LA HABANA, Cuba. – Los gobernantes cubanos suelen celebrar la fecha del 26 de julio, llamada por ellos como Día de la Rebeldía Nacional, en la provincia que haya tenido el mejor desempeño económico y social en el período que se analice.
En días pasados, en ocasión de una visita gubernamental a la provincia de Santiago de Cuba, el gobernante Miguel Díaz-Canel expresó: “Vamos a celebrar el aniversario 70 del Moncada aquí, no solo por razones históricas, sino porque se lo merecen, y eso es expresión de dignidad, valentía y compromiso”.
Es decir, que esa afirmación del heredero de los Castro intenta transmitir el mensaje de que los santiagueros tendrán la sede del próximo acto central por el 26 de julio no por el hecho de conmemorarse este año un aniversario cerrado del asalto al cuartel Moncada, sino porque, supuestamente, su trabajo ha merecido esa distinción.
Sin embargo, en el contexto de la propia visita gubernamental a ese oriental territorio trascendían las deficiencias y las metas incumplidas por los santiagueros. El primer ministro Manuel Marrero, al hablar en la reunión del grupo provincial para el enfrentamiento al delito, la corrupción y las ilegalidades, reconoció que en Santiago no se logra reducir esas anomalías. Además, persisten los “precios abusivos” y los problemas con la contratación de las producciones agrícolas. Esto último provoca que los agromercados estatales se hallen desabastecidos. Y de más está decir que la gestión económico-productiva de la provincia es caótica.
Por otra parte, según el periódico oficial Trabajadores, durante la celebración de la Segunda Conferencia Provincial del Sindicato Nacional de los Trabajadores de la Salud, que sesionó hace poco en la ciudad de Santiago de Cuba, salieron a la luz múltiples problemas que afectan el trabajo sindical y los servicios médicos en esa provincia.
Se informó que 5.000 trabajadores santiagueros de la Salud no están afiliados al sindicato oficialista, y que muchos de los que aún pertenecen a ese gremio no pagan la cotización mensual. Hay muchas inconformidades con los salarios que perciben los médicos y otros trabajadores del sector, lo que se manifiesta en la baja calidad de los servicios que se prestan a los pacientes. Tampoco existe un enfrentamiento eficaz al desvío de recursos que acontece en hospitales, policlínicos y otras entidades de este sector en la provincia.
¿Y cuál es la respuesta del pueblo santiaguero ante tan pobre desempeño de sus autoridades? Vayamos a algunas cifras de las últimas elecciones de diputados a la Asamblea Nacional del Poder Popular.
Entre todos los municipios de la provincia santiaguera, la ciudad de Santiago de Cuba, con el 69,33 por ciento, fue la que reportó la más baja votación por todos los candidatos, que era lo que aconsejaba la propaganda oficialista.
Pero lo más significativo fue esa especie de voto de castigo que recibió la gobernadora de la provincia, Beatriz Johnson Urrutia. Cuando el voto promedio de los candidatos que resultaron elegidos estuvo en el entorno del 80-90 por ciento, la señora Urrutia fue la menor votada entre todos los 38 candidatos de la provincia, al alcanzar el 71,98 por ciento.
Díaz-Canel, tomando en cuenta ese resultado, y si hubiese acatado el sentir de los santiagueros, debió sustituir a Beatriz Johnson en su cargo de gobernadora. Sin embargo, el benjamín del poder optó por ratificarla en el cargo. La fidelidad de la gobernadora a la cúpula del poder importó más que los resultados de su trabajo.
En verdad era casi imposible poder escoger a una provincia con resultados favorables para la celebración del 26 de julio. Todos los territorios están afectados por la crisis general que afronta el país. Pero, tal vez, era mucho pedirle al señor Díaz-Canel que reconociera esa dura realidad.
ARTÍCULO DE OPINIÓN
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