MIAMI, Estados Unidos. — Los edificios multifamiliares construidos en Cuba después de 1959, conocidos como edificios de microbrigada, fueron la apuesta definitiva del castrismo por la austeridad y la degradación del entorno urbano.
Estos inmuebles, extendidos por casi todas las provincias del país, marcan una ruptura con la riqueza arquitectónica que caracterizó a la Isla desde la etapa colonial.
Una de las grandes damnificadas por estas invenciones fue La Habana, que con el triunfo revolucionario comenzó a convertir algunas de sus zonas en ciudades dormitorios, donde se acomodaron cientos de miles de personas procedentes de los sectores más humildes.
Así, numerosos barrios de lo que hoy son los municipios de Marianao, La Lisa, Habana del Este, Boyeros y Arroyo Naranjo comenzaron a llenar su geografía de “bloques”.
Los edificios de microbrigada no solo deslucen el paisaje de la capital y de otras provincias, sino que también carecen de las condiciones óptimas para ser habitados. En la mayoría de los casos, han sido construidos por sus propios ocupantes, muchos de los cuales desconocen reglas básicas de la construcción de inmuebles.
Son comunes en estas edificaciones los errores de concepto en las instalaciones de agua, gas y electricidad. Asimismo, al haber sido concebidos con escasos recursos, suelen ser víctimas de un rápido deterioro.
A pesar de ello, a poco más pueden aspirar los cubanos en un país que tiene en la escasez y mal estado del fondo habitacional uno de sus grandes problemas.
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