Historia del
niño que no quiere ir a los hospitales cubanos
José Antonio Fornaris, Cuba-Verdad
LA HABANA, mayo (www.cubanet.org) - Un fax del oftalmólogo español
A. González Guinzanos dirigido al director médico del hospital San
Rafael, ubicado en Madrid, se refiere a la enfermedad del niño cubano
Julio César Carballo Rodríguez de la siguiente manera: "Paciente
que fue valorado en diciembre 2000. Presenta una Toxoplasmosis ocular ya en fase
cicatricial".
Esta es la primera vez en casi tres años que alguien diagnostica el
padecimiento de este niño, que en la actualidad tiene 14 años de
edad.
En 1999 Julio César dijo que veía "una mosquita" en
el ojo derecho. Desde ese entonces comenzó su vía crucis por trece
instalaciones del Ministerio de Salud Pública de Cuba, incluyendo dos
institutos y cuatro hospitales pediátricos.
María Elena Rodríguez, madre del niño, recuerda que
adonde primero acudió fue al hospital pediátrico de San Miguel del
Padrón, antigua clínica Balear, porque allí habían
operado a Julio César de adenoides dos meses antes de que él "viera
la mosquita".
"Creo que fue en el salón de operaciones donde mi hijo contrajo
la enfermedad" -declaró la señora Rodríguez.
De este hospital lo remitieron al de Centro Habana, y de éste al
Instituto Pando Ferrer, antes Liga contra la Ceguera, donde descartaron que
tuviera un foco séptico y la doctora Iliana Vila aseguró que no
había uveítis recetándole a Julio César rutascorvín
y vitaminas.
En mayo de 2000 Rodríguez lleva nuevamente al niño al hospital
de Centro Habana porque éste se queja de pérdida de la visión
en el ojo izquierdo. Lo vuelven a remitir al Pando Ferrer por sospecha de
desprendimiento de la retina. La doctora Vila recomienda estudios para descartar
la existencia de foco séptico.
Varias veces llevan a Julio César del hospital de Centro Habana al
Pando Ferrer sin que mejore su estado, hasta que la señora Rodríguez,
a través de una amistad, consigue que lo atiendan en el Instituto de
Medicina Tropical Pedro Kourí.
En el Pedro Kourí, en julio de 2000 le informan a Rodríguez
que la prueba de la toxoplasmosis es positiva, pero no le indican ningún
tratamiento porque los especialistas alegan que no hay signos de actividad.
Por otro lado, una oftalmóloga retirada que dedicó parte de su
vida al estudio de la toxoplasmosis, Natalia Cuello, analiza el caso de Julio César,
concluye que tiene toxoplasmosis y le proporciona a Rodríguez 20 tabletas
del medicamento nombrado Pyremethamine.
La madre de Julio César hace un llamado a través de Internet y
de emisoras de radio estadounidenses para que le manden medicamentos al niño.
"La respuesta fue totalmente positiva, gracias a ello mi hijo no se
quedó ciego" -recalca Rodríguez.
Después que el problema de Julio César fue conocido en el
exterior, surgió la oportunidad de que lo atendiera el doctor Vidal (a
quien llaman "La Biblia en Retina"), en el Pando Ferrer. Este
especialista descartó la posibilidad de toxoplasmosis y dijo que el niño
tenía un problema de auto-inmunidad, por lo que escribió en la
historia clínica: "Sugerimos estudio. El cuadro será de larga
duración. Pronóstico reservado".
Ante esta situación, Rodríguez acude a otra especialista en
retina: la doctora Sandra Borges del hospital Hermanos Ameijeiras. Esta experta
ratificó que Julo César no tenía toxoplasmosis, sugirió
la posibilidad de aplicar un tratamiento con citostáticos, aseguró
que el niño perdería completamente la visión, que habría
detención del crecimiento y que había terminado la vida deportiva
del menor, quien es figura destacada de un equipo de béisbol.
Entre tantas contradicciones y miedo, Rodríguez decide escribirle al
ministro de Salud Pública cubano, quien le contestó que se había
creado una comisión médica en el hospital infantil Juan Manuel Márquez,
compuesta por un oftalmólogo, una reumatóloga y una inmunóloga.
En tres oportunidades estos especialistas vieron a Julio César.
La primera consulta de la comisión fue en noviembre de 2000. En
febrero de 2001 emitió un informe en el cual descartó las etiologías
anti-inmune y por toxoplasmosis, concluyendo que se trataba de una etiología
de origen desconocido.
Antes de esta conclusión, en diciembre de 2000, una sicóloga
y un oftalmólogo del proyecto español Despertando Sonrisas
visitaron a Julio César en su casa, pues habían conocido del caso
a través del llamado de la señora Rodríguez por Internet y
las emisoras de radio estadounidenses.
Los expertos españoles examinaron al niño durante cuatro
horas. Las conclusiones a que arribaron son las que expusimos al inicio de este
artículo: Julio César tiene toxoplasmosis.
La madre del menor, que es periodista independiente, cree que la policía
política manipuló a los médicos cubanos para que dijeran
que Julio César no tiene toxoplasmosis, ya que en el país no
existen los medicamentos necesarios para combatir esa enfermedad.
"Tuve que convertirme en el médico de mi hijo y aplicarle bajo
mi responsabilidad el tratamiento contra la toxoplasmosis, con medicamentos que
me donaron desde el extranjero" -reveló Rodríguez.
En una ocasión agentes de la policía política visitaron
a la señora Rodríguez para interesarse por el niño y
decirle a ella que no había logrado nada con dar a conocer el asunto al
exterior.
Parece que Julio César dejó atrás la peor parte de esta
historia. Ya juega nuevamente béisbol. Sigue tomando medicamentos que
llegan del exterior, y dice que no quiere ir más nunca a los hospitales
cubanos, aunque es necesario que lo haga.
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