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Machadato y castrismo: dos historias tan parecidas

Activista y periodista independiente Lázaro Yuri Valle Roca es apresado por agentes vestidos de civil (Foto: EFE)
Activista y periodista independiente Lázaro Yuri Valle Roca es apresado por agentes vestidos de civil (Foto: EFE)

LA HABANA, Cuba.- El libro La prensa cubana y el machadato, del periodista oficial Edel Lima Sarmiento, publicado en 2014 por la Editorial Ciencias Sociales, en realidad debía llamarse: “La prensa cubana y el castrismo”, de acuerdo a la situación que sufre en la actualidad la libertad de prensa en la isla.

Si lo primero que hizo Machado, pese a su buen gobierno durante los tres primeros años en el Ejecutivo, fue utilizar su poder para controlar la prensa, Fidel Castro hizo mucho peor: se apropió a la fuerza de todos los medios de comunicación para la propaganda de su régimen.

En sus capítulos Obediencia al César, Mordaza y Resistencia, que comienzan con la máxima napoleónica de “tres diarios adversos son más temibles que mil bayonetas”, se narra cómo durante los ocho años de gobierno machadista se establecieron un sinfín de métodos para luchar por apagar las voces contrarias, pese a la democracia que se vivía y las fuertes instituciones que respaldaban a personajes como Julio Antonio Mella, Jorge Fernández de Castro, Sergio Carbó, Ofelia Rodríguez Acosta y muchos otros.

Es sorprendente cómo Lima Sarmiento, a través de su  exhaustiva investigación histórica, no descubre que también está reflejando lo que ocurre en Cuba hace 58 años, cuando entre 1959 y 1960 Fidel Castro silenció las mismas voces en la prensa nacional. Ambas historias son tan parecidas que muchos de los opositores y periodistas que marcharon al exilio bajo la dictadura de Machado, fueron los mismos que abandonaron Cuba con la llegada de Fidel a La Habana.

Uno de ellos, Manuel Dueñas, director del periódico El Republicano, nos recuerda el caso del escritor y poeta Heberto Padilla, ocurrido en 1971.

En 1928, cuando Dueñas escribió un artículo en su periódico titulado “Machado, tenemos hambre; Nerón contempla impávido la destrucción de Roma”, de inmediato fue encarcelado en La Cabaña y amenazado con morir en la barriga de un tiburón. Al mes, Dueñas pactó con la dictadura, dedicó un número de su periódico elogiando a Machado y partió al exilio.

El libro de Edel Lima (Foto: Tania Díaz Castro)
El libro de Edel Lima (Foto: Tania Díaz Castro)

De esa forma, el dictador logró tener una prensa a sus pies, “dócil, temerosa y adulona”, sobre todo con el fin de mantenerse en el poder a través de un segundo mandato, cuando manifestó cínicamente: “Siempre y cuando la mayoría lo solicitara por el bien del país”. Ya reelecto, apretó los resortes contra la prensa, algo que no hicieron los presidentes anteriores a él, como Tomás Estrada Palma, quien también procuró reelegirse, José Miguel Gómez, Menocal y Sayas.

Convertido su gobierno en una grosera dictadura, evitó que sus enemigos contaran con publicaciones propias y usó la policía para encarcelar a periodistas y opositores en la fortaleza de La Cabaña, de los cuales algunos resultaron muertos.

Gracias a Edel Lima, conocemos también sobre los éxitos de dos destacados periodistas de aquellos años, Octavio Seiglie y Rafael Iturralde, quienes pudieron salir al exilio y, utilizando todos los recursos posibles, divulgaron en la prensa de Estados Unidos las violaciones que se cometían sistemáticamente en Cuba. Incluso lograron involucrar en su labor a algunos congresistas estadounidenses para que exigieran a su gobierno preocuparse por la situación en la vecina isla caribeña, de acuerdo con el derecho a intervenir en los asuntos internos cubanos, concedidos por la Enmienda Platt.

Como respuesta, Machado armó una contrapropaganda de exaltación nacionalista al estilo del castrismo que vino años después.




¿Quién era en realidad Carlos Aponte?

aponte y guiterasLA HABANA, Cuba — Cuando Cuba vuelva a ser un país normal, cuando en los corazones de todos sus seres humanos sólo reinen las ideas pacíficas, a golpes de mandarria desaparecerán los monumentos dedicados a quienes  practicaron el terrorismo y la violencia política, para deshonra de todas las generaciones pasadas, presentes y futuras

Uno de los hombres más arrebatados y virulentos que aparece en el escenario cubano de los años treinta del siglo pasado, es el venezolano Carlos Aponte Hernández -1900-1934-.

Paco Ignacio Taibo II dice de él que ¨No quería pasar sin meterse en problemas¨. El poeta José Z. Tallet, cuando se lo llevaron a su casa, dijo: ¨Me has traído un loco¨ y el periodista oficialista cubano Ciro Bianchi Ross, reconoce que ¨…alcanzó el grado de teniente coronel con su pequeño ejército loco¨.

Coincido con Taibo II: ¨Escribir sobre Aponte es como navegar en un río revuelto¨. O algo peor: descubrir a uno de los hombres más violentos de la historia latinoamericana. Su amigo Pablo de la Torriente Brau dice que ¨Cuando Aponte llegaba a un país, si no había ocasión para pelear, se iba a otro, porque era un turbión, un hombre de avalanchas, un hombre de la revolución, un ser tumultuoso y terrible.¨

Siendo un niño, Aponte afrontó problemas con las autoridades políticas de su pueblo y de adolescente, al participar en la creación de guerrillas antigubernamentales, fue deportado a Cuba. En 1925, en la puerta del Hotel Sevilla de La Habana, dio en la cara una tanda de cinturonazos a un diplomático y dos años después, en un cabaret habanero, al tropezarse con un delegado norteamericano a la VI Conferencia Panamericana, lo sacó a sillazos del local.

Meses después se incorpora a las guerrillas de Sandino, en Nicaragua. Tanto se destaca, que al poco tiempo el mismo Sandino premió su crueldad con el grado de capitán. Señala Pablo de la Torriente Brau que  ¨Aponte fue muy cruel con los hombres del Norte –léase soldados norteamerianos-. A su muerte, nadie hubiera podido recordar la lista de los nombres de los hombres que mató en Nicaragua¨.

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El embajador de chavista, Carlos Ramirez, coloca flores ante las tumbas de Guiteras y Aponte

Posteriormente ingresa al Partido Comunista venezolano, pero se retira del mismo al poco tiempo. En Guatemala, establece una guerra de guerrillas y fracasa. En Curazao, proyecta apoderarse del fuerte de Ámsterdam y también fracasa. En Colombia, proyecta asaltar un punto fronterizo y es apresado, llevado a juicio y condenado a dos años de prisión.

En 1931 se dirige a México, donde no lo quieren las autoridades de ese país. Se decide por Estados Unidos. Allí, no tiene buenas relaciones con su familia, sobre todo con su madre. Luego se dirige a Ciudad Trujillo, donde lo encierran siete meses en prisión.

Por último, regresa a Cuba en 1933. Cuenta Taibo II que en La Habana, la primera locura que hace Aponte es robarse el auto de Carlos Manuel de Céspedes, hijo del Padre de la Patria cubana y que a punta de pistola lo llenaba de gasolina, que le rompe la cabeza de un culatazo al administrador norteamericano de un Ten Cents de La Habana y que se bate a duelo con un general venezolano, de visita en la ciudad. El general recibió dos balazos y Aponte se disparó un tiro en un pie para que lo llevaran al hospital y no a la cárcel. Pero a la cárcel del Castillo del Príncipe fue, de donde lo rescata un grupo de anarquistas.

No nos sorprende para nada que este hombre haya tenido amigos como  el médico cubano Gustavo Aldereguía, Julio Antonio Mella, Rubén Martínez Villena y el propio Pablo de la Torriente Brau. Tampoco que haya caído muerto junto al revolucionario más terrorista de la historia de Cuba, Antonio Guiteras, cuando se dirigían a México en busca de armas para invadir Cuba y luchar contra el gobierno de Mendieta.

Mucho menos que Fidel Castro le quiera imponer al pueblo cubano esta figura despreciable.

En ningún país civilizado del mundo, a no ser Cuba -bajo un gobierno agresivo y de fuertes raíces terroristas-, este hombre recibiría monumentos, elogios y actos como homenaje póstumo, ni se le llamaría ejemplo para los jóvenes, como lo hace con frecuencia la prensa nacional, por orden del Estado.

Fuentes consultadas: Tony Guiteras, un hombre guapo, de Paco Ignacio Taibo II, Editorial Ciencias Sociales, La Habana, 2009.

Articulo relacionado: Guiteras y Aponte, dos ejemplos, 9 de mayo de 2012, Juventud Rebelde.