pequeño que pueda llevarse en el bolsillo o ponerlo debajo de la almohada. Una Barbie será siempre una buena opción para el domingo de una niña, y un cubo de Rugby para cualquiera.

Los niños cubanos, más que urnas y constituciones, precisan de Power Rangers, aunque no se enteraran de que ya no están muy de moda. Los niños son felices con el PlayStation, con Spiderman, con una muñeca Elsa o un Nintendo. Los más chicos precisan de un domingo para retozar e ir a zoológico, para ser felices, no para jugar al comunismo y mucho menos para convertirse en sus custodios.

Muy pronto se harán visibles los “resultados”, los que sin dudas fueron predecibles desde siempre, y quizá muchos padres se arrepientan, se mortifiquen, al descubrir que sus hijos no tienen ganas de ir hoy a la escuela porque perdieron, inútilmente, todo el domingo, sin juguetear y levantándose muy temprano, en lugar de quedarse en la cama un poco más, para jugar luego. Puede suceder que muchos padres crean, cuándo miren a sus hijos caminando hacia la escuela, que eligieron mal, que decidieron lo peor para sus hijos y el país, que en lugar de votar debieron botar.




Referendo Constitucional: Cubanos fuera de cámaras

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Los cubanos están citados a votar en el Referendo Constitucional el próximo 24 de febrero (cmljcabaniguan.blogspot.com)

LA HABANA, Cuba.- No es la patria, el deber, la unidad ni el compromiso, sino el miedo a perder el derecho a conducir un almendrón, arrendar un cuarto, montar una paladar o vender tamales lo que conducirá, como búfalo ciego al matadero, a millones de cubanos convocados a votar Sí, por Cuba, en el referendo constitucional a realizarse en la Isla el próximo 24 de febrero.

Tampoco es el verdor de las palmas, el trino del sinsonte, la bandera ni el Himno Nacional, sino el temor a ser considerados desafectos a la revolución, actitud que los descalificaría para cumplir una misión de trabajo en el exterior, laborar en un hotel, impartir clases en una universidad o cualquier otro empleo estatal que requiera “idoneidad política”; significaría no tener un aval de las organizaciones de masas que certifique su participación y apoyo al poder.

Mucho menos por la excelencia de las condiciones habitacionales, los buenos salarios o el cese de la discriminación por raza, religión, opinión, asociación y otros derechos que, si bien refrendados en la nueva constitución, serán letra muerta en la carpa ambulante de un circo político cuyos tarugos y malabaristas hacen payasadas ante los viejos trucos del partido comunista (único), convertido a la fuerza y ratificado en vanguardia de la sociedad.

Por esos y otros tentáculos del miedo que corroe a los cubanos es que se plegarán a ese patriotismo de apoyo a la nueva Constitución, que satura los medios de información nacional en una mascarada que a nadie sorprende, pues está comprobado que un cubano frente a las cámaras y micrófonos de la televisión se siente como alguien que tiene una pistola cargada apuntándole a la cabeza, y a punto de disparar ante cualquier objeción.

Fuera de cámaras

“La fingida exaltación política de apoyo a la Constitución que muestran los ciudadanos entrevistados por la televisión cubana, es inversamente proporcional al nivel de apatía que sienten al saberse atrapados bajo las trampas democráticas de una dictadura inclemente con sus opositores” expresó Marcial (sociólogo), al comentar sobre el tema de la votación.

Según Nina, ex profesora de historia “algunos de los que aparecen en pantalla enumerando el rosario de bendiciones que significa la revolución, y hablan de sus “múltiples” razones para darle apoyo, se lo creen, aunque con ciertas dudas, como quien cree en la resurrección o en la existencia de extraterrestres y OVNIS, los poderes mágicos de un brebaje con tarro de rinoceronte y la posibilidad de hablar con los espíritus a través de una tabla de guija.”

Marcial y Nina, un matrimonio que sin considerarse disidentes están decididos a votar No, alegan que, ante tantas promesas incumplidas, la manipulación del pueblo, el exceso de prohibiciones en el país y las enconadas carencias en que ha vivido la ciudadanía por más de medio siglo de revolución, dar el Sí por una Constitución que recoge la irrevocabilidad de un socialismo fallido y traidor sería como apostar, otra vez, por el caballo perdedor.

Por su parte, Damián (un tornero), asegura que quienes dicen en pantalla que ser cubano es “amar a la revolución y a Fidel, y que por eso votarán Sí el domingo, no son otra cosa que oportunistas o cobardes que cuando salen de cámara comienzan a despotricar de lo mala que está la cosa, pero que si dicen lo contrario se embarcan y sus palabras y sus rostros serían censurados y no saldrían por la televisión ¿o alguien ha visto a uno que diga no?”

Por otro lado, para Mariela, cajera de un restaurante particular, “no ir a votar sería como ponerse la soga al cuello, pues si por ganar el doble o el triple de lo que paga el Estado somos víctimas del acoso y la vigilancia gubernamental, y nos imponen medidas restrictivas como las del 7 de diciembre, dígame usted si dices frente a las cámaras que no votarás. Yo voto No, pero voy.

Ángel Luís, un opositor con más de una década vinculado al sindicalismo independiente en la capital, no cree que lo visto en las pantallas de la televisión sea una verdadera matriz de opinión. “Los cubanos tienen miedos fundamentados en la capacidad de hacer daño a quienes se oponen a la revolución. Eso los convierte en hipócritas, ladinos, que se transforman para sobrevivir. No obstante, piensa que fuera de cámaras votarán No.”

Para mí, votar en Cuba es un ejercicio estéril que premia la “carnerización” del país. Todos sabemos el resultado final. No dudo de la sinceridad ni estoy en contra de que aparezca en pantalla un tonto útil o un despistado que agradezcan a la revolución desde su talento, hasta el arco de sus pies. Yo no me prestaré al sainete, ni tengo que agradecer: No iré a votar.

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