LA HABANA, Cuba. – Las lanchitas de Regla se van a bolina, por su deterioro y falta de mantenimiento. Desde 1912 se construyó una terminal de ferris o lanchas para la transportación de pasajeros de un lado a otro de la Bahía, la que estuvo antecedida por cerca de un centenar de botes de remos y velas llamados guadaños.
En la sesión ampliada del Grupo Temporal de Trabajo de La Habana, el 5 de julio, se anunció que continuarán sin servicio las lanchitas de Regla, aunque quizás en agosto funcione una. Mientras tanto seguirá la transportación con cuatro ómnibus que bordearán la bahía, y se valora el diseño de rutas para los triciclos eléctricos que ingresarán al país en julio. No es cuestión de desaparecer una tradición más, ni de eliminar la posibilidad de secuestro para huir hacia Estados Unidos como en 2003, sino de continuar provocando indefinidamente grandes afectaciones a la economía y los trabajadores.
Regla es el municipio más pequeño de Cuba, con una extensión 9,2 kilómetros cuadrados y 43.000 habitantes. No obstante, ocupa uno de los tres primeros lugares entre los de mayor peso económico en la capital, con más del 50 por ciento de las actividades del puerto. Allí radican la Terminal Haiphong, los Astilleros de Casa Blanca, los Molinos Turcios Lima y José Antonio Echeverría, la Terminal de Contenedores de La Habana, y otras empresas. Los trabajadores de estas entidades residen en Regla y Casa Blanca, pero también del otro lado de la bahía, adonde también es imprescindible moverse para realizar gestiones, vender y comprar productos y servicios. Así que la carencia de lanchitas impone una circunvalación extensa y demorada, complicada por la carencia de transporte público y los altos precios del privado.
La lanchita es uno de los medios de transporte más antiguos de La Habana. Casa Blanca comenzó a fomentarse en 1589, cuando en esa parte del litoral se construyó un depósito de la Real Hacienda que siempre estuvo pintado de blanco y dio nombre al lugar. Regla o Guaicanamar, que significa frente al mar, surgió el 3 de marzo de 1687, cuando el peregrino Manuel Antonio, natural de Perú, recibió un pedazo de tierra para construir la ermita de la Virgen de Regla, considerada la patrona de la bahía de La Habana desde 1714. El actual templo se construyó en 1811; en marzo de 1987 fue declarado Monumento Nacional, y a finales de ese año Santuario Nacional. Muchos cubanos y turistas aprovechan las vacaciones veraniegas para cumplir sus promesas a la Virgen de Regla, pero en estas fechas llegar al ultramarino pueblo se complicará aún más por la afluencia hacia las Playas del Este.
La existencia de ómnibus decrece de año en año, mientras la adquisición de nuevos y piezas de repuesto parece imposible por los argumentos de siempre ―la falta de liquidez y el “bloqueo” de Estados Unidos―, sin mencionar los impagos de las deudas.
El coordinador de Industria y Transporte de La Habana, José Conesa González, informó en la reunión mencionada más arriba, que de los 894 ómnibus con que cuenta la Empresa Provincial de Transporte de la capital, están activos 294 para un 34 por ciento de disponibilidad. Con el fin de aliviar esta situación se recuperarán algunos de los 560 equipos paralizados y en la primera quincena de este mes se incorporarán a las rutas de mayor demanda 80 ómnibus que cubrían el transporte escolar. El servicio hasta las Playas del Este se reforzará con 30 ómnibus escolares.
La salvación de las lanchitas de Regla se impone por el peso económico y el respeto a la población. Su postergación es uno de los tantos asuntos que siguen acumulándose. Las afectaciones a la producción por las prioridades coyunturales, con las restricciones de combustible, electricidad, materias primas y mantenimiento a los equipos esenciales no pueden continuar. Ciertamente han decrecido notablemente la llegada de barcos de carga y cruceros, y los molinos de harina funcionan según la escasa importación de trigo, pero a otras industrias se impide producir para el consumo interno y la exportación, con afectaciones salariales a sus trabajadores. No pueden continuar las vacaciones de verano con consignas y entretenimiento para sacar a los cubanos de sus hogares, en busca de que, en medio de los apagones, olviden la falta permanente de alimentos, agua y transporte, aunque siempre recuerden que tienen que permanecer sumisos. Resulta indispensable avanzar en las libertades y la recuperación de la economía.
ARTÍCULO DE OPINIÓN
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