La Habana, Cuba.- El ministro de las Fuerzas Armadas de Cuba viajó a Moscú pocas horas después de la rebelión del Grupo Wagner, se reunió con su homólogo ruso y conversaron sobre más acuerdos de colaboración militar en medio del momento más complejo del conflicto con Ucrania. Pero esa información que no precisa de riesgos para obtenerla ni de “fuentes anónimas” apenas llama la atención de la misma prensa y los mismos funcionarios estadounidenses que han encendido las alarmas por un presunto “pacto secreto” entre el régimen de La Habana y unos espías chinos de los cuáles aún no hemos visto ni la primera imagen ni escuchado la primera grabación de voz.
Nadie dice mostrarse “preocupado” por algo que es evidente, y hasta la sede diplomática de los Estados Unidos en La Habana no solo emite mensajes donde revela su gran entusiasmo (y su muy oportuna “ingenuidad”) por el sector “privado” (y en los cuales solo faltaría que elogiara la “resistencia creativa”) sino que establece alianzas con el Ministerio de Cultura y otras instituciones estatales para la organización de conciertos y muestras de cine, de acuerdo con la información divulgada por la propia embajada.
Y mientras estas cosas interesantes (aunque nada raras) suceden, se multiplica el terror entre los emigrados cubanos ante las crueles encerronas de ICE y el aumento de los vuelos de deportaciones en los que, algo curioso, aún no llega a la Isla el primero de los muchos represores y cómplices de los descubiertos en suelo estadounidense por activistas, opositores y periodistas independientes que en vano han hecho públicas sus denuncias, a pesar de que no solo han mostrado pruebas irrebatibles de sus acusaciones sino que, en conjunto, la información revela un patrón que sugiere cierta intencionalidad en esas “deserciones” de funcionarios y oficiales, a los cuales el asunto del “parole humanitario” parece haberles venido de perilla. ¿Es que a nadie llama la atención lo fácil que los han dejado marchar de aquí y lo bien que pasan desapercibidos por allá para esos mismos que “intuyen” espías chinos en medio de una plaga de rusos que tampoco parecen ver?
Pocos aquí y allá, incluso por más alto que estén, podrán decir, por el momento, lo que en verdad está ocurriendo pero es evidente que de otros temas, además que de “acuerdos migratorios”, se ha conversado en las más recientes mesas de diálogo Estados Unidos-Cuba, y que algo más que la bendición papal fue el objetivo de la visita de Miguel Díaz-Canel al vaticano, la incondicional Celestina del gobierno cubano cuando al zapato que le aprieta comienza a zafársele el cordón.
Algo grande parece cocinarse entre las dos (más bien tres o cuatro) orillas, algo tan grande y grasiento que los olores, a ratos nauseabundos, nos invaden hasta quitar el sueño a unos cuantos, sobre todo a quienes sospechamos que nada de esto huele a “happy end”, mucho menos cuando el mismísimo Boris Titov, encargado por Vladimir Putin de la rusificación de la Isla, ha visto grandes oportunidades en su “tarea”, en tanto, ha dicho, la situación de la economía cubana es muy similar a la de la Unión Soviética a finales de los años 80.
Una declaración a tener en cuenta para visualizar lo que se nos viene encima, y que al parecer no solo convendría a los militares-empresarios de aquí, que han soñado con ese idilio durante años, sino también a algunos políticos-empresarios de Washington (y hasta de Miami) a los que absolutamente nada importa mientras puedan plantar un McDonald´s en la Plaza de la Revolución así como en su momento lo hicieron en las inmediaciones de la Plaza Roja. A fin de cuentas business are business.
Por esa razón, y por otras igual de sórdidas, algunos astutos “miopes” insisten en hacernos ver fantasmas de espías chinos, ignorar represores y elogiar mypimes antes que partirse las narices con los miles de tovarish que ya están aquí y con los miles que arribarán en breve cuando a partir de esta semana se multipliquen los vuelos desde Moscú.
Vuelos en los que, entre col y col, sin dudas a algunos chicos listos se les ocurrirá camuflar “lechugas”, tan verdes como el verde de ese billete de la Reserva Federal que nubla la vista tanto a un bando como al otro. Y ya el propio Boris Titov, de acuerdo con la misma declaración citada, tiene puestos los ojos no solo en la caña de azúcar para producir ron ruso-cubano sino además en esos 300 dólares de remesas mensuales que “los migrantes envían desde Florida”.
En fin, que a la cómoda espera por un “cambio” que llegue de “afuera” pronto nos llegará este como igual nos han llegado otros que hemos “resistido” por obra y gracia ya de rusos o ya de sus compinches pero, sobre todo, por nuestro proverbial aguante, nuestra “adaptabilidad” o “resiliencia” con la cual aceptamos todo, desde el castigo por hablar hasta la inutilidad del salario, desde la pérdida de derechos por emigrar hasta las deportaciones arbitrarias. Y así estamos listos como el pueblo más obediente a lo que sea, incluso a dejarnos reclutar como soldados rusos si eso supone ganar en MLC y escapar de Cuba hacia otros infiernos pero siempre fingiendo que no pasa nada.
Porque de lo que se trata, como en un complot universal, ya que nuestro problema parece no tener una solución interna, es de fingir que todo está lindo por acá, que en Cuba hay oportunidades para todos pero que no sabemos aprovecharlas, así como, al parecer por burros, no supimos aprovechar las protestas del 11 de julio de 2021, así que obtenemos lo que merecemos, y jamás lo que deseamos como espectadores en silencio.
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