LA HABANA, Cuba.- A inicios de 2011 el artista plástico César Leal Jiménez logró cumplir lo que considera “el proyecto de su vida”. Después de un largo proceso burocrático las autoridades del PCC, la Dirección de Vivienda y el Gobierno del municipio Regla le entregaron la casa donde antiguamente funcionaba el Hogar Materno de Regla para convertirla en una galería-taller de artes plásticas.
César Leal recuerda “Fui profesor durante mucho tiempo en la Academia San Alejandro y en la Escuela Nacional de Arte, de donde me gradué. Así que muchos jóvenes venían a mi antiguo apartamento para pedirme que los preparara para los exámenes de ingreso a San Alejandro. Había mucho talento y estaba decidido a hacerlo pero no contaba con el espacio”.
El local donde una vez radicó el Hogar Materno fue abandonado después de que dos vigas del techo colapsaran y en lugar de repararlas se decidió trasladarlo a otra edificación. Ante el abandono estatal, el inmueble del siglo XIX sufrió la depredación de algunos pobladores de Regla.
César comenta: “Aquí se había metido todo el mundo. Se llevaron losas y lo que se les ocurría, aunque el local pertenecía a la Dirección de Vivienda. Decidimos ofrecer un cambio de propiedad. Nuestra casa por esta, para poder montar el proyecto aquí. Luego de muchos procesos lo conseguimos”.
Ya que el local había sido declarado inhabitable por las autoridades no fue hasta el verano del año 2012 que César pudo con sus propios recursos y sin ninguna ayuda estatal repararlo e iniciar las clases, no sólo para futuros alumnos de San Alejandro, sino para niños y jóvenes de la localidad interesados en el mundo del arte.
“Esto era necesario, aunque parezca increíble en Regla no existía ninguna galería. Anteriormente el artista Antonio Carnet dirigía un proyecto similar pero desde su muerte no se había gestado nada parecido”, dice César.
Desde 2012 el proyecto ha continuado sin ningún apoyo gubernamental, financiado por donaciones de particulares, que consisten principalmente en materiales como lápices y hojas. Se imparten clases a niños y jóvenes de todas las edades con el fin de desarrollar en ellos el gusto estético y una cultura más amplia. Varios de los miembros del taller han sido galardonados en concursos nacionales como Leer a Martí (auspiciado por el Memorial José Martí). Los resultados se deben a un programa de estudio bastante amplio que incluye clases de pintura, dibujo, perspectiva e Historia del Arte.
César desempeña la labor de profesor, apoyado por su esposa Maritza Hidalgo-Gato Lima, licenciada en Historia del Arte, y Loida Martínez, graduada de San Alejandro.
El éxito alcanzado por este equipo ha logrado que ya no sólo los reglanos participen de la galería taller sino que también acudan estudiantes de otras localidades como Guanabacoa. Como la lejanía imposibilita, sobre todo a los más pequeños, acudir todos los días de clase, César suele citarlos cada 15 días para un intensivo y dejarles los ejercicios correspondientes. Las clases se imparten los días lunes, martes y jueves de 6:00 p.m. a 8:00 p.m.
“Esto está creciendo y muy rápido”, comenta César. “Esta señora que es mi profesora asistenta, Loida, vino mandada del cielo porque yo solo no podría. Te abarca un tiempo increíble, porque no es sólo dar las clases; también tienes que prepararlas y conseguir los materiales que son bastante caros para un cubano. Yo sigo diciendo que no vamos a cobrar las clases, somos un proyecto para la comunidad, lo único que pido a los padres es que, si pueden, aporten 10 CUP mensuales para rellenar los cartuchos de tinta y poder imprimir los ejercicios. Fuera de eso todo sale de mi trabajo como pintor. Esta es mi vida, cada cuadro que puedo vender es para comer y mantener el proyecto. También tengo que dar muchas gracias a un norteamericano que llegó un día aquí medio perdido y se enteró del proyecto. Desde entonces ha estado apoyándonos mucho y sin su ayuda no hubiéramos podido seguir, su nombre es Michael Reese. Cada cierto tiempo nos hace llegar donaciones de hojas, libretas y materiales para pintar. Es increíble. Por eso digo que nosotros si somos una ONG de verdad, no recibimos ningún dinero por nuestro trabajo”.
Con respecto a los planes para el futuro, César piensa “seguir hasta que pueda”. “Seguir hasta que me den las fuerzas”, recalca.
Julián, joven vecino del taller, comenta: “Es muy positivo esto que se está haciendo. Le da una bocanada de aire a este municipio que esta medio olvidado. Además, contribuye a desarrollar algo en los jóvenes que no sea violencia y mal gusto artístico. Creo que en cierta manera los prepara mejor para el futuro. No importa que luego no sean grandes artistas, al menos se les da la oportunidad de aprender”.
Daniela, madre de un alumno, dice: “Espero que César continúe trabajando. Yo no tengo ni idea de arte, tengo que reconocerlo, pero cada vez que veo a mi hijo dibujando o interesado por ir a un museo me siento muy tranquila. Sé que son cosas buenas, que puede aprender a ser mejor persona y que le interesen cosas distintas al mal ambiente y las broncas que se ven todos los días en las calles”.