MIAMI, Estados Unidos. — Hace pocos días, la periodista Annarella Grimal se refirió en su muro de Facebook a las soluciones que aplican los cubanos frente a la escasez de medicinas e insumos médicos en los centros de salud. En su publicación, Grimal compartió imágenes del “arreglo” casero que una usuaria, identificada como Thalia Figueredo, sugirió para cuando los niños se fracturen un hueso y no haya disponibilidad de escayolas en el hospital, algo cotidiano en Cuba.
Las fotos muestran la pierna de un niño siendo inmovilizada con dos pedazos de cartón y un enrollado de gasa para garantizar la sujeción. En tono optimista, la promotora de la idea expresa: “Las madres hoy en día se someten a ser creativas sin ser ortopédicas. Espero nuestros niños mejoren con un yeso solo hecho con amor y pocos recursos”.
La periodista, por su parte, critica el conformismo de la población cubana, que prefiere optar por remedios de dudosa eficacia antes que reclamar su derecho a un sistema de salud funcional y abastecido.
“A mi estas cosas me hacen explotar, la verdad. La solución, para muchos, no es exigir recursos y una atención médica de calidad. No. La solución es más miseria y chapucerías, aunque ello implique una muy probable malformación ósea para su propio hijo”, sentenció.
Annarella Grimal reconoce que en Cuba hay una dictadura y que no le pediría a nadie que haga nada, pero considera que ya es demasiado.
“Una cosa es que te dejes machacar tú, pero otra bien distinta es permitir tranquilamente que se lo hagan a tu hijo”, concluyó.
El respaldo a su postura no se hizo esperar.
“Cuando leo cosas como estas, se me quitan las ganas de luchar por una Cuba libre. A esa madre y a otros, si no les importa su vida y más la de un hijo, menos les interesa ser libres…”, lamentó el usuario Carlos Ramírez Durades.
Otros comentarios denunciaron el estado general del sistema cubano de salud y la pasividad ciudadana. La cibernauta Karen Cano relató su experiencia en el hospital pediátrico de Holguín, adonde llevó a su niña con dengue hemorrágico y ni siquiera había jeringuillas. Contó que un médico, llorando, le confesó que los medicamentos estaban asignados solo a casos gravísimos, y que como madre tuvo que hacer escándalo hasta que aparecieron los insumos necesarios.
Su comentario fue una dolorosa descripción del estado en que se halla el sistema nacional de salud, donde ni siquiera los niños están a salvo.