LA HABANA, Cuba. – Lo esencial en la educación es que mantenga un carácter independiente de toda doctrina e ideologización, en aras de desarrollar la creatividad, el razonamiento lógico y la perspectiva crítica, además de cultivar la responsabilidad como ser humano y ciudadano. Una educación que se rige por tales principios ofrece a la sociedad estudiantes instruidos, competentes, cooperativos y emprendedores.
En la interesante historia de la educación privada en Cuba, una especial mención recae sobre el Instituto Tomas Alva Edison, ubicado en el barrio habanero de La Víbora, que llegó a tener una matrícula de poco más de 3.000 estudiantes, antes de ser intervenido por Fidel Castro. Esta escuela tuvo como premisa la creación de alumnos responsables y capaces de actuar por sí mismos, un propósito que define el espíritu de un sistema de enseñanza en el cual se formaron muchos cubanos.
Fundado el 4 de noviembre de 1931 por los siete hermanos Rodríguez de Gutiérrez ―todos dedicados al magisterio―, el Instituto fue bautizado en honor al inventor, científico y empresario estadounidense Thomas Alva Edison, cuyos descubrimientos habían impresionado a cubanos insignes, como José Martí y Enrique José Varona.
El Instituto llegó a convertirse en uno de los mejores colegios laicos del país, disputándose tal distinción con otras entidades de su tipo, como el colegio La Salle, en El Vedado; los Escolapios de Guanabacoa, La Habana y La Víbora; los Maristas de La Víbora; las Ursulinas y Nuestra Señora del Pilar y otros.
En el Instituto Edison se cuidaba con celo tanto el rendimiento académico como deportivo; la enseñanza del inglés era rigurosa, al igual que los estudios de música y artes plásticas. Se potenciaba, además, el aprendizaje práctico del comercio y las finanzas, todo ello bajo el método de aprender haciendo y no de memoria, un hábito terriblemente perjudicial que se fue enquistando en la instrucción adoctrinada de los cubanos a partir de 1959.
Hablar del Instituto Tomás Alva Edison es hablar de democracia, orden y diálogo abierto. Es hablar de enseñanza práctica y objetiva, pero también de respeto a la cultura, la historia y las tradiciones.