LA HABANA, Cuba.- A José Rolando Casares, activista por los Derechos Humanos en Cuba y miembro ejecutivo de la Mesa de Diálogo de la Juventud Cubana y encarcelado actualmente en la prisión provincial de Kilo 5 en Pinar del Río, lo que más le preocupa es que le estén negando el acceso al programa Educa a tu hijo, del que los demás reclusos son beneficiarios.
No importa que, a cambio de beneficios, le intenten dar golpes o que no tenga acceso a los servicios médicos como viene reclamando desde el año pasado.
“Le dijeron que él no estaba incluido en ese programa”, denuncia Kirenia Yalit Núñez a CubaNet.
Núñez es coordinadora general de la organización a la que pertenece el activista. “No le dieron ninguna explicación, es parte del castigo, pero no puede estar las tres horas con sus hijos como los demás”, dice la activista tras pocos minutos de conversación telefónica con Casares.
El activista fue encarcelado tras negarse a pagar su condena con trabajo forzado en la agricultura o en la construcción. “También le llegaron a proponer que trabajara en la casa de la cultura de Pinar del Río, para humillarlo más”, cuenta Núñez.
El activista fue juzgado el pasado 15 de febrero del pasado año por los supuestos delitos de desacato, dos delitos de atentado y ultraje sexual, y condenado a cinco años de trabajo correccional sin internamiento junto a su esposa, Yamilka Abascal, quien fue condena a dos años de prisión domiciliaria pese a que en ese momento tenía ocho meses de embarazo.
La esposa contó en otras declaraciones que, en un principio, “no sabían dónde ponerlo”, pero ya ahora pasó a galeras, en la sección 2, según el propio activista.
El contacto con otros presos ha traído complicaciones. “A cambio de beneficios, (otros presos) le han intentado dar golpes en más de una ocasión”, cuenta Núñez que dijo José Rolando en la conversación.
“Dice que lo defienden los abakuás y los babalawos”, pero no deja de ser un tema preocupante para sus amigos y familiares quienes creen que esas amenazas pueden ser “un peligro para su vida”.
Otra de las denuncias por las que no ha recibido respuesta alguna es el acceso a servicios médicos.
“Aún no le arreglan la prótesis dental y apenas puede comer, algo que había denunciado Yamilka, su esposa, en otras ocasiones”, comenta Núñez, “lo que le afecta la prótesis intestinal que tiene desde que era niño”.
Pese a sus 40 años de edad Casares tiene que usar prótesis dental porque a principios de los años 2000 cuando apenas comenzaba su actividad política, “le sacaron los dientes a golpes”, contó hace un tiempo al periódico su esposa, a quien le contaron de la brutal golpiza amigos y el propio Casares.
“Quien conoce a Casares sabe que él no sería capaz de hacer nada de lo que se le acusa”, concluye Núñez, quien también considera que la une a José Rolando una amistad. “El colmo es que ellos lo desnudaron en la estación de policías para ver si le encontraban alguna memoria y después lo acusan de ultraje sexual”.
Durante el proceso en su contra, la esposa pasó se ser testigo a acusada.