LA HABANA, Cuba. – Será difícil encontrar buenas noticias para los sindicalistas de la Industria Alimentaria y la Pesca, los que celebrarán su Segunda Conferencia Nacional durante el venidero mes de noviembre, según anunció el periódico Trabajadores.
Tendrán que lidiar con el escabroso tema de los trabajadores “interruptos” y disponibles que presenta el sector ―más de 2.000 “interruptos” cada mes―, que son la consecuencia de los bajos niveles de actividad en sus empresas y entidades, debido en lo fundamental a la falta de materias primas para acometer los procesos productivos.
Además, los asistentes a la cita de este gremio oficialista deberán discutir acerca de cómo disminuir las cuentas por pagar y cobrar, que alimentan la gran cadena de impagos que hoy obstaculizan el desenvolvimiento de la economía cubana.
Esta cadena de impagos se agrega a las deficiencias que exhiben muchas de las entidades de este sector alimentario, y que hace que varias de ellas presenten pérdidas financieras, con el consiguiente perjuicio para los ingresos de sus trabajadores, los que solo están cobrando sus salarios escalas, sin posibilidad de acceder a utilidades y otros estímulos.
Pero por supuesto que ahí no quedan las malas nuevas que deberán afrontar los sindicalistas de la Alimentación y la Pesca. Es muy probable que los participantes en su Segunda Conferencia Nacional deseen saber cómo se han comportado los distintos renglones productivos del sector tras las afectaciones causadas por la pandemia de COVID-19 que asoló al país, en especial durante los años 2020 y 2021.
La lógica indicaría una hipotética recuperación en el 2022, año en que la pandemia casi se batía en retirada. Sin embargo, las cifras que muestra el Anuario Estadístico de 2022, emitido por la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI), se encargan de demostrar lo contrario. Una realidad que reafirma el protagonismo de las ineficiencias internas en la debacle productiva que hoy muestra este sector, más allá de “bloqueos” y otros factores externos con que a menudo se pretenden justificar los fracasos.
Los renglones productivos que decrecen en el 2022 con respecto al 2021 son los siguientes: la carne deshuesada de res, el hígado de res, la carne de cerdo en bandas, la carne fresca de aves, la harina de trigo, los quesos, la mantequilla, el yogur, los helados, el aceite vegetal, el arroz elaborado, la levadura, los piensos mezclados, el pan, las galletas de sal, las galletas finas, las pastas alimenticias, los caramelos y confituras, las conservas de frutas, el café, los filetes de pescado, el camarón entero, las bebidas alcohólicas, el ron, los vinos, la cerveza y los refrescos. Como vemos, buena parte de los renglones que produce este sector de la economía.
Como si todo lo anterior fuese poco, el ministro de la Industria Alimentaria, Manuel Sobrino, en una reciente comparecencia en el programa Mesa Redonda de la Televisión Cubana, calificó de “muy difícil” el panorama que encara el sector para el último trimestre del actual 2023.
No se vislumbra una recuperación para los renglones que últimamente han estado en falta, y la situación se torna compleja para poder garantizar el pan de la denominada “canasta básica”, en especial para las provincias orientales del país.
Ante tan desalentador panorama, a nadie extrañaría que se anunciara una posposición de esta Segunda Conferencia Nacional para “momentos más adecuados”, tal y como ya ocurrió con un evento similar de los sindicalistas agropecuarios, forestales y tabacaleros.
ARTÍCULO DE OPINIÓN Las opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de quien las emite y no necesariamente representan la opinión de CubaNet.