MIAMI, Estados Unidos. — Junto a Luis Enrique, Gilberto Santa Rosa, Rey Ruiz, Jerry Rivera, Tito Nieves, Eddie Santiago y Marc Anthony, el nombre de Frankie Ruiz se ubica entre los grandes salseros que hicieron furor en la década de 1990.
Los cubanos disfrutaban su música en casetes (los que podían), y otros muchos lo hacían a través del programa De cinco a siete, de la emisora Radio Taíno, que a diario pasaba los hits más pegaos de la música bailable caribeña.
Nacido en New Jersey como José Antonio Torresola Ruiz, el estadounidense de ascendencia boricua inició su carrera desde muy joven, como integrante de importantes orquestas de salsa. En el repertorio alternaba clásicos del género con canciones de su autoría, ganando una fama considerable que lo llevaron a iniciar carrera como solista, en 1985.
Firmó un contrato con el sello discográfico TH Rodven Records, para el cual grabó álbumes que le ganaron diversos premios y amplio reconocimiento a nivel mundial: Solista…, pero no solo, Voy pa´encima, Libertad, Puerto Rico, soy tuyo y otros que lo posicionaron entre los grandes cultores de la salsa romántica.
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Además de sus pegadizos estribillos, Frankie Ruiz conquistó al público con su hermosa y melodiosa voz, de un timbre dulce, distintivo entre tantos salseros de la época. En una breve, pero intensa carrera, aquel niño, que había crecido enamorado de la percusión y los boleros, escuchando a Héctor Lavoe, Ismael Quintana, Ismael Miranda y otros grandes, se hizo admirar por sus colegas y hasta por Tito Puente, quien, impresionado por su talento, le regaló sus pailas después de un concierto.
“El Loquito”, como le llamaban, tuvo una vida personal marcada por la pérdida de su madre en un accidente automovilístico, el alcohol, las drogas y un breve período en prisión. Murió el 8 de agosto de 1998 en el apogeo del éxito, víctima de la cirrosis hepática.
Muy querido en Puerto Rico y en la comunidad latina de Estados Unidos, cada salsero que sobrevivió a Frankie Ruiz le rinde homenaje por haber marcado época con su estilo.