El paso del
tiempo
Héctor Maseda, Grupo Decoro
LA HABANA, marzo (www.cubanet.org) - Sancti Spíritus es una de las
provincias de Cuba que mayor índice de mortalidad presenta en el rebaño
vacuno. Pero lo más grave es que un elevado por ciento de esas muertes se
producen entre las hembras.
El periódico local "El Invasor", informó que de las
10,113 muertes reportadas hasta octubre de 2001, 6,079, es decir, el 61,3 por
ciento, son vacas adultas. Si adicionalmente admitimos que los especialistas le
calculan 10 años de vida útil a estos animales, en la provincia se
dejarán de producir miles de toneladas de carne y 20 millones de litros
de leche en el período de tiempo analizado. En consecuencia, decenas de
miles de niños menores de edad, y ancianos, no recibirán leche.
La propia publicación admite que el 71,3 por ciento de esas muertes
tienen su origen en la falta de adecuada alimentación de la masa
ganadera. El gobierno dice no tener recursos financieros para adquirir los
piensos necesarios.
Es conveniente recordar que a finales del año 1958, en Cuba existía
una población ganadera equiparable con el número de habitantes de
la Isla, y se exportaba leche fresca, condensada y otros derivados lácteos.
Se disponía, además, de algunos excedentes de carnes rojas
destinadas a la exportación.
En el mercado interno no faltaba este alimento en los establecimientos que
lo comercializaban a precios módicos, de manera que el más humilde
de los trabajadores cubanos podía adquirirlo al menos tres veces por
semana y tenerlo casi siempre en el menú.
Durante 42 años las autoridades cubanas insistieron erróneamente
es establecer una ganadería centralizada estatal, atendida por un
personal poco calificado para la tarea. Debido a ello, las condiciones higiénico-sanitarias
de las vaquerías se depauperaron, los potreros se destruyeron con el paso
del tiempo y la falta de atención. No se les suministró a las
reses el alimento necesario, y en muchos casos, ni agua.
80 mil caballerías (320 mil hectáreas) de buenos pastos se han
perdido, en su lugar se ha multiplicado la mala yerba y el marabú.
Pero el máximo responsable de la prácticamente aniquilada masa
ganadera lo constituyó el cruce inapropiado de razas sin tener en cuenta
factores de suma importancia.
En la actualidad, nuestra población supera los 11 millones de
habitantes, mientras que el rebaño nacional vacuno no llega ni a la
mitad.
El cubano no tiene más opción que resignarse a recibir lo que
le venden por la libreta de artículos normados: una libra de carne de res
al año. Quien viole esta disposición, de una u otra forma, será
condenado, bajo las figuras delictivas de receptación ilícita o
sacrificio y hurto ilegal de ganado mayor.
En realidad, la conducta asumida por las autoridades cubanas con la ganadería
ha sido tan errática, que de continuar por los mismos derroteros llegará
a convertirse en una suerte de especie en extinción dentro de las
fronteras nacionales.
En lo que a mí respecta, poseo una cámara fotográfica,
y tan pronto como me lo permita la economía familiar, compraré un
rollo de película a color. Y me lanzaré como un poseído por
los campos de Cuba para obtener imágenes de cuanto ejemplar vacuno pueda
atrapar con el lente de mi equipo.
No voy a permitir que ningún funcionario agrícola me quite el
placer de observar dentro de unos años (al menos en fotografía),
algunos de los especímenes que por esa época habrán
desaparecido definitivamente de la campiña cubana.
Esta información ha sido transmitida por teléfono,
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