¿Por qué los totíes y otras especies han buscado refugio en los escasos árboles de Guantánamo? ¿Quién destruye su hábitat natural? Tales preguntas, entre otras, parecen no importar demasiado para especialistas y autoridades locales.
El periódico Juventud Rebelde abordó este tema, el pasado 6 de octubre, mediante un reportaje de Lisván Lescaille Durán, quien apunta: “Tres grandes camadas de totíes (Dives atroviolaceus), aves endémica camino de extinción, y chichiguacas (aves con más de mil especies), procedentes de sitios periféricos, al atardecer reclaman uno de los escasos posaderos naturales que les quedan para pernoctar en su hábitat tradicional: los árboles frondosos de la ciudad. Acuden al parque central José Martí, declarado Monumento Local, en busca de árboles frondosos para pernoctar”.
Pedro Favier Romero, especialista ambiental del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente (Citma) en Guantánamo, asegura que la migración responde a la ruptura del equilibrio de su hábitat por la continua deforestación de árboles por sucesivos eventos climáticos y medidas de prevención [podas] ante la inminencia de ciclones. Esas aves se alimentan en zonas campestres pero están habituadas a dormir en árboles de zonas residenciales, porque sus hogares naturales fueron destruidos.
Resulta contradictorio que un funcionario de ecología, supuesto defensor de fauna y flora, se una con sus opiniones a la campaña de los depredadores, al afirmar: “Hace casi un año expertos sugirieron adoptar medidas experimentales entre las que se encuentran la poda de aproximadamente el 20% de los árboles del centro urbano, pero solo se materializó apenas un 5%… Especialistas del Citma y otras instituciones presentaron al Gobierno un plan de medidas para mitigar el daño medioambiental que originan estas aves que como promedio cada una es capaz de excretar tres veces en las noches”.
El reportaje en cuestión asegura: “Hasta el momento, las fuentes se mostraron reticentes a explicar cuáles medidas se adoptarán para evitar el pernicioso efecto de la presencia de tantos pájaros juntos en el parque guantanamero”.
Queda entonces la incógnita gravitando como una espada de punta sobre la existencia de esta especie endémica de Cuba, ya en vías de extinción: ¿Qué medidas tomarán contra totíes y chichiguacas? ¿Podar más los árboles para que no tengan dónde posarse? ¿Olvidan que Guantánamo está considerado el mayor semidesierto cubano? ¿O acaso piensan exterminar los totíes a tiros, como ordenó el ex presidente chino Mao Tse Dong contra los gorriones, por comer arroz?
Algo sí está fuera de dudas. Mientras llegan las medidas, Citma debía ejercer su autoridad, detener la perjudicial poda e incentivar urgentemente a la siembra de miles de árboles. Así contribuiría a la desconcentración de totíes en la urbe, y en vez de precipitar su extinción, aumentaría su población.
¿Se cuestionaría al Historiador de la Ciudad de La Habana por el toque pintoresco que ha dado a la Plaza Antigua al ordenar liberar palomas, que también defecan, tanto allí como en otras plazas habaneras?