LA HABANA, Cuba.- Los gobernantes cubanos parecen desconcertados porque transcurre el tiempo y los mercados agropecuarios de la isla continúan muy desabastecidos. A inicios de año decían que con el paso de los días se normalizaría el flujo producción- comercialización-consumo. Pero no ha sido así, y los atribulados consumidores apenas confían en las promesas provenientes “de arriba”.
Por estos días la segunda figura del Partido Comunista, José Ramón Machado Ventura, se reúne en varias provincias con productores de las distintas formas de gestión (propietarios individuales, cooperativistas y usufructuarios de tierras estatales) para indagar acerca del posible impacto de la Tarea Ordenamiento en la merma productiva que experimenta el sector agropecuario.
Por otra parte, las autoridades vuelcan también su mirada hacia los precios de acopio. Es decir, los precios con que el Estado les compra la producción a los productores. En ese contexto se desarrolló una reciente Mesa Redonda de la televisión cubana con la presencia de la ministra de Finanzas y Precios, Meisi Bolaños.
La funcionaria se refirió a un ligero aumento de los precios de acopio con vistas a estimular a los productores, al tenerse en cuenta, entre otros elementos, la subida de sus costos de producción. La señora Bolaños, al indicar los principios que su gobierno esboza para la formación de los precios de acopio, expresó: “Que el productor agropecuario reciba las señales del mercado, se reconozca en los costos el efecto de la devaluación, y se ajuste el gasto por la fuerza de trabajo” (“Cuatro nuevas medidas en materia de salario y ajustes en los precios de acopio”, periódico Granma, edición del 18 de febrero).
En realidad, cuesta trabajo entender la manera en que los funcionarios castristas conciben la relación de un productor con el mercado. Tanto tiempo habituados al mecanismo de ordeno y mando hacia las bases productivas, que ya imaginan un cambio significativo en sus métodos ante una mínima concesión adoptada.
Porque, ¿cómo hablar de señales de mercado para los productores si 30 de los nuevos precios de acopio han sido fijados burocráticamente desde las oficinas del Ministerio de Finanzas y Precios, y para el resto de los productos los fijadores de esos precios serán los gobiernos territoriales?
Los productores agropecuarios responderían a las señales del mercado si fueran ellos quienes fijaran los precios de sus producciones, y después las comercializaran libremente, sin la obligación de entregar casi la totalidad de ellas —incluso por encima del encargo estatal para satisfacer el consumo social— a la ineficiente Empresa Estatal de Acopio. Cuando la maquinaria del poder comprenda —o quiera comprender— que es el Estado el que sobra en la relación producción-comercialización-consumo, entonces los mercados agropecuarios de la isla volverán a llenarse de viandas, frutas y otros renglones del agro.
Mientras tanto, la imagen que exhiben los mercados operados por las distintas formas de gestión es calamitosa. Los mercados agropecuarios estatales, que dependen en lo fundamental del suministro de la Empresa de Acopio, están literalmente vacíos. Ya los consumidores casi ni se molestan en visitarlos.
Y los agromercados que funcionaban bajo el mecanismo de oferta-demanda también están desabastecidos. Aquí pueden venir los productores directamente a ofertar sus productos, pero ya prácticamente se lo impiden los precios minoristas topados que ha fijado el gobierno. Casi lo único que se observa en sus tarimas son tomates, verdes la mayoría de las veces, y algunas que otras lechugas y coles. Ni una vianda, ni una fruta, ni un frijol…
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