LA HABANA, Cuba. – El 30 de mayo de 1937 nació en Pinar del Río Armando Valladares, quien fuera simpatizante y funcionario de la Revolución Cubana hasta que se le hizo evidente que las intenciones de Fidel Castro estaban muy lejos de restaurar la democracia perdida con el golpe de Estado de 1952.
Por haberse negado a colocar en su escritorio propaganda favorable al castrismo, con solo 23 años fue falsamente acusado de delitos contra la seguridad del Estado y condenado, en un juicio sin garantías legales, a 30 años de prisión, de los cuales cumplió 22. Durante su encarcelamiento hizo numerosas huelgas de hambre en protesta por las condiciones inhumanas a las que él y otros presos fueron sometidos, lo cual debilitó mucho su salud.
Sus primeros poemas nacieron en una celda de castigo, y gracias a las escasas visitas conyugales autorizadas a su esposa, lograron salir, ocultos, de la prisión. El opositor, que se negó a formar parte de los programas de “rehabilitación política”, recibió un total de 13 visitas a lo largo de su presidio político.
Valladares admitió que la cárcel lo obligó a escribir para satisfacer la mera necesidad de comunicarse, pues sus captores solían dejarlo muchísimo tiempo en aislamiento. Aquellos versos iniciales fueron incluidos en un poemario titulado Prisionero de Castro (1982), el cual, una vez publicado fuera de Cuba, tuvo una gran acogida y fue reconocido con el Premio de la Libertad que concede el PEN Club francés. Al mismo tiempo, Amnistía Internacional lo declaró prisionero de conciencia y la presión del mundo libre consiguió que el régimen negociara con el Gobierno francés su liberación, que se hizo firme ese mismo año.
Exiliado en París y radicado luego en Estados Unidos, ha dedicado la mayor parte de su vida a promover los derechos humanos y sus continuas violaciones por parte de la dictadura cubana.
En prisión escribió sus memorias bajo el título Contra toda esperanza, libro que fue publicado en Italia, en 1987, y ha sido traducido a 18 idiomas. También publicó Cavernas del silencio (1983), El corazón con que vivo (1984) y Desde mi silla de ruedas (1985).
Ronald Reagan lo nombró embajador ante la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, donde denunció las penosas condiciones de encarcelamiento de 15 presos políticos cubanos. Su comparecencia logró que a través de esa institución se abriera una investigación en Cuba.
Valladares fue presidente de la Human Rights Foundation, organización que monitorea y denuncia las violaciones de derechos humanos en regímenes totalitarios.