GUANTÁNAMO.- Al convocar a la discusión popular del Proyecto de Constitución de la República y disponer que el texto final sea sometido a referendo, el castrismo ha creado condiciones únicas para el fortalecimiento de la oposición pacífica y el debate abierto de ideas —ese del que tanto habla y evade— pero sobre todo para el contacto efectivo de las fuerzas democráticas con el pueblo.
Nunca antes existió en estos casi sesenta años de dictadura una ocasión tan propicia para hacer visible en un marco de presunta igualdad y respeto —como aseguran los medios oficialistas— a la oposición pacífica y, en menor medida, al exilio.
Vituperados, discriminados, golpeados, detenidos, despojados de sus bienes ilegalmente y encarcelados por sus ideas políticas, los opositores pacíficos cubanos y hasta los ciudadanos que se mantienen apartados de la política pero desean fervientemente un futuro democrático para nuestro país, tienen ahora la oportunidad de exponer sus puntos de vista públicamente y develar ante los adoctrinados, desconocedores o apáticos, el gran peligro que encierra la aceptación de este Proyecto de Constitución, que no es aprobar el matrimonio entre personas del mismo sexo, como absurdamente argumenta cierta quinta columna religiosa que ha llenado de pancartas las puertas de numerosos domicilios, sino la prolongación de la dictadura comunista.
Los obstáculos existen y pueden conformar un espectro en el que caben la desatención a los reclamos democráticos que formulen los ciudadanos, la creación de “bloques de refutación” a los díscolos y la manipulación de los datos que aporte esta discusión con el objetivo de justificar la redacción final de la Carta Magna que será sometida a referendo. No excluyo la posibilidad de que algunos líderes opositores sean detenidos horas antes de la celebración de las asambleas en sus zonas de residencia, como ya ha hecho la seguridad del Estado para impedir que sean nominados como candidatos a delegados del Poder Popular en sus circunscripciones. Todas estas acciones estarían dirigidas a lograr la imposición de los intereses de la dictadura.
¿Qué hacer? ¿Llegó la hora del partido de la oposición?
En esta coyuntura están creadas las condiciones para el surgimiento de un partido único que represente los intereses de la oposición pacífica y de los cubanos que defienden la democracia aunque no lo manifiesten públicamente. Indudablemente sería un partido sin precedentes en la historia de Cuba, cuya formación no precisa de comité gestor ni de muchas reuniones a ningún nivel y cuyo líder absoluto e incuestionable será la voluntad de todos los cubanos que desean que nuestro país no siga regido por una dictadura.
A estas circunstancias se une el hecho de que este partido sui géneris no necesitaría de la aprobación del régimen, ni sus miembros tendrían que someterse a los riesgos a los que se ven expuestos cotidianamente los opositores pacíficos, pues su militancia se declarará de forma secreta y por una vez el 24 de febrero del 2019, cuando voten NO en el referendo, una acción que definirá la fugacidad y extinción de este movimiento político meramente táctico.
Algunos pueden pensar que en las condiciones del absolutismo castrista la acción de los cubanos que se oponen a la dictadura tiene pocas posibilidades de éxito y es cierto. Pero ha llegado el momento de apartar el pesimismo y la evasión para pensar en la Patria y en cómo luchar por nuestros derechos naturales, conculcados por la dictadura. Y estoy convencido de que la mayor expresión del patriotismo cubano pasa inequívocamente por la unidad absoluta de la oposición pacífica y el exilio.
Hay que trabajar en el contacto pueblo a pueblo. Es en ese acercamiento donde se debe explicar a la población por qué es necesario votar NO en el referendo, razonar con los que no entienden, convencer a los que por comodidad ni siquiera van a ir a las asambleas a exponer sus opiniones porque aseguran que de nada valdrá hacerlo. Es necesario desbaratar las bases de ese miedo cerval que acunan hasta en los tuétanos muchísimos cubanos que piensan que si votan NO van a ser detectados. Es necesario demostrar que si eso fuera posible no existe cárcel ni gobierno alguno que pueda detener tal ansia de libertad. Hay que demostrar con datos precisos que Cuba no es el único país del mundo donde los servicios de educación y salud son gratuitos, porque el castrismo continúa esgrimiendo la gratuidad de esos maltrechos servicios para recabar apoyo ciudadano con la amenaza de que sólo el “socialismo” que padecemos puede garantizarlos. Debemos dar a conocer a la población todos los derechos humanos y cómo estos han sido incorporados parcialmente en este Proyecto de Constitución, demostrando con hechos concretos que no existe garantía alguna para su ejercicio, como ya ocurrió con la Constitución de 1976.
El castrismo está seguro de que va a lograr imponer la nueva Constitución porque tiene el control absoluto del proceso, lo que le permitirá manipular los datos de la discusión y del referendo. Por eso creo que otra tarea de los líderes de la oposición pacífica y del exilio radica en emprender de inmediato una vigorosa campaña de acercamiento a la ONU, la OEA, la Unión Europea y otros organismos internacionales para que envíen observadores que participen directamente en el conteo de los votos y así impedir la consumación de un fraude. Bajo ningún concepto puede dejar de reclamarse que este referendo se realice con supervisión internacional en todo el país.
Las ideas que he expuesto a título personal sólo pretenden ayudar a la reflexión y a la unidad de esa parte del pueblo cubano que hasta hoy es discriminada y reprimida a causa de sus posiciones políticas. Todos nos debemos a la Patria y ella reclama en este momento que seamos creativos y dignos. Desaprovechar una oportunidad como esta para demostrarlo sería un error inexcusable.