LA HABANA, Cuba. — Se cumplen 118 años de la muerte de Máximo Gómez, quien falleciera en La Habana, a las seis y siete minutos de la tarde del 17 de junio de 1905, a los 69 años.
Más allá de sus hazañas en las guerras por la independencia, poco se sabe de la vida privada del Generalísimo, que aunque era dominicano de origen, siempre se consideró cubano.
Uno de los hechos menos divulgados es donde vivió Gómez, junto a su familia, en los últimos años de su vida en La Habana.
Publicado por la Editora Política en el año 2008, en el libro La familia de Máximo Gómez, de Antonio Álvarez Pitaluga, Máster en Ciencias Históricas y profesor de Historia de Cuba y Cultura Cubana de la Universidad de La Habana, entre otras interesantes informaciones basadas en documentos de primera mano aparecen las direcciones de las casas que habitó el Generalísimo en la capital.
He podido comprobar que la mayoría de esas casas ya no existen ni hay señalización que indique la estancia de Máximo Gómez en el lugar. Solamente quedan tres, dos de ellas muy modificadas y con un uso inadecuado teniendo en cuenta la relevancia de Gómez.
Al llegar a la capital, en 1899, vivió primero en la Quinta de los Molinos, situada en la Avenida Carlos III, un lugar que era usado por los Capitanes Generales como sitio de descanso en tiempos del poder colonial.
En la Quinta de los Molinos residió Gómez por poco tiempo, pues consideraba indigno ocupar un espacio que había sido usado antes por las autoridades coloniales para su disfrute. Una actitud bien distinta a la de la alta jerarquía del régimen de Fidel Castro y sus acólitos, que se apoderaron de las mansiones y zonas residenciales de la alta burguesía para radicar en ellas.
Luego de la Quinta de los Molinos, Gómez vivió en la calle Neptuno # 132, en Calle Amargura #106, en el Hotel Roma y en el poblado de Bejucal.
En 1900 se estableció en el poblado de Calabazar, pero mantuvo una casa en La Habana, ubicada en la calle Industria 116, para que sus hijos que estudiaban carreras universitarias pudieran asistir a clases. Por la misma razón vivió también, en 1901, en Neptuno #19.
La casa de Calabazar es la única de las casas de Gómez donde se mantiene una tarja. También es la que se mantiene más fiel a la construcción original.
Durante los años 1902 y 1903 vivió en la calle Galiano #45 y, de forma irregular, en la casa de Calabazar.
Las causas de tantas mudadas siempre fueron condicionadas a necesidades de la familia. Pero Gómez siempre se negó a residir en sitios fastuosos, pues un rasgo que marcó siempre su carácter fue la modestia.
En 1905, Gómez se mudó para la casa en la cual fallecería, en calle 5ta #45, en El Vedado.
La edificación, que perteneció a una orden religiosa de monjas, fue parcialmente demolida a fines de los años ochenta del pasado siglo. Hoy es un sitio ruinoso en plan de restauración para ser usado como almacén de vestuario del Ballet Nacional de Cuba y del vecino Teatro Amadeo Roldán.
Una valla que rodea esta construcción explica que la cama donde falleció Máximo Gómez y otros objetos que le pertenecieron se trasladaron al Museo de Veteranos y Patriotas, en la ciudad de Cárdenas, en Matanzas, para preservarlos.
Lo interesante es que nunca el Generalísimo vivió en Cárdenas ni tuvo que ver con esa ciudad matancera. ¿Por qué no se trasladaron sus pertenencias, por ejemplo, a la Quinta de los Molinos, que fue su primera residencia en La Habana?