Donde un
plato de sopa es una quimera
Amarilis Cortina Rey, Cuba-Verdad
LA HABANA, marzo (www.cubanet.org) - Aquella mañana, la parte
occidental de Cuba recibía la frigidez del último frente frío
que nos visitaba. Tres ancianos conversaban en una parada de ómnibus de
Ciudad La Habana. El tema de la charla era cómo costear la cena de esa
noche. Mientras intercambiaban impresiones, trataban de vender algunos artículos,
como cigarrillos y jabas desechables.
"Esto no es fácil" -dijo uno de los viejecitos. Esta es la
frase más escuchada en las calles capitalinas.
Otro expresó un anhelo: "El día está bueno para
tomarse un plato de sopa caliente".
"Sí, compadre, pero un plato de sopa con bastante carne, viandas
y todos sus ingredientes" -añadió el tercero de los ancianos.
Como soñar no cuesta nada, dejé a los viejitos con sus deseos.
Deseos que en cualquier otro país que no sea Cuba ellos pudieran
satisfacer sin mucho esfuerzo.
Siguiendo este pensamiento me pregunté: ¿Cuánto cuesta
elaborar un poco de sopa en Cuba?
Si se quiere una sopa de carne, de entrada hay que disponer de 50 pesos para
comprar menos de un kilogramo de carne de res, sin contar que este producto
puede llevar al comprador a la cárcel, pues está prohibida su
compra venta. Tan es así que ni los propios campesinos propietarios de
ganado mayor pueden sacrificar sus animales con fines de consumo. Sólo el
estado socialista puede disponer de los mismos.
Siguiendo con la sopa. Si se piensa en "bastante viandas y todos sus
ingredientes", como expresó uno de los tres ancianos citados al
principio de este escrito, habría que echarle mano a otros cincuenta
pesos porque, por ejemplo, malanga, calabaza y boniato sólo se venden en
los llamados mercados paralelos a 3.20 y 1.40 pesos la libra, respectivamente.
Además un mazo de seis cebollas cuesta 8 pesos, una botella pequeña
de puré de tomate no baja de 20 pesos el más barato y el paquete
de fideos también asciende a 20 pesos.
Por otro lado, cualquiera de estos viejecitos que anhelan un plato de sopa
en un día invernal recibe de pensión alrededor de cien pesos
mensuales. ¿Cómo podría costear ese plato?
Una simple operación aritmética nos lleva a concluir que el
anciano que no reciba ayuda de sus familiares (si es que éstos pueden
ayudarlo) tendrá -como se dice comúnmente en Cuba- que "arañar
la tierra" para hacer una mala comida al día.
Una española, que reside en León y recientemente visitó
nuestro país, después de ver la libreta de racionamiento (llamada
eufemísticamente "libreta de abastecimiento" por los
funcionarios cubanos), con lágrimas en los ojos, exclamó: "¡Cualquier
mendigo de España vive mejor que ustedes!"
La afirmación de la española puede que sorprenda a algunos
pero, en la vida real, una simple ración de sopa es una quimera para la
generalidad de los cubanos. Así lo demuestran las cifras.
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