LA HABANA, Cuba, octubre,www.cubanet.org. – Venus Bustamante está presa en la que llama su “Misión de Vida”, para que se reconozcan sus derechos de madre soltera de dos sobrinos nietos del fallecido presidente Hugo Chávez.
Venus vive en la miseria, en una casucha de la calle 234 entre Tercera y Tercera A, en Jaimanitas, al oeste de La Habana, con sus cuatros hijos, su padre y su hermano enfermos mentales. Entrar ahí es penetrar al más oscuro círculo del infierno: desolación, piso de tierra, falta de higiene, carencia de alimentos.
La aun joven madre duerme con los cuatros pequeños sobre una colchoneta de poliespuma sucia y raída. Su hermano y su padre duermen en el piso. La cocina es una pila de leña en un rincón y el baño una taza rota y un cubo de agua donde casi siempre falta el jabón. Hay un solo bombillo, abundan las moscas y por la noche, sin ventilador, es infernal el castigos de los mosquitos.
Siempre el amor
Venus cuenta que a los diecinueve años, conoció a Romel Enríquez Pérez Chávez, un joven venezolano que estudiaba en la Escuela Internacional de Medicina, del que se enamoró y fue pareja los seis años que él estudió en Cuba. De la relación nacieron Andrea Melis Pérez Bustamante y Yusisleidys Nerys Pérez Bustamante.
Venus afirma que Romel es hijo de Carmen Cecilia Chávez, hermana del difunto presidente bolivariano. Agrega que, al graduarse en el 2008, Romel regresó a su país y nunca más supo de él, que ella trató de rehacer su vida, pero los otros hombres que conoció tampoco resultaron buenos esposos, aunque tuvo dos hijos más: Maicol Fabio Bustamante Martínez y Bernarda Ester Barrios Bustamante, también abandonados por sus padres.
“Mi caso es de conocimiento de la embajada venezolana” — afirma Venus, mientras carga a unos de los niños que llora– “reconocen a las dos niñas como sobrinas nietas de Chávez, pero llevo ya un buen tiempo en esto y hay mucha burocracia. Solicité una entrevista con el embajador de Venezuela, Ronald Blanco La Cruz, mediante la secretaria Lourdes González, me la concedió cuando ya no se encontraba en Cuba.
“Un abogado de extranjería me instruyó, que mi caso debía considerarse como reunificación familiar –agrega Venus– y serme restituida la suma de 81mil dólares por concepto de manutención de las dos niñas. Solicité una entrevista al nuevo embajador, Edgardo Rodríguez, me contestó por escrito que debía comenzar nuevamente los trámites de solicitud”.
“Con fecha 16 de julio y con número de salida 169 y como un acto desesperado, le escribí una carta a Nicolás Maduro”. Me muestra la carta, donde leo: “reconozco el duro golpe que la intempestiva desaparición física de Hugo Chávez nos ha sumido a todos en un profundo decaimiento, que ha hecho olvidar otros asuntos menores, pero necesitamos ayuda. Urgentemente, recurro a Venezuela, patria del padre de mis dos niñas, porque Cuba atraviesa una situación muy difícil y aunque algunos funcionarios cubano lo han intentado, no han podido sacarnos de esta extrema pobreza en que vivimos”.
Indagué en el vecindario, sobre la veracidad del testimonio de Venus. También pregunté a su familia, los Bustamante, fundadores del pueblo y precursores de la construcción de botes de corchos y el negocio de la calandraca como carnada de pesca.
La familia corroboró que era cierta la relación de seis años con un venezolano, estudiante de medicina y tuvieron dos niñas, pero insisten en que Romel jamás alardeó de ser sobrino de Chávez. “Al contrario — afirmó una tía de Venus– siempre tenía hambre y andaba con las mismas botas”.
Una prima aseguró que “Venus, como su padre Jesús, y otros miembros de su familia están locos, y la locura le dio por pensar que pariéndole hijos a un extranjero iba a salir de la miseria, pobre, lo que hizo fue enredarse más. Después de aquel médico venezolano le parió a un nicaragüense y después a un boliviano, pero todos la dejaron abandonada con sus hijos.
“Sí, sé de la carta a Nicolás Maduro –continúa la prima– Ojalá le conteste, y aquel venezolano resulte familia de alguien grande, lo localicen y la ayude con sus hijas. Con los otros padres de sus hijos también debería hacer lo mismo”.