MIAMI, Estados Unidos. — El 20 de mayo de 1506 murió en Valladolid (España) el almirante Cristóbal Colón, quien pasó a la historia como el descubridor de América.
Pese a que su vida ha sido muy estudiada y difundida por investigadores e historiadores, algunos de los sucesos de mayor trascendencia en que estuvo involucrado han sido caricaturizados por la cultura popular.
Uno de los tópicos más repetidos sobre Colón tiene que ver con sus viajes de descubrimiento, en específico con las embarcaciones en que logró llegar al “Nuevo Mundo”.
En realidad, el almirante genovés no llegó encabezó una flota de tres carabelas, como ha trascendido, sino de dos, ya que “La Santa María”, que era propiedad del cartógrafo Juan de la Cosa, no era una carabela, sino una nao, un tipo de embarcación aún más grande.
La historia recoge el 12 de octubre de 1492 como el día del descubrimiento de América. Ese viernes, dos horas después de la medianoche, el marino Rodrigo de Triana, a bordo de “La Pinta”, corrió la voz de “¡tierra a la vista!”.
Cabe señalar que lo que vieron los expedicionarios ese día fue la isla de Guanahani, perteneciente a las Bahamas.
Los taínos fueron los primeros indígenas que tuvieron contacto con Colón y su tripulación. En su diario, el almirante recoge con elevado nivel detalles algunos de los rasgos de los pobladores autóctonos de la región del Caribe, de los que destacó su oficio en la siembra y recogida de alimentos.
Respecto a su visión espacial del mundo —un tema que generaba polémica en la época—, Cristóbal Colón afirmó en una de sus últimas cartas antes de morir que la Tierra tenía forma de pera, siendo la circunferencia de la Tierra menor en los polos, hecho que no estaría demasiado alejado de la realidad.
Los textos de Colón revelan que era un hombre profundamente religioso y sentía que tenía un llamado a una misión que le había mandado Dios.
Cristóbal Colón murió convencido de que el “Nuevo Mundo” que había descubierto no era otra cosa que las Indias. Esa percepción equivocada del almirante deja al descubierto su inconsciencia sobre la magnitud que terminaría teniendo su hallazgo en la historia de la humanidad.