LA HABANA, Cuba, 25 de marzo de 2013, Odelín Alfonso Torna/ 173.203.82.38.- En enero de 2010 conocí al fallecido periodista Adrián Leiva, exiliado en Estados Unidos desde el 2005. No fue personalmente, sino en medio de un intercambio epistolar. Noté que estaba algo contrariado por un trabajo que publiqué en CubaNet, sobre un encuentro en La Habana entre el gobierno y más de 400 cubanos residentes en el exterior.
Pese a mi parquedad por email, así como el borracho se pasa de copas, con Adrián Leiva me pasé de líneas. Y digo me pasé, porque debatimos como dos viejos conocidos que retoman sus viejas andanzas desde la distancia, esa que para algunos significa olvido. Coincidimos en lo irónico de esos exiliados cubanos que quieren apuntalar política y económicamente a la dictadura, luego de huir por esas mismas razones.
Dos meses después -dicen los gendarmes del gobierno que el 24 de marzo de 2010-, Adrián Leiva moría en circunstancias dudosas cuando intentaba regresar a Cuba por un punto de la costa norte occidental. A tres años de aquel trágico y calculado suceso, el culpable tiene nombre y apellido: el régimen cubano.
Leiva se fue de Cuba en el 2005 con la idea de regresar. Lo intentó legalmente en el 2008, cuando el gobierno cubano le dio autorización por una semana. Pero después de cinco meses en la isla, fue obligado a regresar a los Estados Unidos. Dicen que llegó esposado al aeropuerto.
Ese tiempo en Cuba lo aprovechó para ejercer el periodismo independiente desde las páginas Primaveradigital y CubaNet. Adrián fue además un crítico de la política migratoria, hoy reformada bajo el mandato de Raúl Castro.
Luchó por el derecho de los cubanos a regresar e impulsó, días antes de su muerte, la recogida de firmas para promover a las Damas de Blanco al premio Nobel de la Paz.
De Adrián sabemos que una lancha lo dejó a doscientos metros de la costa norte de Cuba, entre la hoy provincia de Mayabeque y Matanzas, en horas de la mañana del 23 de enero. Casi moribundo debido a una seria afección respiratoria, fue sorprendido por los guarda fronteras. En lugar de recibir los primeros auxilios y ser trasladarlo al hospital o policlínico más cercano, Leiva fue conducido al cuartel de la policía política que recibe estos casos, presuntamente el que está ubicado en la localidad habanera de Guanabo.
Los oficiales que atendieron el caso dicen que llegó sin vida, y el certificado de defunción registraba muerte por asfixia (ahogado). Catorce días después, el cuerpo le fue entregado a su madre, Ernestina Pérez, una anciana que hoy tiene 83 años de edad. Fue velado cuatro de las ocho horas estipuladas y bajo un enorme despliegue de agentes de la Seguridad del Estado.
Pero existe otro cabo sin atar, algo que sugiere pensar en la tesis del asesinato político, justo a un mes de la muerte de Orlando Zapata Tamayo, el 23 de febrero de 2010. Adrián no llegó solo a las costas cubanas; con él viajaban y fueron arrestados otros tres cubanos, enviados al centro de interrogatorio conocido como Villa Marista.
Adrián fue fundador del Movimiento Cristiano Liberación, además de gestor y firmante del Proyecto Varela. En el 2003 comenzó a colaborar con la página CubaNet e integró la Asociación Pro Libertad de Prensa (APLP) en 2006.
Adrián Leiva fue un luchador prodemocrático con mucho prestigio en el exilio, virtud que el gobierno cubano no podía tolerar. Apenas me percaté que en sus emails me anunciaba su regreso a Cuba, o lo que es igual: su sentencia de muerte.