LA HABANA, Cuba.- Han transcurrido 16 meses desde que el Presidente Obama inició de forma oficial sus relaciones con el régimen castrista. Ha sido un tortuoso camino de promesas y esperanzas, durante el cual el actual gobierno norteamericano, para lograr el entendimiento final, ha hecho muchas concesiones.
Entre estas, el gobierno estadounidense ha permitido que cientos de empresarios de ese país visiten Cuba, con la esperanza de obtener una oportunidad de hacer negocios y obtener ganancias para sus respectivas empresas.
Como contraoferta, el régimen castrista les ofrece un portafolio de inversiones que a su criterio son necesarios para garantizar el desarrollo del país. Aquí es donde surgen las primeras divergencias entre los intereses de estos empresarios norteamericanos y el régimen castrista.
Se impone un análisis desapasionado acerca de qué es lo que quiere el régimen en realidad con las relaciones con los Estados Unidos.
Es conocido que el régimen castrista ha manifestado hasta el cansancio que no abandonará “el camino del socialismo” en lo más mínimo, con lo que muestra que sólo apoyará las ofertas que traigan estos empresarios si aceptan colaborar para la consecución de este fin.
Como quiera que en Cuba los principales negocios estén establecidos desde antes de esta apertura, sería bueno refrescar la memoria sobre estos.
El régimen tiene como destinos seguros para sus exportaciones, y además como la mayoría de sus inversionistas, a Canadá, Holanda, España Italia y China, según se encuentra en el World Factbook, en su edición de 2012.
La primera y más importante de todas las inversiones extranjeras en Cuba es la de Sherritt Internacional, que generaba cerca del 15% del PIB de Cuba, según consta en el informe anual del Ministerio de Energía y Minas de 2012 a la Asamblea Nacional.
Los intereses de Sherrit a lo largo del tiempo no solo cubren la minería, sino que abarcan el petróleo, el gas, la generación de electricidad y, en menor grado, la agricultura para el turismo.
Sherritt es el principal inversionista en Cuba. De acuerdo a la primera Ley de Inversión Extranjera, bajo la cual se firmaron en 1993 estos acuerdos, posee el 49% de las acciones de su inversión total. El resto es para el régimen.
En aras de mantener la producción de níquel-cobalto, Sherritt interviene en la operación y mantenimiento de las dos fábricas de níquel, que juntas hacen de esta uno de los principales exportadores mundiales.
No en la misma medida, pero no menos importante, es el turismo. Sus 55 hoteles representan una importante parte de los ingresos que recibe el régimen. Este turismo está cubierto en cerca del 65% por firmas españolas, fundamentalmente, Meliá y Barceló, dejando el restante 35 % de esta capacidad queda en manos de otras compañías foráneas, principalmente de países de la Unión Europea (entrevista al ministro del Turismo Manuel Marrero en una Mesa Redonda del año 2014 por el 20º aniversario de la entrada en Cuba de la cadena Meliá).
Los ingresos del turismo representan la segunda fuente de ingresos para el régimen cubano.
Desde hace unos años, los servicios médicos representan la tercera fuente segura de ingresos, con estimados entre los tres mil quinientos millones de dólares, según refirió Raúl Castro en su informe anual a la Asamblea Nacional en 2014.
Esto excluye los ingresos por servicios médicos prestados a Venezuela, de acuerdo al Convenio de Asistencia Bilateral del año 2002.
Por otra parte la oferta que Cuba ofrece en biotecnología siempre ha estado lastrada por dos cosas principales: sus altos costos de fabricación y lo escaso de la producción, según explica un ex funcionario de Biocubafarma, quien además aseguró que era por eso que Chávez prefería comprar los productos biotecnológicos en Argentina y no en Cuba.
El resto de los ingresos provienen de las inversiones europeas en tabaco, ron y productos del mar. A esto debemos agregar las remesas familiares, que según el Departamento del Tesoro de los EE.UU. aportan anualmente más de mil millones de dólares y con un costo de inversión bajísimo.
Cualquiera que analice el portafolio de inversiones que ofrece el régimen a los futuros inversionistas, verá que este no contempla ninguna de las antes mencionadas. Entonces, se imponen varias preguntas: ¿Quién invertiría en una joint venture con el régimen en la industria azucarera? ¿Qué utilidad tendría invertir en transporte en Cuba o en fabricar computadores o teléfonos celulares? ¿Habría alguien interesado en buscar petróleo en la zona económica del Golfo de México? ¿Quizás haya algunos que vean posibilidades de abrir maquiladoras en el Mariel en vez de en Méjico?
Por último, cualquiera que intenten fabricar o vender productos en Cuba tendría que contar con la comunidad exiliada, ya que el nivel adquisitivo actual del pueblo cubano es comparable al de los haitianos.
Entonces, ¿cuáles son las oportunidades que ofrece el régimen a los potenciales inversionistas norteamericanos?